¡Es la economía no las finanzas, estúpido!
El objetivo del FMI al conceder un crédito a Brasil es permitirle celebrar las elecciones presidenciales del 5 de octubre en relativa paz al tiempo que ahorre, o al menos postergue, otra crisis latinoamericana.
La Administración Bush sostiene ahora que Brasil es un país serio y que los justos no deben pagar por pecadores, es decir, como los argentinos. Para evitar que la incertidumbre política electoral haga realidad, a través de la fuga de capitales y la especulación, la temida profecía de la suspensión de pagos, el FMI ha apostado, pues, por Brasil.
Bush tiene razones internas para apoyar esta política preventiva en el caso de Brasil. Ni la economía norteamericana ni Wall Sreet terminan de levantar cabeza. Y lo que se sabe de la corrupción de las grandes empresas parece ser sólo un brillante prólogo.
En estas circunstancias, echar leña al fuego como insinuó el secretario del Tesoro, Paul O'Neill, antes de su viaje a la región, hubiera sido jugar con fuego.
El economista Paul Erdman, apologista de Bush, dice: 'El hecho de que el rescate de Brasil también ayudará a Citigroup y FleetBoston, que tienen tienen allí un riesgo de 20.000 millones de dólares, difícilmente pase inadvertido cuando llegue el momento de pedir apoyo electoral entre la élite de Wall Street'.
Quizá el coste de esta operación sea en gran parte virtual. De los 30.000 millones de dólares, Brasil sólo podrá disponer de 6.000 millones durante 2002. El resto del paquete dependerá de si el nuevo presidente de Brasil acepta las condiciones del FMI.
Raíz económica
Y, ¿si el problema de Brasil no es Lula, el candidato del partido de los Trabajadores, como teme la comunidad financiera internacional? En otros términos, ¿y si sus problemas exceden la política y hunden su raíz en la economía?
La deuda pública brasileña no ha dejado de crecer en los últimos tres años. En términos de producto interior bruto brasileño, ha subido del 49% al 55%. Si la economía creciera como solía hacerlo, ese ratio podría descender. Pero la realidad es otra. Brasil ha pasado por una recesión y su capacidad de volver a crecer y exportar no es visible en el horizonte.
'Sin un contexto mundial más positivo, Brasil puede encontrarse con unas perspectivas de crecimiento económico aun más complicadas para el año 2003, con un débil apetito de los inversores para tomar riesgos. Ambos pueden contribuir más tarde al autocumplimiento de la profecía', advierten los economistas de Morgan Stanley. La profecía es, claro, la crisis.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.