Sasha Waltz lleva a Aviñón el final de su trilogía sobre el cuerpo
El estreno de noBody, tercera entrega de una trilogía sobre el cuerpo iniciada hace dos años con Körper, continuada con S el mismo año 2000, es uno de los momentos fuertes de un Festival de Aviñón que ha apostado por la novedad y la creación. Sasha Waltz, la coreógrafa que firma el espectáculo, y codirectora con Thomas Ostermeier de la Schaubühne de Berlín, dice que su trabajo no tiene que ver con el repertorio. 'Mi compañía no es ni una fábrica ni una oficina. No tengo otra ambición que la belleza'. Y la belleza acude a la cita. En la Cour d'honneur del palacio de los Papas la belleza se ampara del lugar, como la cascada de tejido blanco que se hincha más y más hasta ocupar el enorme escenario.
'En Körper me interesé por la anatomía, por las sensaciones ligadas a la presencia física del cuerpo y lo hice en un montaje concebido para el Museo judío de Berlín', explica Waltz. 'En S el sexo, las emociones y la sensualidad inspiraban el espectáculo mientras que noBody es una obra sobre la dimensión espiritual del cuerpo, que habla de su metafísica, del alma. La idea es reflexionar sobre cuerpo ausente, sobre la muerte, pero también sobre lo que somos, junto y al margen de nuestros cuerpos'.
Danza-contacto
Waltz es hoy una figura de la llamada post-danza-teatro, un movimiento encabezado por Pina Bausch pero del que ella no se siente continuadora. 'Pina es la madre de todas nosotras pero mi formación ha estado mucho más influida por la danza-contacto de Trisha Brown, por ejemplo, que por la renovación de la tradición expresionista'. Para noBody reconoce como fuentes de inspiración 'la del Miguel Ángel de la Capilla Sixtina, del Juicio Final, así como las imágenes de representación del cuerpo encontradas en Pompeya, inscritas en la lava. El vestuario de Bernd Skodzig es una estilización del que se utiliza en los sanatorios'. Pero el motor real de la obra es la muerte de un amigo. 'Una parte es fruto de la improvisación con los bailarines sobre las preguntas que plantea la desaparición de un ser querido, sobre cómo vivir el duelo, cómo despedirse de quien se va, cómo decirle hasta luego'.
Si la muerte y la belleza impulsan noBody no puede decirse lo mismo de La marche de l'architecte, del australiano Daniel Keene puesta en escena por el francés Renaud Cojo y libremente inspirada en la figura -y los textos- de Albert Speer (arquitecto de Hitler y eficacísimo ministro de Industria y Armamento del III Reich en guerra). Speer, de manera indirecta -reclamando mano de obra sin preocuparse por su origen- contribuyó a la expansión de los campos de concentración y exterminio. ¿Qué sabía él de la puesta en marcha progresiva de la llamada solución final? La biógrafa Gita Sereny ha demostrado hasta que momento Speer pudo permanecer ciego a la naturaleza criminal del régimen hitleriano y cómo, cuando supo, somatizó el horror con una enfermedad que estuvo a punto de costarle la vida al tiempo que, una vez repuesto, intentó frenar las destrucciones masivas ordenadas por Hitler.
Babelia
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