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Los exuberantes murales de Sol LeWitt colorean las paredes de la Fundación Barrié

El pionero del arte minimalista presenta en A Coruña sus últimas propuestas

Xosé Hermida

El minimalismo no está reñido con la exuberancia. Sol LeWitt, uno de los pioneros del movimiento, permanece fiel al puritanismo de la forma, pero de la vitalidad de sus colores dan fe las paredes de la Fundación Barrié de la Maza en A Coruña, invadidas desde ayer por los murales de un artista clave en la evolución de la pintura durante la última mitad del siglo XX. LeWitt ha enviado a la ciudad gallega sus diseños más recientes para una exposición de 'importancia histórica', según sus comisarios, los estadounidenses George Stolz y Francis Timoney.

Cuarenta años después de sus inicios, Sol LeWitt sigue aferrado a los dogmas básicos del conceptualismo. Cuando le han preguntado por el elemento aglutinador de las obras que presenta en A Coruña (un gigantesco conglomerado de dibujos murales, un grupo de guaches -acuarelas más densas de lo habitual- y una estructura de bloques de madera), el artista estadounidense ha respondido: 'El denominador común está en mi mente'.

LeWitt no pudo acudir a A Coruña porque está convaleciente de una operación quirúrgica. Como lo principal es la idea -'las ideas pueden ser obras de arte', sentenció en 1967 en su libro Aforismos sobre el arte conceptual, una de las biblias del movimiento-, LeWitt se limita a diseñar los proyectos y se desentiende de su plasmación formal. Y las obras, en su entidad física, están condenadas a desaparecer: los murales serán borrados de las paredes de la Fundación Barrié cuando se clausure la muestra, el próximo 15 de septiembre. Esto mismo acaba de ocurrir con una exposición reciente en la galería Juana de Aizpuru, de Madrid.

Sol LeWitt, que nació en 1928 en Hartford, Connecticut (Estados Unidos), en el seno de una familia judía originaria de Rusia, es un nombre mítico del arte del siglo XX. Irrumpió en Nueva York a principios de los sesenta junto a un grupo en el que se integraron, entre otros, Donald Judd o Frank Stella y que, como reacción al expresionismo abstracto que había alcanzado su cumbre con Pollock, acabó originando lo que luego se llamaría minimalismo. Aunque siempre se mantuvo fiel a sus ideas de juventud, LeWitt abandonó a partir de los ochenta la austeridad cromática para diseñar grandes murales de vibrantes tonos, como los que presenta ahora en A Coruña.

Las pinturas juegan con tres colores básicos -rojo, amarillo y azul- y otros tres secundarios -naranja, verde y púrpura- combinados en intrincadas formas geométricas. El artista utiliza la llamada proyección isométrica, una técnica de dibujo arquitectónico para la que se inspiró en los diseños de los ingenieros de la época de la primera revolución industrial y en los pintores del quattrocento italiano. Su intención es 'transmitir la forma sin espacio' o la 'profundidad superficial', cuya visión confunde y hasta puede marear por momentos al espectador, una experiencia que George Stolz y Francis Timoney, los comisarios de la exposición, vinculan a ciertos aspectos de la filosofía del budismo zen. La exposición también presenta un grupo de guaches que ofrecen el aspecto de otro mural, y una obra más escultórica, una estructura de bloques de madera de un blanco impoluto que ocupa el vestíbulo de la Fundación Barrié de la Maza (www.fbarrie.org).

Un aspecto de la instalación <b></b><i>Barras de color,</i> de Sol LeWitt, en A Coruña.
Un aspecto de la instalación Barras de color, de Sol LeWitt, en A Coruña.FUNDACIÓN PEDRO BARRIÉ DE LA MAZA
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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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