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Un tren con bidones de combustible nuclear descarrila en Escocia

Los llamados trenes nucleares recorren la práctica totalidad del país, incluyendo centros urbanos, en ruta hacia la central nuclear de Sellafield, en el este de Inglaterra. De Sellafield, única planta donde se reprocesan residuos nucleares, procedía el convoy que ayer descarriló en el acceso a la central de Torness, en la costa sureste escocesa. Venía vacío de carga contaminante, pero uno de los vagones arrastraba un contenedor que se utiliza para transportar residuos nucleares. "Ha sido un descarrilamiento mínimo, que sucedió a una velocidad de unos siete kilómetros por hora. Los vagones no han volcado", señaló Janine Clober, portavoz de British Nuclear Fuels.

El incidente se produjo cuando el conductor estaba maniobrando marcha atrás y no afectó directamente a la vía principal de la costa este que enlaza Londres con Escocia. Parte del trazado quedó, sin embargo, cortado temporalmente, provocando nuevos retrasos en el servicio.

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En esta misma línea se produjo el accidente mortal del miércoles y, el pasado octubre, un descarrilamiento en el que fallecieron cuatro personas y 35 sufrieron heridas. "No ha sido terriblemente serio y el peligro de contaminación parece mínimo, pero demuestra que los trenes nucleares también pueden sufrir accidentes", indicó Peter Roche, experto en temas nucleares de la organización ecologista Greenpeace.

La cercanía con el siniestro del miércoles, cuando un tren de pasajeros chocó primero con un vehículo y segundos después con un convoy de mercancías, provocando 10 muertos (según precisó ayer la policía rebajando la cifra adelantada inicialmente de 13 víctimas mortales), ha hecho saltar de nuevo la alarma sobre la seguridad del transporte ferroviario. En el norte de Londres, a pocos pasos de miles de viviendas, circula un tren nuclear por una vía de cercanías cada 10 días aproximadamente. En el barrio de Willesden enlaza con el trazado principal y se une con otros contenedores de residuos en Birmingham antes de partir hacia Sellafield.

Malestar de los pasajeros

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"Si no ponemos fin al transporte de residuos nucleares, nos estamos arriesgando a sufrir un accidente de consecuencias potencialmente catastróficas. El siniestro del miércoles se debió a una extraña cadena de circunstancias que se creía que no podían suceder, y el incidente de Torness es una señal clara de que los trenes nucleares también son vulnerables. Los residuos deberían almacenarse en cada planta y el reprocesamiento, que se ha demostrado inútil y que no practica ningún otro país, debería prohibirse", continúa el representante de Greenpeace.

La privatizada industria ferroviaria se resiente del cúmulo de accidentes y no ha recuperado todavía los pasajeros que perdió tras el descarrilamiento de Hatfield, que tuvo lugar el pasado octubre. El deterioro de la vía motivó el siniestro y desde entonces se revisa y repara toda la red británica.

Las obras de mantenimiento obligaron a la suspensión de servicios, a la reducción de velocidad e inevitablemente al malestar de los pasajeros. Un alto porcentaje huyó a los transportes por carretera y a los aéreos. Esto provocó la depreciación en más de 50.000 millones de pesetas del valor de compañías de tren como Stagecoach, que controla el 49,9% del capital de Virgin Rail, puesta en marcha por Richard Branson.

Una grúa levanta ayer un vagón del tren siniestrado en Yorkshire.
Una grúa levanta ayer un vagón del tren siniestrado en Yorkshire.EPA

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