Asesinado un defensor de los derechos humanos en Colombia
El Defensor del Pueblo de Colombia, Eduardo Cifuentes, reclamó ayer el respeto a todos los que trabajan por los derechos humanos, tras el asesinato de César Ordóñez Bastidas, que trabajaba para esa institución en el departamento de Nariño, al sur del país. 'Con este censurable acto, las fuerzas oscuras empeñadas en desestabilizar al país acabaron con una vida promisoria dedicada a la práctica de acciones de tipo humanitario', dijo Cifuentes.
Ordóñez fue asesinado el martes por la mañana, cuando salía de su casa en la ciudad de Pasto, capital de Nariño. Un hombre que fingía vender productos de aseo le disparó por la espalda. Nariño, en la frontera con Ecuador, es una región golpeada por la violencia de guerrilla y paramilitares. La Defensoría del Pueblo, donde trabajaba Ordóñez desde hacía siete años, no ha señalado culpables.
No es el único crimen político en esta primera semana de Álvaro Uribe como presidente de Colombia. Dos concejales de La Peña, una pequeña población del departamento de Cundinamarca, fueron asesinados por las Fuerzas Armadas Resvolucionarias de Colombia (FARC); otro más fue gravemente herido. El alcalde de la población, quien gobierna a control remoto desde Bogotá por las amenazas de la guerrilla, calificó de 'error' el que las tres víctimas hubieran acudido a una cita con el comandante de un frente guerrillero. Desde hace tres meses, cuando las FARC lanzaron su amenaza contra funcionarios municipales para obligarlos a renunciar a sus cargos, han sido asesinados 18 concejales en todo el país.
Payaso tiroteado
Por otro lado, el payaso y mago colombiano Chispiruleto fue asesinado por un espectador al que no gustó una función, informa Efe. Sus restos fueron inhumados ayer en un cementerio de Sincelejo, capital del departamento caribeño de Sucre. El artista, de 29 años, cuyo nombre de pila era José David Hernández, fue atacado a tiros el martes pasado mientras presentaba su espectáculo en unas fiestas populares en la zona rural de Sampués, cerca de Sincelejo, y a unos 800 kilómetros al noroeste de Bogotá.
Gasparín, uno de los compañeros de oficio de la víctima, dijo que Chispiruleto fue tiroteado por un desconocido mientras efectuaba un número de magia y murió en el acto. 'Mataron a un payaso, pero no la risa que tanto necesita el país. Él nos decía que quería que el día que muriera lo vistieran de payaso, y que nosotros lo acompañáramos. Lo que le ocurrió fue un acto de intolerancia', dijo su compañero.
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