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VIOLENCIA EN PAKISTÁN

Un asalto contra una escuela de misioneros cristianos causa seis muertos en Pakistán

Ningún grupo se ha responsabilizado del ataque, aunque se sospecha de radicales islámicos

Al menos seis paquistaníes murieron y otras tres personas resultaron heridas ayer como consecuencia de un asalto protagonizado por pistoleros encapuchados contra un colegio para hijos de misioneros extranjeros cerca de Islamabad. El director de la escuela, Russell Morton, de nacionalidad australiana, explicó que entre los muertos había dos vigilantes, un cocinero, un carpintero y un recepcionista. Ninguno de los 146 niños que asistían a sus clases resultó herido. Los padres de los alumnos son misioneros cristianos procedentes de países como EE UU, Alemania, Canadá y el Reino Unido.

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Una mujer filipina que visitaba a su hijo resultó herida de bala en una mano. Todos los extranjeros que integran la plantilla del colegio, una treintena, resultaron ilesos. La policía paquistaní insistió en que era demasiado pronto para identificar a los responsables del ataque, en el que participaron al menos tres hombres enmascarados y armados con fusiles de asalto AK-47.

Se trata del tercer ataque con víctimas mortales contra una institución cristiana desde que Pakistán decidió apoyar la guerra contra el terrorismo encabezada por EE UU tras los atentados del 11 de septiembre. 'Es un desastre para la comunidad de misioneros extranjeros', declaró Russell Morton, director de la Escuela Cristiana de Murree, una localidad de montaña situada a unos 50 kilómetros de Islamabad. 'Querían hacerle daño a la comunidad misionera. ¿Qué mejor que atacar a sus hijos?'.

Saeed Javed, pastor protestante y padre de uno de los alumnos, culpó de lo ocurrido a radicales musulmanes. 'Personalmente, creo que se trata de un atentado terrorista', dijo. 'Esto no puede ser obra de buenos musulmanes'. El alcalde de Murree, Khurseed Abbassi, declaró que de los seis muertos dos eran cristianos y cuatro musulmanes.

Ayer había manchas de sangre en la caseta de recepción situada a la entrada de la escuela -el lugar donde los asaltantes mataron a tiros al primer guardia de seguridad- y también alrededor de la iglesia del centro. Morton explicó que tres guardias de seguridad intercambiaron disparos durante 10 o 15 minutos con los asaltantes antes de que éstos se dieran a la fuga, aparentemente ilesos. Según Morton, los atacantes dispararon indiscriminadamente contra un edificio de dormitorios que se encontraba prácticamente vacío, pero no abrieron fuego contra las aulas de escuela primaria y secundaria, que se encontraban repletas de alumnos de entre 6 y 18 años.

Después del recreo

Los pistoleros comenzaron a disparar justo después de que los niños regresaran del recreo, hacia las once y cuarto de la mañana (cuatro horas menos hora peninsular española). El director explicó que los responsables de la escuela se reunieron después del atentado para decidir si el centro continuará abierto. Docenas de soldados fuertemente armados se desplegaron alrededor del complejo escolar, situado en una pintoresca colina poblada de pinos en las afueras de Murree, un centro vacacional fundado por los colonizadores británicos.

Morton señaló que el hecho de que los pistoleros no atacaran las aulas indica que su intención era asustar a los occidentales, no matarlos. 'Mi opinión es que el objetivo de este ataque es crear problemas a las autoridades paquistaníes', dijo. 'La escuela lleva funcionando 46 años y nunca hemos tenido problemas con la comunidad local'.

William Jan, de 26 años, un ordenanza de la escuela que resultó herido, declaró que vio a tres o cuatro atacantes. Según Jan, tenían la piel clara y no llevaban barba. Jan fue testigo de cómo dispararon contra uno de los cocineros del centro. 'Corría delante de mí cuando recibió un disparo de bala. Empecé a correr hacia el bosque, pero varias balas me alcanzaron en las piernas y caí al suelo'. Saleem, de 67 años, que vive cerca del colegio, explicó que salió de su casa al oír los disparos. Recibió varios balazos en las piernas y fue ingresado en un hospital. Las autoridades paquistaníes han culpado de ataques similares contra objetivos extranjeros a grupos radicales islámicos indignados por el apoyo del presidente Pervez Musharraf a EE UU en su lucha contra Al Qaeda y los talibanes en el vecino Afganistán. Once ingenieros franceses y tres paquistaníes murieron como consecuencia de la explosión de una bomba en Karachi el pasado 8 de mayo, y otros 12 paquistaníes perdieron la vida en un atentado con coche bomba junto al consulado de EE UU en la misma ciudad el 14 de junio. Ese centro consular cerró ayer por motivos de seguridad.

La comunidad cristiana en Pakistán también ha sido objeto de recientes actos de violencia. Un ataque con granadas causó la muerte de cinco personas en marzo pasado en una iglesia protestante de Islamabad frecuentada por ciudadanos extranjeros. La esposa y una hija de un diplomático estadounidense murieron en el atentado. Y en octubre pasado, 16 cristianos y un musulmán murieron en una iglesia de Bahawalpur, en la provincia de Punjab.

Los cristianos, hindúes y seguidores de otras religiones constituyen tan sólo el 3% de los 140 millones de habitantes de Pakistán, cuya población es mayoritariamente musulmana.

Matar a Musharraf

El próximo sábado dará comienzo el juicio de los tres presuntos autores del atentado contra el consulado de EE UU en Karachi. Los sospechosos también están acusados de conspirar para asesinar al presidente Musharraf.

La policía paquistaní detuvo a cuatro personas, entre ellas tres dirigentes de Al Almi, una escisión del grupo radical Harakat-ul-Muyahidin, por su presunta participación en el atentado contra la oficina consular estadounidense. Uno de los cuatro está acusado únicamente del complot contra Musharraf.

Harakat-ul-Muyahidin figura desde hace tiempo en la lista negra de organizaciones terroristas de EE UU, y al parecer tiene vínculos con separatistas musulmanes que combaten contra el Ejército indio en Cachemira.

Dos de los acusados, Mohamed Imran y Mohamed Hanif, líder y número dos de Harakat-ul-Muyahidin, respectivamente, reconocieron el mes pasado en una conferencia de prensa su participación en el atentado y en los planes para asesinar al presidente. Ambos aseguraron que intentaron matar a Musharraf a finales de abril pasado, pero el coche bomba falló. Entre sus objetivos, dijeron, figuran intereses estadounidenses en Pakistán como las cadenas de comida rápida McDonald's y Kentucky Fried Chicken. Los tres sospechosos están acusados de intento de asesinato, asesinato, uso de explosivos y terrorismo.

Un profesor de la escuela, tras una ventana agujereada por una bala.
Un profesor de la escuela, tras una ventana agujereada por una bala.REUTERS

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