Profesionalidad y falta de medios
La operación llevada a cabo en el islote Perejil pone de relieve las capacidades y las carencias de las Fuerzas Armada
El conflicto por el islote del Perejil es el primero al que tienen que enfrentarse en solitario las Fuerzas Armadas españolas en los últimos 25 años. Pese a su aparente simplicidad, los responsables militares están empezando a sacar lecciones de la Operación Romeo Sierra. En el capítulo del haber, destaca la actuación conjunta de los tres ejércitos y la profesionalidad demostrada por los boinas verdes que ejecutaron el asalto al islote. En la columna del debe, se han puesto de manifiesto graves deficiencias en materia de comunicaciones, helicópteros de ataque o aviones de reconocimiento.
José María Aznar siguió el asalto de las tropas españolas al disputado islote, en la madrugada del día 17, a través de la información que telefónicamente le facilitaba el ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa. Teniendo en cuenta que al presidente del Gobierno le corresponde legalmente 'ejercer la dirección de la guerra', así como 'dirigir la actuación de las Fuerzas Armadas', debía haber dispuesto en su despacho de La Moncloa de medios para seguir en directo la operación e intervenir en cualquier momento si lo creía necesario. Tampoco los mandos políticos y militares que siguieron los hechos desde las sedes del Ministerio y del Estado Mayor de Defensa contaban con imágenes en tiempo real de lo que sucedía en la isla y debían contentarse con la narración realizada por un miembro de la fuerza. Desde hace una década, el programa Sistema Conjunto de Telecomunicaciones Militares (SCTM) intenta cubrir estas deficiencias, pero en buena parte ya está obsoleto. La homogeneización y digitalización de todas las redes de comunicación e información es uno de los proyectos pendientes de Defensa.
No por conocida ha sido menos evidente la falta de helicópeteros de ataque. Los 73 Bö-105 comprados a finales de los años setenta están al final de su vida operativa y muchos han sido dados de baja o cedidos a la Guardia Civil. El Ejército de Tierra se vio obligado a armar con ametralladoras tres helicópteros ligeros polivalentes HU-10. Fueron suficientes para disaudir a los seis marroquíes que ocupaban Perejil, pero la situación podría haber sido diferente de enfrentarse a una verdadera resistencia.
El Gobierno español debe decidir en otoño si compra el helicóptero de ataque Tigre europeo o el estadounidense Apache, en un programa de más de 1.200 millones de euros. La crisis con Marruecos da un empujón a la opción americana, pues el Apache está probado en combate y EE UU ofrece seis aparatos en alquiler que podrían estar operativos en unos pocos meses, sin tener que esperar hasta 2007.
Con todo, la mayor deficiencia ha sido la información. El Ejército del Aire se vio obligado a prescindir hace unos meses de sus 14 aviones Phnatom de reconocimiento debido a una avería, sin contar todavía con los pods que permitirán a los cazabombarderos F-18 asumir esa función.
Tampoco dispone España de vehículos aéreos no tripulados (AVO), aunque el INTA (Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial) desarrolla desde hace años el proyecto SIVA (Sistema Integrado de Vigilancia Aérea) que aún no ha logrado pasar de la fase de prototipo.
Por el contario, el Ejército de Tierra se congratulará ahora de haber apostado en 1997 por la creación del Mando de Operaciones Especiales (MOE) y de haber concentrado a sus 800 miembros en la base de Rabassa (Alicante). La elección de esta unidad no fue casual: los boinas verdes venían preparándose para entrar en acción desde que, en otoño pasado, España los ofreció a EE UU dentro de la Operación Libertad Duradera. Finalmente no fueron a Afganistán, pero bastó un fin de semana para que estuvieran listos para ocupar Perejil.
Más allá de las discursos teórios, la intervención demostró la importancia de la acción conjunta de los tres ejércitos. El asalto al islote fue ejecutado por tropas de Tierra, pero se dirigió desde el buque Castilla y contó con la protección de fragatas, corbetas y submarinos, así como de cazas F-18 prparados en la base de Morón de la Frontera (Sevilla).
Las lecciones del reciente conflicto con Marruecos influirán, sin duda, en la revisión de las prioridades de Defensa y en la elaboración de los próximos presupuestos, que podrían beneficiarse de un sensible incremento.
Pese a ello, como advierte un mando militar, 'preparar la próxima guerra basándose en la anterior es la manera más segura de perderla. No hay dos crisis iguales y la de Perejil es irrepetible'.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.