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Una operación de la Guardia Civil revela fallos de seguridad en la central de Trillo

Dos especialistas de la Guardia Civil lograron infiltrarse en el recinto en un simulacro

Carmen Morán Breña

La madrugada del 13 de junio dos agentes de la Unidad Especial de Intervención de la Guardia Civil burlaron la doble valla que rodea la central nuclear de Trillo (Guadalajara) y se infiltraron en el recinto. Se trataba de un simulacro para comprobar la capacidad de reacción de la vigilancia ante un ataque. El informe redactado por la inspección del Consejo de Seguridad Nuclear a raíz de la operación reconoce una serie de deficiencias en la protección física de la central: vallas que no están unidas al zócalo de hormigón, cámaras que pierden visión en algunas zonas de acceso, canales de agua sin sistemas de detección por ondas, escasa iluminación o vegetación que estorba a los vigilantes.

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El Consejo de Seguridad Nuclear pretendía con este simulacro, del que estaban avisadas todas las partes por cuestiones de seguridad, comprobar si el servicio de vigilancia de la central podía actuar coordinadamente ante un ataque simultáneo. Participaron ocho agentes de la Guardia Civil, dos de ellos coordinando la operación desde el exterior. Los otros seis se dividieron en tres parejas para entrar a la central con pequeños intervalos de tiempo. Los dos primeros saltaron a las 3.49; la segunda pareja, cuatro minutos después, y los dos últimos, a las 4.00. Los vigilantes lograron interceptar a cuatro agentes. Pero dos lo consiguieron: uno llegó hasta el objetivo, el muro del edificio de contención, y el otro permaneció escondido hasta que finalizó el simulacro, a las cuatro y cuarto de la mañana.

Para saltar el doble vallado que rodea el recinto, los agentes eligieron la misma práctica que varios miembros de Greenpeace habían usado para entrar en la central de Zorita el 25 de abril: una escalera contra la valla y telas para sortear sin peligro el alambrado de espinos.

Sumados el zócalo de hormigón, la valla y el voladizo de espinos da una altura aproximada de 2,30 metros. Entre las dos vallas hay una anchura de tres metros. Emplearon en la operación entre 18 y 26 segundos, un tiempo escaso para alertar a las patrullas y para que se desplacen hacia el objetivo, sobre todo teniendo en cuenta que el circuito cerrado de televisión se activa cuando ya se ha saltado la primera valla, según se recoge en el informe que se redactó para conocimiento de los consejeros del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), que preside María Teresa Esteban Volea.

En las conclusiones de la inspección del CSN se advierte de que la entrada a la central podría haber sido más rápida aun si se hubiera producido 'con intrusión de fuerza, utilizando explosivos o rompiendo los alambrados', algo que no se hizo para no deteriorar gratuitamente las instalaciones.

El vallado parece más destinado a colocar las cámaras que a obstaculizar la posible entrada, señala el informe. Por tanto, la inspección del CSN recomienda que se instalen 'cámaras de precisión' en sitios altos que enfoquen al doble vallado, porque las actuales sólo recogen lo que ocurre en la valla, pero perderían la pista del intruso una vez superado ese obstáculo. Se recomienda también aumentar la iluminación en esas zonas, instalar vallas electrificadas, fosos.

Tras el repaso a los resultados del simulacro, se detectó también que la vegetación en algunos tramos dificulta la visión a los vigilantes, que la valla no está 'embebida en el zócalo de hormigón' y que en tramos de doble vallado no hay sistema de vigilancia por microondas.

Los inspectores del CSN que estaban en la central no tienen certeza absoluta de la capacidad de reacción real de los vigilantes, porque 'cabía la posibilidad de que el número de efectivos fuera superior al habitual', según redactaron. En efecto, aquella noche había dos guardas con perros, algo que no hay siempre, y, de todos modos, los responsables estaban perfectamente al tanto del simulacro.

El día 12 por la mañana, la jefa de inspección del CSN informó al titular de la central de dicha operación aprovechando la presencia de los inspectores del CSN en las instalaciones. 'Dada la peligrosidad intrínseca de la operación', se acuerda que 'se sacrificarán parte de las posibilidades de simular situaciones reales'. Así que la Guardia Civil pudo recorrer la central con antelación y 'con la amplitud que consideró adecuada' para organizar su ataque. Y los titulares de Trillo adivinar sus planes fisgoneando el recorrido. A pesar de estos detalles que 'restan autenticidad' a la operación, los resultados y las conclusiones 'pueden considerarse válidos', señala el informe.

Una visita de guardias civiles 'educadamente uniformados'

El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) emitió una nota de prensa días después del simulacro de intrusión en la central de Trillo en la que se decía que 'los sistemas de detección actuaron correctamente y que los servicios de seguridad cumplieron con los requisitos establecidos en la normativa, retardando la intrusión...'. Pero nada se decía de las deficiencias detectadas en las medidas de protección de acceso al recinto. En ese comunicado se fecha el simulacro en la madrugada del 7 de junio; en el informe de los inspectores, el día 13. Esa nota es la que tienen los titulares de la central, Unión Fenosa, Hidroeléctrica del Cantábrico e Iberdrola. 'No tenemos el informe de la inspección, pero si hay algunas deficiencias para eso se hacen los simulacros, para subsanarlas', dijo un portavoz. La nota de prensa afirma que se están haciendo simulacros en las centrales a raíz del 11-S y que se hacen 'sin aviso previo al titular', algo que no es cierto en el caso de Trillo, como demuestra el informe de la inspección. Una inspectora del CSN informó a los titulares de la central el día anterior del simulacro. Entrarían guardia civiles 'educadamente uniformados', se lee en el informe del CSN. La presidenta del Consejo, María Teresa Esteban Volea, no quiso hacer declaraciones sobre las deficiencias en esta central, que comenzó a funcionar en 1988. El asesor de comunicación, José Francisco Morales, explicó que son detalles confidenciales: 'Esos datos no son públicos, no podemos hablar de ellos. Afectan a la seguridad física de la central y si esos errores están vigentes, si es que son errores, no debemos hablar de ellos'. El responsable de la campaña de Energía Nuclear de Greenpeace, Carlos Bravo, dijo que 'el informe demuestra que el CSN ha mentido a la prensa y al Parlamento sólo por favorecer los intereses de la compañía propietaria'. 'La falta de independencia del CSN es cada vez más patente desde que está de presidenta María Teresa Esteban Volea. Las centrales son instalaciones de alto riesgo y cabría por parte del Gobierno y, sobre todo, del Parlamento, una reforma absoluta del Consejo y una depuración de responsabilidades', añadió.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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