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Reportaje:

África viste a la moda de Madrid

La asociación Humana recicla miles de toneladas de ropa usada para enviar fondos y prendas de vestir a cuatro países africanos

Cada dos días, la organización Humana recoge 250 kilos de ropa a las puertas del hospital universitario Gregorio Marañón. Delante de la puerta del centro hospitalario hay un contenedor con una bola del mundo dibujada. En su interior, en realidad, no hay sólo ropa usada, sino también escuelas, profesores y niños enfermos de sida de Angola, Mozambique, Zambia y Zimbabwe.

En toda la Comunidad de Madrid hay repartidos 900 contenedores de la asociación sin ánimo de lucro Humana, una organización que nació en Dinamarca en los años setenta vendiendo muebles usados. Ahora, los trabajadores de Humana en Madrid se encargan de recoger las prendas, clasificarlas y enviarlas a esos cuatro países africanos. El año pasado, la asociación recopiló 4.500 toneladas de ropa de 100 municipios de la Comunidad, lo que supone un 40% de todo lo reunido en España, unas 10.000 toneladas.

Una vez que los 12 conductores de los camiones vacían los contenedores, la ropa toma varios caminos. Humana vende parte de la ropa a distintas empresas, y lo recaudado es utilizado para pagar los sueldos de los trabajadores y para comprar camiones y contenedores. Las prendas que están rotas o con manchas imposibles de limpiar se tiran. Entre los miles de kilos de ropa recogidos, un 20% termina en la basura, según explica un encargado de la organización en Madrid, Rafael Mas.

La ropa de verano que está en buen estado, un 40% de lo recogido, se manda a África una vez lavada. La de invierno permanece acumulada en la nave industrial de Fuenlabrada donde los trabajadores de la organización la reciclan. En los países donde trabaja Humana no hacen falta abrigos ni jerseys por el calor. Pero Mas está convencido de que tarde o temprano la ropa de invierno tendrá una salida en futuros proyectos de la asociación en países del Este.

El resto de la indumentaria recogida se etiqueta y se vende en las cuatro tiendas que Humana tiene en la capital: las prendas cuestan tres euros. El dinero que se recauda en estos comercios se utiliza en proyectos para África como la lucha contra el sida, ayuda infantil, creación de escuelas profesionales y formación de profesores para esos centros.

La organización envió a los cuatro países africanos 226.000 euros en prendas recogidas en todo el territorio nacional, y mandó 1.340 toneladas de ropa, valorada en 630.000 euros.

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Para conseguir acumular tantas toneladas, la actividad en la nave industrial de Fuenlabrada es siempre frenética. El miércoles pasado, al mediodía, los trabajadores llevaban en el tajo más de cuatro horas. Sandra González, de 20 años, estaba rodeaba de seis bolsas grandes y nueve pequeñas. Todas llenas de ropa. Con la única compañía de un ventilador y un radiocasete, Sandra clasificaba la ropa. En un segundo, el género pasaba del contenedor a sus manos, y de sus manos, a una celda o a una bolsa. Las prendas rotas van a una caja; la ropa informal, a otra; los jerseys, a una celda; la destinada a África, a otra... Como ella, Asunción Montoro, de 33 años, y María Ángeles Montero, de 27, apenas pararon para tomar un refresco de máquina hasta más o menos las cuatro de la tarde. Mario Valderrama, de 23 años, se encargaba de que la ropa nunca rebosara en las bolsas ya seleccionadas.

Otras dos personas, Raúl González y Antonio Romero, de 19 y 18 años, respectivamente, prensaban el género para que ocupara menos espacio con la satisfacción de saber que esas prendas terminarían en África. Cada 15 días, esa ropa prensada sale en enormes camiones hacia Zambia, Angola, Mozambique y Zimbabwe. Pero este proceso que termina en el continente africano en forma de pantalones, zapatos y camisetas empieza mucho antes.

Conseguir un hueco

Dos promotores de Humana se encargan de recorrer los ayuntamientos de la región para pedir un hueco para sus contenedores. También acuden a entidades privadas como gasolineras, supermercados o asociaciones de vecinos. A veces los promotores encuentran muchas dificultades para conseguir un espacio, porque el suelo debe ser cedido gratuitamente. Una vez logrado el acuerdo, las dos partes firman un convenio en el que la organización se compromete a instalar el contenedor, limpiarlo, recoger la ropa e informar a la otra parte de cuántos kilos se recogen y a qué proyectos se destina la ropa.

Después, 24 horas al día, los conductores recogen las prendas de los contenedores. Aunque Humana intenta recopilar su contenido en el menor plazo de tiempo posible, algunas veces los propios ciudadanos que echan la ropa avisan de que un recipiente está lleno. Precisamente, en esta época del año la asociación tiene mucha actividad.

Rafael Mas conoce el perfil de los que se deshacen de la ropa y contribuyen con su causa. Son sobre todo mujeres que, cuando llega el verano y cuando arrecia el frío invierno, abren los armarios de toda la familia y empiezan a cambiar la ropa de sitio. Cuando llegan de nuevo los abrigos, en octubre, la asociación Humana nota que le falta más plantilla para hacerse cargo del reciclaje.

Humana. Teléfono 91 642 31 89. Más información en www.asoc-humana.es. Tiendas de Humana en Paseo de las Delicias, 55; Bravo Murillo, 298; Ríos Rosas, 33 y Cruz, 18.

El calvario de los contenedores

Humana tiene distribuidos por 100 municipios de la Comunidad de Madrid 900 contenedores para recoger la ropa usada. La capital es una de las ciudades más reticentes a ponerlos. La asociación ha mantenido conversaciones con la concejalía de Limpieza del Ayuntamiento, pero hasta hace poco tiempo era un calvario conseguir un par de metros cuadrados. Humana no paga impuestos por ocupar ese hueco. Por eso ha preferido negociar con empresas privadas. Éstas ceden su espacio gratuitamente, sólo a cambio de una pegatina de la compañía cerca de la bola del mundo que representa a Humana. Rafael Mas, uno de los responsables de Humana-Madrid, afirma que el Ayuntamiento de Madrid es prácticamente 'inaccesible'. 'Hace dos meses conseguimos poner contenedores en los puntos verdes de la capital. Pero nos cuesta trabajo conseguir esos huecos, porque por ellos no pagamos nada', asegura. La organización se encarga de mantener los contenedores siempre limpios. Muchas veces son víctimas del vandalismo, y los depósitos amanecen llenos de pintadas o rotos. Pero automáticamente son retirados para poner unos nuevos, sin coste ni trabajo alguno para el Ayuntamiento.

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