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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Control con Marruecos

Los flujos de inmigración irregular que llegan a las costas del sur español tendrán a partir de ahora un control más efectivo a través de los radares inteligentes, cámaras térmicas y visores nocturnos, más helicópteros y lanchas, que integran el nuevo sistema de vigilancia electrónica (Sistema Integral de Vigilancia Exterior, SIVE) puesto a disposición de la Guardia Civil y cuyo cerebro está en Algeciras. Desde este centro podrá visualizarse el tráfico marítimo en las aguas del estrecho de Gibraltar hasta las costas y playas de Marruecos, permitiendo el siguimiento y control no sólo de las pateras repletas de inmigrantes, sino de las lanchas rápidas que utilizan los traficantes de droga y los contrabandistas.

Nada hay que objetar a que España, con la ayuda de la tecnología, se dote de los más modernos instrumentos para controlar los flujos de inmigración irregular en su frontera más sensible. Es un compromiso que comparte con la Unión Europea y que está obligada a cumplir. Y es lógico que, una vez demostrada la efectividad del sistema, se extienda a toda la costa andaluza, Ceuta, Melilla y Canarias, a pesar de que su coste alcance la respetable cifra de 142,43 millones de euros.Hay que rasaltar, por otra parte, la eficacia que este sistema puede tener en las tareas de prevenir naufragios y de salvar vidas humanas en aguas donde, según estimaciones, han perecido ahogadas en los últimos años al menos 4.000 personas.

Sería absurdo esperar que esta sofisticada barrera electrónica frene en seco la presión migratoria procedente del Magreb y del África subsaharina o que incluso no sea horadada por los puntos débiles que sin duda algunos encontrarán. No hay muro, de piedra o electrónico, que pueda detener a quienes sufren miseria y opresión. El fenómeno migratorio moderno hunde sus raíces en la dramática falta de horizontes vitales en muchas zonas del planeta que sólo una cooperación económica generosa y un comercio internacional más justo podrían mitigar.

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Pero en el caso de la inmigración irregular procedente de África, el control electrónico y policial-administrativo que pueda ejercer España siempre será insuficiente sin la colaboración de Marruecos. Es exigible, por ello, que esta cuestión se aborde en la entrevista que tendrá lugar en septiembre entre los ministros de Exteriores español y marroquí. Marruecos tiene que asumir sus responsabilidades en el control de las mafias que operan desde sus costas y playas y esforzarse en yugular el negocio criminal montado con la inmigración irregular. Es una cuestión que Madrid y Rabat están obligados a tratar con vistas a unas mejores relaciones futuras entre ambos.

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