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Un caza español escolta a un avión en el que un viajero amenazó de muerte al pasaje con un punzón

El pasajero estaba ebrio y había sido deportado desde México

F. Javier Barroso

Un avión de combate español F-18 escoltó durante cerca de dos horas a un Boeing 767 de la compañía Avianca procedente de Bogotá (Colombia), en el que uno de los 144 viajeros, Perfecto Manuel Vázquez Expósito, de 40 años, amenazó con dos punzones al resto del pasaje y a la tripulación. Ante la gravedad de las intenciones del agresor, el capitán del avión comercial, Luis Eduardo Gutiérrez, pidió a la torre de control de Barajas el procedimiento especial de emergencias para que le escoltara una aeronave militar. El agresor, con antecedentes por tráfico de drogas, había sido deportado desde México por estancia ilegal.

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El vuelo AVA 010 salió de México e hizo escala en Bogotá. Desde el principio del viaje estaba a bordo Manuel Vázquez Expósito y un acompañante de éste que había sido expulsados, sin custodia policial, de México a Madrid por carecer de permiso de residencia. Las autoridades españolas desconocían esta circunstancia. A las dos horas de despegar del aeropuerto colombiano, Vázquez, que cuenta con varios antecedentes policiales por tráfico de estupefacientes, comenzó a alborotar dentro del avión. 'A pesar de que sonó la señal de que apagaran los cigarillos, no hizo ni caso y siguió fumando', explicó una pasajera.

El agresor, que estaba ebrio y viajaba en la zona turista, sacó una botella de güisqui y comenzó a beber, lo que aumentó su agresividad, según los testigos. En un momento dado, empuñó un punzón y empezó a amenazar de muerte a la tripulación. A medida que su borrachera aumentaba, sus modos se volvían más violentos. 'He llegado a temer por mi vida cuando me ha amenazado con un punzón. Lo único que he podido hacer es seguirle la corriente porque era muy fuerte', explicó ayer a este periódico María de las Nieves Millán. 'Nos amenazó diciéndonos que como tenía amigos narcotraficantes, nos iban a matar a todos en cuanto llegáramos a Madrid', añadió. 'La peor parte se la llevaron las azafatas, a las que no paró de amenazar de muerte. Todo el mundo calló y no quiso ni mirarle, ante el temor de que nos matara, porque su violencia iba en aumento', señaló otro pasajero. Vázquez no paraba de moverse por el avión y no dejaba de fumar y de beber güisqui. Mientras, su compañero, Jerónimo Cortés Escudero, de 33 años, que también había bebido, permanecía en su asiento sin meterse con nadie.

Vázquez mide 1,90 metros, es de complexión fuerte y tiene 'pinta de mercenario', según la descripción que hizo uno de los viajeros del vuelo AVA 010. Los gritos del agresor fueron en aumento y siempre pedía más bebida, según comentaron varios viajeros. 'Mi hija, de tan solo un año, no ha podido pegar ojo en todo el viaje. Se ha puesto muy nerviosa ante los chillidos del hombre éste. Mi otro hijo, de tres años, también lo ha pasado muy mal, porque de la situación ha sufrido un ataque de asma', añadía con cara de cansancio otra pasajera.

Cuando la aeronave se encontraba en medio del océano y ante la amenaza de Vázquez de que iba a explosionar un artefacto, el piloto del Boeing 767 se puso en contacto con la torre de control del aeropuerto de Barajas. Tras explicarle la situación, solicitó el procedimiento de emergencia. Éste incluye que uno o más aviones de combate del Ejército escolten a la aeronave. 'Tuvimos que bloquear la cabina para impedir que se hiciera con el control del avión. Hemos llegado a pasar muchos nervios porque nunca se sabe cómo va a reaccionar una persona tan peligrosa y que está fuera de sí', explicó Luis Eduardo Gutiérrez.

La historia vivió un punto y seguido gracias a la intervención de Maria Eliana Pineda, jefa de cabina del vuelo. Ésta se dirigió hacia Vázquez y le pidió que depusiera su actitud. Vázquez, en una reacción inesperada, se sintió amenazado y tiró al suelo el cigarrillo que estaba fumando. La azafata aprovechó el descuido del agresor para arrebatarle su botella de qüisqui y escondérsela. El deportado creyó, presa de su embriaguez, que se la había quitado su compañero de viaje y le golpeó.

De repente, cesó su agresión y se dirigió corriendo hacia la parte delantera del avión. Allí un cordón humano formado por la tripulación y algunos pasajeros le impidió entrar a la cabina. El comandante de la aeronave esgrimió el hacha que llevan los aviones en la cabina para casos de emergencia. De poco le sirvieron los dos punzones que llevaba el agresor. La azafata logró empujarle dentro del servicio de la primera clase y, con la ayuda de varios pasajeros, le dejaron encerrado tras bloquear la puerta.

Cuando el Boeing 767 entró en el espacio aéreo español, un caza F-18 procedente de la base aérea de Torrejón de Ardoz, en Madrid, le escoltó y le dirigió a este aeródromo militar, donde aterrizó unas dos horas después.

El avión quedó estacionado en una pista auxiliar, con todo el pasaje dentro. Fue rodeado en cuestión de segundos por unidades antidisturbios del Cuerpo Nacional de Policía. Instantes después, cinco agentes de los Grupos Especiales de Operaciones (Geos) arrimaron una escalerilla a la aeronave y, agachados para no ser vistos, subieron hasta la aeronave. En cuestión de segundos, abrieron la puerta del servicio y detuvieron a Vázquez. También arrestaron a su compañero ante el riesgo de que intentara alguna acción violenta. La operación fue coordinada en el lugar por el jefe Superior de Policía de Madrid, Juan Bautista Zurera, y el comisario jefe de Torrejón, Juan Corral. 'Fue como de película, en muy poco tiempo entraron los geos y acabaron con este calvario', señaló Esperanza Carvajal, una de las pasajeras.

Los pasajeros fueron trasladados al pabellón de oficiales de la base, donde lq policía tomó declaración a la tripulación y a algunos de los viajeros. Después, tres autobuses les llevaron a la terminal Internacional de Barajas, donde, tras pasar el control de pasaporte y equipaje, concluyó su pesadilla.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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