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'España no lidera ninguna línea dura en inmigración'

Apenas concluidos los trabajos preparatorios del Consejo Europeo, el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, quita hierro a los enfrentamientos registrados entre los Quince y asegura que en Sevilla 'habrá acuerdo prácticamente en todo'. Pero carga el acento en rechazar que la presidencia se haya equivocado al tomar la inmigración como tema principal del encuentro.

Pregunta. ¿Por qué el Gobierno ha asumido el protagonismo de la línea dura europea en materia de inmigración?

Respuesta. La presidencia española no está liderando ninguna línea dura, sino que intenta encontrar un terreno de juego que permita una política común de inmigración y de asilo, cuya necesidad, por otra parte, nadie discute. Otra cosa es que algunos países hayan centrado la atención en aspectos subsidirarios de ese planteamiento como son los referidos a posibles reacciones de la Unión Europea ante incumplimientos flagrantes y constantes por parte de terceros países de compromisos de la política de inmigración.

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P. ¿Que Francia pusiera dificultades a condicionar la cooperación con terceros países por este motivo no era tan previsible como que España encuentre difícil aceptar que se amplíe el número de países latinoamericanos a los que se exige visado?

R. Lo único que hay con respecto a lo segundo es algo que ya contiene el plan de acción contra la inmigración ilegal que aprobó el Consejo de Justicia e Interior del pasado mes de febrero, es decir, que los países de la Unión tienen que revisar periódicamente la lista de los países a los que se exige visado, y eso se va a reafirmar en Sevilla, pero sin mayores concreciones. Otra cuestión es que Francia, que está de acuerdo con el principio de ligar la cooperación y la inmigración, quiera suavizar el tono de ese punto muy concreto de la declaración. No tenemos inconveniente en buscar una fórmula que dé satisfacción a todos.

P. ¿Es razonable iniciar esta campaña de la mano del Reino Unido, que, a fin de cuentas, es un país que no pertenece a Schengen?

R. Hay muchos otros países que están en eso. Yo, en el Consejo de Asuntos Generales del lunes, constaté que trece países estaban de acuerdo con la propuesta de la presidencia. Quien en estos momentos está singularizando su posición respecto a la mayoría es Francia, y también Suecia.

P. ¿Ha habido, de hecho, presiones sobre España para que se amplíe la lista de países suramericanos que necesitan visado?

R. No creo que se pueda hablar en estos términos. Lo que hay es una preocupación respecto a oleadas de inmigración ilegal que vienen de determinados países, y la mayoría no son precisamente latinoamericanos, sino del Magreb, del África subsahariana y del propio continente asiático. Por lo tanto, no es desde luego un problema español.

P. ¿Ha detectado indicios de malestar en Marruecos por la insistencia española en ligar la cooperación al control de la inmigración?

R. Si alguien lo interpreta como una insistencia española es porque no conoce los mecanismos de decisión de la Unión Europea. España asume la presidencia y tiene que recoger las posiciones de los diferentes países, darles forma y buscar un acuerdo.

P. ¿Pero ha detectado malestar de Marruecos?

R. No tengo constancia.

P. Usted mismo señaló recientemente que, en inmigración, las visiones de los ministerios de Interior y Exteriores no coinciden. ¿No ha terminado por imponerse Interior en este asunto?

R. Es absolutamente lógico que la sensibilidad del Exteriores no sea la misma que la de Interior. Sucede en España y en toda partes. Pero al final la política del Gobierno es única.

P. ¿Qué acuerdos concretos sobre inmigración se pueden esperar de la cumbre de Sevilla?

R. Yo espero cuatro resultados básicos: darle un impulso político, con calendarios, a la definición de una pólítica común de inmigración y de asilo; segundo, la ratificación por el Consejo Europeo del plan de acción contra la inmigración ilegal; tercero, avanzar con medidas concretas hacia una política común de control de fronteras que, a medio plazo, puede tener como objetivo la creación de una policía de fronteras común; y en cuarto lugar, tomar la decisión política de integrar la cooperación en el ámbito de la lucha contra la inmigración ilegal en las relaciones exteriores de la Unión.

P. El Consejo tampoco parte de un consenso en los demás temas, ni sobre la ampliación, ni sobre la reforma de las instituciones, ni en los asuntos económicos.

R. Es que los Consejos Europeos están para aprobar cosas que antes se deben discutir. El hecho de que se discutan determinadas cosas no permite sacar la conclusión de que no va a haber acuerdos. Los va a haber, y yo creo que prácticamente en todos los puntos.

P. ¿Pueden esperar los países candidatos que se cumpla el calendario de la ampliación?

R. En el tema de la ampliación, el resultado del periodo de la presidencia española es, y lo digo muy conscientemente, espectacular. Va mucho más allá de lo que muchos esperaban. En estos momentos, hay posiciones comunes en todos los capítulos, lo que permite seguir la negociación y pensar que se pueden seguir cumpliendo los calendario.

P. Pero queda por resolver un importante problema financiero.

R. Sólo hay un tema pendiente por definir desde el punto de vista cuantitativo, que es el de las ayudas directas a los agricultura. Por lo tanto el avance, incluso desde el punto de vista financiero, es muy notable.

P. De cara al debate sobre la reforma de las instituciones, ¿no la sido inoportuno que la presidencia se pronuncie por la elección de un presidente estable?

R. No. En el Consejo de Sevilla va a haber dos niveles: el de eventuales tomas de decisión, refrente a las reformas del funcionamiento del Consejo que no requieren reforma de los tratados, con algunas propuestas deliberadamente provocativas, como la posibilidad de que determinadas orientaciones se tomen por mayoría cualificada, y el de otras ideas que se pueden empezar a debatir sin ánimo de encontrar ningún tipo de consenso de cara a la reforma de las instituciones. Su ámbito natural de debate es la Convención, pero no el exclusivo, y no creo que se les pueda negar los jefes de Estado y de Gobierno el mismo derecho que tienen todos los demás ciudadanos a dar su opinión.

P. El Pacto de Estabilidad, que es otro de los caballos de batalla de la presidencia española, llega también al final del semestre con grietas bien visibles.

R. Hay países que tienen dificultades en cumplir el Pacto de Estabilidad, y es un problema de esos países que, sin poner en cuestión los principios del pacto, querrían introducir algunos elementos de flexibilidad. Eso puede formar parte del debate.

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