_
_
_
_

Los teléfonos de la torre de control suiza también fallaron la noche del accidente aéreo

El controlador perdió un tiempo precioso al intentar, sin éxito, hablar con un aeropuerto alemán

El altamente improbable hecho de que dos aviones se encuentren en la inmensidad del cielo -tal y como sucedió en la noche del pasado lunes, cuando un Tupolev 154 y un Boeing 757 chocaron en el sur de Alemania- sólo se puede explicar con la desafortunada confluencia de varios factores. Hasta el momento era sabido que en Zúrich, donde se vigilaba el trayecto de los aparatos, estaba desactivado el sistema de alerta anticolisión y que uno de los dos controladores a cargo del espacio aéreo se había tomado un receso. Ayer se conoció otro problema: el sistema de comunicación telefónico tampoco funcionaba.

Más información
Decenas de muertos al chocar dos aviones en el aire al sur de Alemania
El controlador suizo pudo incumplir las normas al no desviar el avión ruso siniestrado
Suiza abre una investigación criminal por el choque de aviones
Los controladores suizos reducen un 20% los vuelos en su espacio aéreo
Las alarmas de los aviones que chocaron sobre Alemania funcionaron bien
El piloto ruso recibió dos órdenes: subir y bajar
La fiscalía investiga la presencia de una mujer en el control aéreo de Zúrich
Gráfico:: Las pantallas de control aéreo
Gráfico:: El lugar del accidente

El nuevo dato, dado a conocer por la Oficina Federal de Investigación de Accidentes Aéreos (BFU) alemana, organismo que dirige las pesquisas sobre la catástrofe, podría contribuir a explicar por qué el controlador sólo alertó al Tupolev 44 segundos antes de la colisión. Aquella no fue una noche tranquila en la sala de control que vigila el espacio aéreo suizo. Todo indica que el controlador estaba desbordado: sobre una pantalla tenía que vigilar el recorrido de cuatro aviones que en esos momentos cruzaban por el espacio aéreo suizo y, sobre otra, coordinar el aterrizaje de un quinto aparato en el aeropuerto de Friedrichshafen, en la orilla alemana del lago Constanza.

Para esta última operación debía ponerse en contacto telefónico con los operadores del aeropuerto. Al no poder hacerlo a través de la línea principal, desconectada por labores de mantenimiento, tuvo que recurrir a una conexión telefónica de reserva que daba problemas. Durante casi ocho minutos, entre las 23.25 y las 23.33, intentó comunicarse una y otra vez, siempre sin éxito. Un minuto después -como si repentinamente hubiese advertido el riesgo que implicaban los trayectos encontrados del Tupolev y del Boeing- ordenó por primera vez al avión ruso que maniobrara para perder altura.

¿Por qué no se dio cuenta antes del peligro? Por el problema telefónico, quizá, pero también porque el sistema de alerta anticolisión de Zúrich también había sido desconectado, a las 23.10, para un mantenimiento rutinario. Así, en la sala de control, no hubo alarma visual o sonora que lo pusiera al tanto de la inminente colisión, que causó la muerte de 71 personas, 52 de ellas menores de edad.

El Tupolev no reaccionó a la primera advertencia. Tuvieron que transcurrir otros 14 segundos hasta un segundo llamamiento al que sí hicieron caso sus pilotos, haciendo descender inmediatamente el avión. Para entonces, ya sólo faltaban 30 segundos para la colisión. Aun así, todo hubiera podido salir bien de no ser que también el Boeing 757 optara por una maniobra de descenso que, al parecer, le fue ordenada por su propio sistema anticolisión, el llamado TCAS.

Aquí aparece la última disyuntiva en esta trágica concatenación de hechos: por algún problema técnico, el TCAS del Boeing no estableció comunicación con el correspondiente dispositivo anticolisión del Tupolev, lo que, todavía en ese momento, hubiese podido evitar el choque al forzar a uno de los dos aviones a volver a ganar altura. ¿Acaso no funcionó este sistema a bordo del avión ruso? ¿Era de un estándar técnico distinto al del Boeing? ¿Qué sucedió con los TCAS? A tenor del actual estado de las investigaciones, ésta es la mayor incógnita aún por resolver. Para dilucidarla, habrá que esperar la evaluación de la información contenida en las llamadas cajas negras y los registros de voz de ambos aviones, que están siendo examinados en Braunschweig, sede de la BFU.

Un investigador alemán examina las pertenencias de las víctimas del accidente aéreo en un gimnasio de la localidad de Frickingen.
Un investigador alemán examina las pertenencias de las víctimas del accidente aéreo en un gimnasio de la localidad de Frickingen.ASSOCIATED PRESS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_