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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa, asunto interno

El balance de la cumbre de Sevilla y del semestre de España al frente del Consejo de la UE, que concluye el próximo domingo, tras la participación de Aznar en el G-8 de Kananaskis (Canadá), se merecía más que una sesión informativa en el Congreso de los Diputados, un formato que no permite debatir en profundidad. Dados los desacuerdos en materia de financiación, ayudas a la agricultura, ampliación y reforma institucional, por no hablar de la pesca y otros asuntos, la construcción europea se encuentra al borde de una crisis, lo que hace más necesario que nunca un debate parlamentario monográfico sobre el futuro de Europa, pedido desde la oposición.

Por si hacía falta, en el Congreso quedó patente que la política europea no es meramente exterior, sino cada vez más un asunto interno. A ratos, más que una sesión parlamentaria sobre el Consejo Europeo de Sevilla, la sesión de ayer pareció un anticipo del debate sobre el estado de la nación, programado para los días 15 y 16 de julio. El eje de la confrontación no fue tanto el resultado de Sevilla o de la presidencia española en general, sino la huelga del 20-J y sus derivadas, cuestión a la que no es ajena Europa. Aznar se escudó en la necesidad pactada en la UE de reformar los mercados de trabajo para justificar su decretazo sobre el desempleo, mientras Zapatero y otros pidieron otra Europa. La huelga se produjo la víspera del Consejo Europeo, y pesó sobre Sevilla y sobre la imagen no ya de España, sino de la fortaleza de Aznar.

Pese a su réplica contundente, en la que utilizó contra Zapatero las educadas palabras de Solana hacia la presidencia española, José María Aznar está atravesando su peor momento político desde que llegó a La Moncloa, y se le nota. Aunque el Gobierno presente una realidad inventada, los sondeos muestran que los ciudadanos no se han dejado engatusar por esta política de desinformación. La prensa extranjera de calidad ha reconocido, en general, un seguimiento importante de la huelga, y ayer reflejó unos resultados poco sustanciales del Consejo Europeo de Sevilla.

De boca del presidente, sin embargo, salieron las palabras esperadas: 'Los objetivos que la presidencia española se había marcado han sido alcanzados'. Sin duda, el esfuerzo ha sido grande, y las dificultades, también, más que por el 11-S, por las elecciones francesas y las próximas en Alemania y Suecia, donde la política europea es una cuestión interna que ha impedido a los Quince -contrariamente a lo apuntado por Aznar- cumplir con los deberes de la presidencia española y presentar una oferta, una 'posición común', en materia de ayudas agrícolas a los países candidatos. España ha pasado este difícil toro a la presidencia danesa, para que lo lidie de aquí a diciembre.

Sin infravalorar el balance final, lo que se desprende de la lista de logros desgranada por Aznar es que, más que conseguir objetivos concretos de peso, la UE ha fijado durante la presidencia española una agenda de deberes para los próximos dos años, que se anuncian sumamente complicados. La presidencia, como lo consideró Zapatero, ha pecado de 'poco rumbo'. La introducción de la inmigración como gran tema de Sevilla no respondía a las prioridades principales del Gobierno, sino que se incluía en un subapartado de su programa. Pero cobró una dimensión central como respuesta precipitada a los éxitos electorales de movimientos xenófobos en diversos países europeos. Chirac, sin embargo, no cayó en esa tentación, y frenó la línea sancionadora de Aznar hacia los países terceros que no colaboren en la lucha contra la inmigración ilegal, una política guiada por las 'obsesiones' del Gobierno, según el coordinador general de IU, Gaspar Llamazares. Con todo, las bases de una necesaria política común de inmigración han quedado sentadas en Sevilla.

Esta presidencia arrancó con la introducción del euro físico, y ayer el debate coincidió con el valor más elevado de la moneda única frente al dólar desde hace dos años y dos meses. Pero Aznar escurrió el bulto ante las críticas de Zapatero por la pasividad del Gobierno a la hora de tomar medidas para evitar los excesos del redondeo de los precios en enero pasado, con perversos efectos inflacionistas, algo que también le reprochó el portavoz de CiU, Xavier Trias.

Lo que ayer más se echó en falta, tras la aburrida lectura de una 'lista de la compra' inicial, o en las réplicas posteriores, fue una explicación sobre qué futuro quiere este Gobierno para la Europa en mutación. Se ha perdido otra oportunidad de hacer pedagogía europea, y de explicar la visión que tiene el Gobierno acerca del porvenir de la UE. Esta carencia ha hecho que al Gobierno le faltara ayer un hilo conductor. La huelga no puede serlo.

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