_
_
_
_

Descubierta otra hormona que disminuye el apetito

Un experimento demuestra que la sustancia reduce un 33% la ingesta de calorías

Científicos del Reino Unido, EE UU y Australia han demostrado que una hormona que segrega el intestino reduce el apetito. Los investigadores han descubierto que al inyectar a humanos la hormona PYY3-36 la ingesta de calorías se reduce un 33%. Antes habían obtenido resultados parecidos con ratas. Esta molécula es una de las muchas relacionadas con el control del apetito y abre la puerta a nuevos tratamientos contra la obesidad. El trabajo lo publica hoy la revista Nature.

Más información
Microchips de ADN mejoran el diagnóstico del linfoma
El genoma humano acelera la investigación en cáncer
Los Ángeles prohíbe los refrescos en los colegios para evitar la obesidad
Gráfico:: El secreto de la vida

Los científicos sometieron a 12 voluntarios sanos, no obesos, al experimento: seis recibieron una inyección de PYY3-36, y seis, suero salino. A las dos horas se les ofreció un bufé libre y, 24 horas después, el grupo que había recibido la hormona había ingerido un 33% menos que el otro grupo. La diferencia se produjo en las primeras 12 horas. A partir de ese momento la ingesta fue prácticamente idéntica. Falta por probar que el efecto sea el mismo en obesos.

La hormona PYY3-36 es liberada por el intestino después de comer, en cantidades que dependen de las calorías ingeridas. La hormona inhibe la actuación de un sistema situado en el cerebro cuya función es activar el apetito mediante la liberación de una sustancia llamada neuropéptido Y. Así pues, la hormona PYY3-36 le dice al cerebro que ya se ha comido y éste disminuye el apetito.

En la regulación del apetito también participa otra sustancia, la melanocortina, que inhibe el apetito y que es liberada por otro centro del cerebro. Cuando éste está activado, el otro (el del neuropéptido Y), inhibido. Varias hormonas actúan sobre estos dos sistemas (ver gráfico), conformando la compleja regulación del apetito.

Nature señala que la importancia del descubrimiento de la PYY3-36 es que regula el apetito 'a medio plazo'. Hasta ahora se conocían otras que regulan el peso a largo plazo (leptina e insulina), o que actúan sobre las comidas de forma individual indicando cuándo hay que parar de comer o cuándo el estómago está vacío (colecistoquinina o ghrelina).

Debido al complejo sistema, uno de los investigadores, Roger Cone, de la Universidad de Oregón (EE UU), señaló que el descubrimiento supone 'una pieza más en el rompecabezas que controla el apetito y la saciedad'. 'Aún falta mucho para que se pueda usar la hormona en un tratamiento', añadió.

Otro de los miembros del equipo, Stephen Bloom, del Imperial College de Londres, adelantó alguna de las utilidades que podría tener en el futuro la hormona: 'Una posibilidad es descubrir qué alimentos provocan una mayor liberación de PYY3-36 para limitar el apetito de forma natural'. Otra, añadió, sería la inyección de la hormona, como hacen los diabéticos con la insulina. Los científicos señalan que en el experimento no hubo efectos adversos, ya que la inyección de la hormona es similar al proceso natural. En la investigación también participaron científicos del Instituto Garvan de Investigación Médica de Sydney (Australia).

En el mundo, 1.000 millones de personas sufren sobrepeso.En España, lo padecen el 35% de las personas entre 25 y 60 años, mientras que el 14% padecen la forma más severa, la obesidad.

Antes de experimentar con personas, las investigaciones con ratas mostraron resultados parecidos. Durante siete días, el equipo administró la hormona a ocho ratas dos veces al día, y a otro grupo, nada. Al terminar la semana, el grupo que recibió la hormona había ganado una media de 48,2 gramos. El otro grupo, 58,7 gramos.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_