Un atentado palestino contra un autobús de línea israelí causa ocho muertos
El primer ataque en el último mes coincide con la cumbre diplomática de Nueva York
Pocas horas antes de que se reunieran en Nueva York los representantes del cuarteto -Estados Unidos, Unión Europea, Rusia y Naciones Unidas- para tratar de reactivar el proceso de paz en Oriente Próximo, un comando palestino atacaba un autobús israelí en una carretera en el norte de Cisjordania, matando a ocho viajeros, en su mayoría colonos, e hiriendo a otras 20 personas. El ataque fue reivindicado al mismo tiempo por tres organizaciones: las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, vinculadas al partido gubernamental Fatah; Frente Demócratico para la Liberación de Palestina, y Hamás.
'El espectáculo era escalofriante. En el interior del autobús había varios niños bañados en sangre. Cogí uno de aquellos cuerpos y traté de sacarlo al exterior; cuando estaba pasándolo a través de la ventanilla, la misma por la que había entrado, me di cuenta de que el niño ya había muerto', explicaba entre sollozos un enfermero, uno de los primeros en llegar al lugar del atentado, a poco menos de 200 metros de la entrada principal del asentamiento de Emanuel, al norte de Cisjordania.
Un autobús de la compañía Dan, de la línea 189, que habitualmente cubre el trayecto entre Tel Aviv y el asentamiento de Emanuel, acababa de ser atacado por tres terroristas palestinos, disfrazados con uniformes del Ejército israelí, en una operación minuciosamente preparada, que en muchos aspectos recordaba un atentado anterior acaecido el pasado mes de diciembre, en el mismo lugar, contra el mismo asentamiento, en el que murieron 10 miembros de esta comunidad.
Ayer, como en la ocasión anterior, la carrera del autobús fue detenida por la explosión de un artefacto colocado al pie de la carretera. A continuación, mientras el conductor trataba de no perder el control del vehículo, arrimándolo a una cuneta, se escucharon otras explosiones más, provocadas al parecer por granadas de mano, que los tres terroristas palestinos lanzaron desde una roca en la que se encontraban parapetados.
Una vez bloqueado el autobús, mientras los viajeros trataban de salir del vehículo de manera precipitada, los activistas empezaron a disparar con sus armas automáticas, fusiles de asalto M-16, contra todos aquellos que aparecían por las puertas. Lo hacían prácticamente a bocajarro, sin dar a los viajeros ninguna posibilidad de huida, aseguraron los supervivientes. Los disparos duraron varios minutos, en medio del caos y el pánico. Luego los atacantes emprendieron la huida, campo a través, por las colinas, en dirección a la ciudad autónoma palestina de Nablús.
La operación fue reivindicada en un primer momento por las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, a través de una llamada telefónica efectuada a una agencia de prensa extranjera, en la que recalcaba que los tres asaltantes habían logrado 'escapar indemnes'. Minutos más tarde un portavoz del Frente Democrático para la Liberación de Palestina se atribuía la operación, recalcando que la misma se había efectuado con 'armas automáticas' y después de haber hecho explotar 'varias cargas'. A última hora de la noche Hamás se sumó a las reivindicaciones.
Con este ataque contra el autobús, se pone fin a una situación de calma aparente, en la que se encontraban sumidos los grupos guerrilleros palestinos desde hace tres semanas, cuando el pasado 20 de junio, atacaron el asentamiento de Itamar, en la zona cercana, matando a cinco colonos, entre ellos tres niños de corta edad. En aquella ocasión el ataque desencadenó una nueva operación militar, Camino Firme, que hace pocos días había empezado a desactivarse.
'Los palestinos han reanudado su juego asesino habitual, para intentar matar tantos israelíes y judíos como puedan', comentó un portavoz del Gobierno israelí, Arie Mekel, para a continuación señalar su escepticismo con respecto al proceso de reformas democráticas anunciado por Yasir Arafat, que en su opinión constituyen 'una broma'. Los responsables palestinos, como tratando de excusarse, aseguraban ayer una vez más que la responsabilidad del ataque recaía sobre las espaldas del propio primer ministro Ariel Sharon y la política de cierre adoptada sobre las ciudades de Cisjordania, que ha llegado al paro y a la miseria a más del 78% de la población.
Un asentamiento judío
Setecientas familias religiosas radicales, pertenecientes a la secta de los Haredim -Temerosos de Dios-, componen desde hace casi 20 años la población base del asentamiento de Emanuel. Los primeros habitantes de esta colonia fueron allí protegidos por el Gobierno, especialmente por el ministro de Vivienda en aquella época Ariel Sharon, quien trataba de animar a los sectores ultraortodoxos judíos a que se sumaran a una aventura político-religiosa a la que hasta entonces habían participado solamente los sectores laicos.
Emanuel se convirtió rápidamente en un símbolo para el movimiento colono. Su luz sirvió para que el Gobierno israelí impulsara en la misma zona una de las más deprimidas del norte de Cisjordania, otras experiencias similares, en las que participaron invariablemente comunidades ultrarreligiosas, que en cualquier caso son una minoría en un censo compuesto por más de 200.000 colonos.
'Ésta es nuestra tierra. Queremos vivir aquí en seguridad', aseguraba ayer uno de los miembros de esta comunidad, mientras los más jóvenes colgaban en la alambrada del asentamiento carteles en los que se podía leer una simple frase: 'Kahane tenía razón'. Era una alusión al rabino radical, Meir Kahane, asesinado a tiros en un hotel de Nueva York en noviembre de 1990, en plena campaña a favor de la expulsión de los palestinos a los países árabes vecinos.
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