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El fiscal y el Defensor del Menor encargan un estudio para ver cuántos chicos sufren trastornos de conducta

La Fiscalía de Menores, encabezada por Justino Zapatero, y el defensor del Menor, Pedro Núñez Morgades, han encargado un estudio a varios psiquiatras para saber qué incidencia tienen los trastornos de conducta entre los adolescentes madrileños. Madrid carece de centros terapéuticos para atender a estos menores, que, según la definición de la Organización Mundial de la Salud, tienen 'un comportamiento disocial, agresivo o retador, de forma persistente, pudiendo llegar a violaciones de las normas establecidas mayores de las aceptables a su edad y en su sociedad'.

Lo que ambas instituciones quieren saber es cuántos chicos sufren estos trastornos y de qué gravedad, para, finalmente, decidir si hacen falta centros o programas específicos para atenderlos. 'Para pedir actuaciones, lo primero que necesitamos conocer es la magnitud del problema, porque ahora mismo existe una cierta confusión, no existe ni siquiera un acuerdo sobre a qué diagnóstico nos referimos cuando hablamos de trastornos de conducta', aseguran.

Para ello se van a revisar las historias de todos los menores tratados en los últimos cinco años en las unidades de psiquiatría infanto-juvenil de los hospitales, de los centros de salud mental y de la propia fiscalía. Los resultados deben estar listos después del verano.

Este proyecto parte de las reiteradas quejas presentadas ante ambas instituciones por la Asociación Madrileña de Ayuda e Investigación en Trastornos Límite de la Personalidad (AMAI-TLP), formada por padres de niños y jóvenes aquejados por este problema. Su presidenta, Carmen Ríos, explica que en los adolescentes no se suelen diagnosticar los trastornos límites de la personalidad porque se considera que su carácter está sin formar. 'Luego muchos de esos chicos llegan a la edad adulta con esos trastornos sin haber recibido la atención adecuada. Necesitamos centros terapéuticos para tratar a tiempo a estos chavales. Alguno tendría que ser cerrado para estructurar la conducta de los chicos lejos de los consumos de drogas y del círculo de colegas, y otros, ambulatorios', dice.

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