El piloto ruso recibió dos órdenes: subir y bajar
El controlador de Zúrich, un danés casado y con tres hijos, está en tratamiento psiquiátrico
El operario que se encontraba frente a las pantallas del centro de control del aeropuerto de Zúrich cuando el pasado día 1 de julio un Tupolev ruso con destino a Tarragona colisionó con un Boeing de carga en el aire es un profesional danés que permanece bajo tratamiento psiquiátrico, según reveló ayer un semanario danés.
El choque se produjo en cielo alemán a unos 12.000 metros de altura y en él murieron 71 personas, de ellas 52 niños rusos que se dirigían a la costa española a pasar su vacaciones de verano. En ese momento se encontraba en la sala de control de Zúrich un controlador danés de 35 años de edad y padre de tres hijos que forma parte de una dotación de 17 controladores de esa nacionalidad que trabajan para la oficina de seguridad aérea suiza, asegura en su número de ayer la revista BT. El otro controlador estaba en un receso.
Momentos antes del accidente el controlador danés trató de hablar con el aeropuerto alemán de Friedrichshafen, al que tenía que comunicar el aterrizaje de un vuelo; sin embargo, fallaron las comunicaciones con el aeródromo, tanto las convencionales como las de emergencia. Entretanto, el Tupolev y el Boeing se acercaban vertiginosamente en una trayectoria perpendicular sin que el controlador se percatara de ello. Cuando lo hizo no había prácticamente tiempo para evitar la catástrofe.
El hombre, que habla varios idiomas y jamás había tenido problemas en su trabajo, sufrió tal crisis nerviosa que debió ser hospitalizado y recibe desde entonces tratamiento psiquiátrico. Su estado es tal que la policía tuvo que esperar varias jornadas antes de poder interrogarle para averiguar qué pasó en la sala de control. También el controlador suizo que le acompañaba en el turno está bajo tratamiento psiquiátrico.
Mientras, ayer se supo que el sistema de alerta anticolisión TCAS del Tupolev 154 sí estuvo operativo e incluso alcanzó a ordenar a los pilotos rusos que maniobrasen para ganar altura, según informó ayer la Oficina Federal de Investigación de Accidentes Aéreos (BFU) en Alemania. La tripulación del avión ruso, sin embargo, hizo caso a otro aviso, aquello que, un segundo después, le fuera transmitido por el controlador aéreo en Suiza, que solicitó un descenso.
Lo comunicado ayer por la BFU con base en la primera evaluación de los registros de voz y las llamadas cajas negras deja en claro que los TCAS de los dos aviones funcionaron como debían: cuando aún faltaban 45 segundos hasta el choque, el sistema del Boeing del servicio de mensajería DHL ordenó un descenso, mientras que el del Tupolev pidió ganar altura. Los TCAS son sofisticados dispositivos electrónicos que se comunican entre sí cuando dos aviones se acercan demasiado.
Un segundo después de estas alarma, no obstante, la tripulación del avión ruso recibió una indicación contraria de la sala de control de Zúrich. Había que descender. Tras un nuevo aviso en este mismo sentido, 14 segundos después, el Tupolev 154 cumplió la orden. El choque, entonces, fue inevitable, dado que los pilotos del Boeing 757 habían optado por la misma maniobra, siguiendo las indicaciones de su TCAS.
En lo que constituye otra pieza de un rompecabezas que deja muy mal parado al organismo de seguridad aéreo suizo, Skyguide, la BFU confirmó ayer que también un controlador aéreo en Karlsruhe (Alemania) se dio cuenta del inminente peligro. Sus repetidos intentos de alertar a la sala de control de Zúrich, sin embargo, fueron infructuosos: los suizos habían desconectado su teléfono.
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