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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Torres Hurtado y la desmesura policial

Leo que el delegado del Gobierno felicita al Foro Social de Sevilla por el desarrollo cívico de sus actos de protesta/propuesta, especialmente por la masiva manifestación; y eso le ennoblece. Pero no le disculpa.

Toda la desmesura del dispositivo de control policial, con su secuela de molestias, perturbaciones y recorte de libertades a la ciudadanía, se ha manifestado inútil respecto del objetivo declarado (no así respecto del realmente perseguido: atemorizar disuasoriamente a la ciudadanía, pero eso es harina de otro costal). Muy especialmente la prohibición de la primera manifestación convocada por el Foro ha resultado ser una flagrante vulneración del derecho de libre expresión. ¿O alguien se atreve aún a pensar que aquel primer recorrido hubiera convertido en un grave problema de orden público lo que no fue sino una magnífica fiesta republicana?

Alega el señor Torres Hurtado que ese final feliz se debió precisamente a su eficaz política: no apareció la enfermedad porque se supo prevenir. Los controles policiales habrían impedido la asistencia de violentos, y el cambio de recorrido, la explosión del desorden. Sin embargo, si como nos obliga el sentido común y el principio de legalidad, admitimos que el punto de partida de la intervención gubernativa tenía que ser la presunción de inocencia de los ciudadanos y el amparo del ejercicio de sus derechos democráticos, habremos de convenir en que la carga de la prueba de tal razonamiento pesa sobre quien lo arguye. Es decir, habría de demostrar el señor delegado, de una parte, cuántas personas fueron detenidas en tales controles y por qué causas, y de otra, qué motivos razonables y fundados permitirían pensar que todos o parte de los miles de manifestantes que en plan Doctor Jeckyl transitaron desde la estación de Santa Justa hasta la Barqueta, se hubieran convertido en una horda de Mister Hyde al hacerlo desde la Barqueta hasta la Pasarela.

Como carecemos de los primeros datos, es más, las diligencias practicadas por los juzgados de guardia indican lo contrario, y no podemos ni imaginar lo segundo, el carácter reprochable de la política gubernativa nos parece evidente.

Siguiendo con el símil sanitario, podemos afirmar que si los encargados del cuidado de la salud pública hubieran sometido a la población a similar grado de alarma, tratamientos médicos y restricciones sociales so pretexto de un peligro de epidemia que después se demostrara inexistente, una disculpa pública sería lo menos que habría que exigirle, y su dimisión estaría ya depositada en las manos de su jefe.

Algo parecido podemos decir de los colaboradores de este desatino: el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, que tanto hizo por modificar el acuerdo de la Junta de Jueces sobre el traslado de los juzgados de guardia a sede policial, el fiscal jefe de la Audiencia Provincial que sugirió desde el principio dicho traslado, los magistrados que ratificaron la prohibición de la manifestación apartándose de una consolidada doctrina jurídica y tantos otros solícitos ayudantes.

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¿Quiénes y cómo responderán de los daños causados a la tranquila convivencia y a las libertades públicas? ¿Habremos de contentarnos de nuevo con el aullido del Hermano Lobo como única respuesta? Los vecinos y vecinas de toda condición que, como en los sanfermines, desde sus ventanas refrescaban alegremente a los manifestantes, los aplaudían con complicidad o bajaban a las aceras con sus hijos a presenciar aquella procesión de gloria, están exigiendo una contestación clara a esas preguntas.

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