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El nuevo presidente de Bolivia debe afrontar una grave crisis económica

Un filósofo, aunque industrial minero y político, y un historiador dedicado al periodismo asumen hoy la presidencia y vicepresidencia del sexto Gobierno constitucional de Bolivia desde que, en 1982, se retornó al sistema democrático tras un largo periodo de dictaduras militares.

El ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, de 72 años, (1993-1997), sucederá al actual presidente, Jorge Quiroga, que cumplió un año en esas funciones después de que el general Hugo Bánzer se viese obligado a renunciar por un cáncer terminal.

Sánchez de Lozada, considerado entre los hombres más ricos del país, hereda un país con un precario equilibrio macroeconómico, sostenido por exigencias internacionales, que no puede ocultar la miseria y pobreza en la que vive. Siete de cada 10 bolivianos son pobres, el desempleo es alto y el aparato productivo agoniza, mientras crecen las reivindicaciones de los pueblos indígenas, cansados de vivir sin agua potable, ni electricidad y un mínimo acceso a servicios como salud y educación.

El acto protocolario, que se desarrollará el día de la fiesta nacional, tiene como escenario el viejo Palacio Legislativo de La Paz. A la posesión han sido invitados el Príncipe de Asturias, que llegó a La Paz ayer, y los presidentes de Argentina, Eduardo Duhalde; Perú, Alejandro Toledo; Paraguay, Luis González Machi, y Venezuela, Hugo Chávez.

El vicepresidente Carlos Mesa, de 49 años, investido como presidente nato del Congreso, es el encargado de recibir la banda y medalla presidenciales de manos del saliente mandatario para imponerlas al nuevo gobernante. Con hijos y nietos, Sánchez de Lozada mantiene su buen humor, agraciado aún más por su característico español mal hablado, como símbolo, dice él, del exilio político de sus padres en Estados Unidos.

Estructuras económicas

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Tras su paso por el Gobierno, cuando puso en marcha las mayores reformas de las estructuras económicas del Estado mediante la privatización parcial de las empresas públicas que complementaron otras adoptadas como ministro de Planificación del ex presidente Víctor Paz Estensoro, Sánchez de Lozada recibió muchos títulos de honoris causa de universidades estadounidenses y japonesas por las reformas aplicadas en Bolivia. Sin embargo, estas mismas reformas le trajeron la animadversión de muchos de sus compatriotas, que no terminan de entender el proceso y, de sus enemigos políticos, que no dudan en afirmar que 'vendió la patria'.

El vicepresidente Mesa, prestigioso analista político aficionado al cine, ha asumido el compromiso de luchar contra la corrupción en la función pública y llevar a la cárcel a todos quienes se beneficiaron ilícitamente de los recursos del Estado, entre ellos algunos ex ministros y ex diputados miembros del flamante aliado gubernamental, el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria, que pondrá a prueba su temple y su voluntad política anticorrupción.

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