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Crónica
Texto informativo con interpretación

País Vasco y municipales marcan el ritmo

El Gobierno espera que el Tribunal Supremo incluya en su sentencia de la ilegalización de Batasuna consideraciones sobre sus cargos electos

Soledad Gallego-Díaz

El nuevo reparto del poder dentro del Gobierno, marcado por la remodelación ministerial de julio, está aportando ya algunas novedades, que se harán muy visibles a la vuelta del curso político, en septiembre. La primera de ellas es la incorporación plena de Ángel Acebes al equipo que desde Moncloa define la estrategia de la lucha antiterrorista, es decir, el auténtico sanedrín de la política nacional.

Acebes ya pertenecía al círculo cuando era ministro de Justicia, pero su paso a Interior acentúa su protagonismo y puede tener un destacado efecto secundario: difuminar la imagen que aún tiene la mayoría de los españoles de Jaime Mayor Oreja como auténtico responsable de la lucha contra ETA.

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Habrá que estar atento a la influencia del nuevo papel de Acebes en las encuestas de opinión que, de forma indirecta, viene haciendo el propio Partido Popular entre los posibles candidatos a sucesor de José María Aznar y en las que, hasta ahora, Mayor Oreja tiene una sensible ventaja, incluso sobre Rodrigo Rato.

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El político vasco ha conseguido conservar su alta popularidad, pero desde que se convirtió en el jefe de la oposición en Vitoria tiene una proyección pública nacional muy inferior a la de sus competidores, y esa falta de presencia puede terminar por socavar su imagen. El hecho de que Aznar le encargara este mismo verano la elaboración del programa electoral municipal le permitirá cobrar algo de aire a primeros de año próximo, pero aun así se mantiene en segundo plano. No es extraño que sus seguidores estén pidiendo 'prudencia' a los sectores del partido que no quieren a Mayor Oreja como candidato. 'Sería muy sucio que se aprovecharan de su firme y serio compromiso con el País Vasco para socavar sus intereses en el resto de España como candidato a la sucesión de Aznar', asegura un político vasco, admirador del antiguo ministro de Interior. Lo razonable, afirman, es que nadie se mueva, de verdad, hasta las municipales. 'Prudencia', insisten.

La segunda novedad es la aparición del vicepresidente primero Mariano Rajoy como portavoz del Gobierno, que obligará al secretario general del partido, Javier Arenas, a abandonar el papel de 'portavoz bis' que desarrolló durante toda la etapa de Pío Cabanillas.

Arenas criticó siempre la forma en la que Cabanillas desempeñaba su papel por considerar que era 'absentista' y flojo y dejaba mucho espacio sin cubrir. El hecho es que terminó comiéndose al ministro portavoz y apareciendo una y otra vez en los medios de comunicación, y sobre todo en RTVE, no sólo como la imagen del PP sino la del propio Gobierno.

La situación será completamente distinta con Mariano Rajoy, un político mucho más experimentado que Cabanillas, y con una facilidad especial para relacionarse con los medios de comunicación. Rajoy no compartió tampoco la manera de actuar de Cabanillas y no tendrá problemas para ejercer su trabajo de portavoz de una forma plena, sin dejar espacio a competidores.

La tercera novedad no es tanto el hecho de que el secretario general del partido, el propio Javier Arenas, haya vuelto al Gobierno, como que lo haya hecho ocupando la cartera de Administraciones Públicas, precisamente la que más relación tiene con los ayuntamientos y gobiernos autonómicos. Dado que faltan pocos meses para las elecciones municipales y autonómicas de 2003, no hace falta ser desconfiado para darse cuenta de la transcendencia de combinar ahora esos dos cargos.

Arenas ha anunciado además que va a desempeñar directamente los dos puestos, sin delegar ni tan siquiera parcialmente la secretaría general, como hizo Francisco Álvarez Cascos en 1996. El entonces secretario general del partido simultaneó el cargo con su puesto de vicepresidente primero del Gobierno, pero dio paso a un coordinador general, que fue precisamente Ángel Acebes.

Medios cercanos a Arenas aseguran que ya ha empezado a mantener una presencia menos apabullante en los medios de comunicación y a centrar su tarea en la preparación de las elecciones municipales. El secretario general, asegura un miembro de su equipo, hará todo cuanto esté en su mano para mantener 'congelada' la carrera presidencial hasta después de los comicios, tal y como desea Aznar.

Sobre el papel, el PP sigue teniendo los mismos sectores que antes: el bloque que apoya a Rodrigo Rato y el que prefiere a Jaime Mayor. Los seguidores del ministro de Economía esperan que su candidato se pronuncie sobre sus aspiraciones políticas a la vuelta de las vacaciones.

La mayoría está convencida de que Rato no les dejará en la estacada y finalmente buscará la sucesión. Pero, en cualquier caso, si toma otra decisión confían en que lo hará saber con tiempo suficiente como para que sus seguidores no se encuentren en el último momento fuera de juego, sino que puedan realinearse detrás de otro aspirante.

La idea no es tanto imponer una opinión como presentar a tu propio candidato en condiciones suficientemente buenas como para que sea un buen competidor y, sobre todo, como para que el 'elegido' se sienta obligado a negociar un cierto reparto de poder. Ésa es al menos la teoría de muchos militantes y cargos medios del PP que comparten la posición de Álvarez Cascos: el presidente Aznar puede elegir a quien considere más adecuado, siempre que tenga buenas posibilidades de ganar las elecciones de 2004 y que sepa que deberá abrir una negociación con los núcleos de poder del partido.

De momento, la vida política a la vuelta de las vacaciones va a estar marcada, sobre todo, por el proceso de ilegalización de Batasuna, que el Gobierno quiere enviar formalmente al Supremo el primer día hábil del próximo mes de septiembre.

La decisión de la Sala especial del Supremo se producirá con la mayor rapidez posible y, tan importantes como los argumentos que esgriman los jueces para la propia ilegalización del partido que apoya a ETA, serán otras consideraciones que el Gobierno espera que los jueces incluyan en esa primera sentencia. La más decisiva será qué sucede con los cargos electos que fueron elegidos dentro de esa organización.

Parlamentarios, alcaldes y concejales ocupan puestos representativos de los que no pueden ser despojados, pero estarán cometiendo un delito si siguen militando públicamente en una organización que ha sido declarada ilegal. 'Nadie está hablando de detenciones masivas de cargos electos', afirma un diputado popular del Parlamento vasco. 'Es importante no precipitar las cosas. Actuaremos sin prisas, pero con determinación', añade.

Mayor Oreja, que conoce los riesgos que puede tener para su futuro político una dedicación exclusiva al tema vasco, es sin embargo un gran defensor de la perseverancia. Considera que no puede aceptar cargos nacionales antes de que se celebren las municipales porque su primera obligación es mantener viva en Euskadi la idea de la alternancia.

Sus seguidores aseguran que las elecciones, sin Batasuna, van a ser especialmente duras y peligrosas para los no nacionalistas, pero que su resultado dará una idea de la situación real del PP. Además, están seguros de que el lehendakari va a continuar con lo que Mayor Oreja califica de 'política de ruptura'. Una línea que, según él, ETA avaló el pasado 12 de julio pero que no compromete a la organización terrorista en un cese de la violencia. Pese a todo, afirma el dirigente popular, Ibarrexte seguirá cumpliendo como hasta ahora al pie de la letra con su programa de investidura, lo que hace temer que en las próximas semanas tome nuevas iniciativas dentro de esa línea de ruptura.

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