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AMÉRICA LATINA

Duhalde convence a medias al mercado

El desarme del 'corralito' mejora la situación, pero no resuelve la crisis del sistema financiero

Alejandro Rebossio

Economistas, banqueros y técnicos del FMI opinan que el nuevo plan para desarmar el corralito bancario argentino no va a suponer en ningún caso el saneamiento definitivo de su sistema financiero, que hubiera exigido un canje obligatorio y no voluntario de los depósitos por bonos, pero conceden que puede mejorar la apremiante situación que viven los bancos y los ahorradores en este país.

El ministro de Economía, Roberto Lavagna, confía en que los bonos frenarán la fuga de capitales generada por los recursos judiciales
El nuevo plan de bonos invita a los depositantes a canjear de forma voluntaria, en un plazo de 30 días, los ahorros que tienen en la banca
El sector privado aplaude la creación de cuentas externas al 'corralito', en las que el cliente puede depositar y retirar fondos sin restricciones

Si algún funcionario argentino piensa que el nuevo plan para desarmar el corralito bancario supone un saneamiento definitivo del sistema financiero, se equivoca, según coincide en señalar la mayoría de los economistas y banqueros. El canje voluntario de depósitos congelados por títulos públicos, que decretó el Gobierno de Eduardo Duhalde el lunes pasado, puede mejorar en parte la situación apremiante de todos los bancos de Argentina, que se desentenderían de la devolución de los ahorros a sus clientes, pero deja pendiente la tarea de normalizar el sistema hacia el futuro, de modo que los ciudadanos vuelvan a confiar en él y se restituya el crédito.

'No es una solución final a la crisis bancaria', opina el analista Fernando Losada, de ABN Amro Bank en Nueva York. El economista considera, no obstante, que el denominado plan bonos constituye una estrategia para detener la fuga constante de fondos del corralito: 'Detiene la hemorragia del enfermo'. Pese a la congelación de depósitos establecida en diciembre, cientos de ahorradores lograron retirar su dinero mediante un recurso de amparo judicial. Desde principios de año hasta la actualidad, se escaparon del sistema 2.500 millones de pesos (738,5 millones de euros). Sólo quedan 30.000 millones (8.862 millones de euros), menos de la mitad de lo que había el año pasado. En el exterior se calcula que los argentinos guardan más de 130.000 millones de dólares (139.784 millones de euros).

Suturar la sangría

El ministro de Economía, Roberto Lavagna, confía en que los bonos frenarán la fuga de capitales generada por los recursos judiciales. Pero el jefe de la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Argentina, Anoop Singh, comentó en una reciente reunión del directorio del organismo que la sangría del sistema bancario sólo se interrumpirá con un canje obligatorio de depósitos por bonos. Los funcionarios técnicos del FMI plantean que si se impusieran títulos públicos, el sistema financiero saldría más saneado y se eliminaría de los bancos una masa de pesos que, en cuanto se liberen, serán retirados y convertidos en dólares, con lo que aumentaría la actual devaluación del 72% de la moneda argentina. La postura de Singh coincide con la de la banca norteamericana.

Lavagna descartó la posibilidad de un canje obligatorio por calificarlo de 'una manipulación financiera' que no repartía los costes en forma equitativa, pues el Estado debía soportar la carga de cambiar todos los ahorros por títulos públicos. Finalmente, el Estado argentino, que suspendió pagos de su deuda de 140.000 millones de dólares en diciembre, decidió asumir el peso de los bonos optativos, cuyo coste fiscal asciende a 10.000 millones de dólares. El economista Roberto Alemann reconoce que la suma hubiese sido mayor si se hubiese seguido el consejo de 'algunos banqueros'. A pesar de que el plan no satisfizo al cuerpo técnico del FMI, sus directores (incluso una representante de EE UU) dieron el apoyo político para reanudar negociaciones con Argentina lo antes posible. El Gobierno de Duhalde ha dejado de aspirar a recibir miles de millones de dólares del fondo: sabe que sólo puede pretender dinero para saldar cuentas con los organismos multilaterales.

El plan bonos, según el analista de ABN Amro, no ataca el principal problema de las entidades financieras: la pérdida de confianza del ahorrador argentino. La incógnita radica en cómo recuperar los clientes que depositaron sus dólares -porque constituían una suerte de seguro contra una devaluación del peso- y después se los congelaron y pesificaron. Losada prevé que el sistema bancario afrontará ahora su etapa más difícil, en la que se contraerá, porque la economía argentina se reducirá más del 10% este año y por la pérdida de confianza que generaron las ideas y vueltas de la política económica de los últimos seis meses.

El Gobierno de Duhalde había establecido en enero que los depositantes sólo podrían recuperar sus ahorros progresivamente entre enero próximo y 2005. También había dispuesto que cada dólar depositado se convirtiera en 1,40 pesos. Pero ahora la divisa de EE UU cotiza a 3,64 pesos.

El plan bonos invita a los depositantes a canjear voluntariamente en los próximos 30 días sus ahorros: a los que tenían originalmente dólares, se les ofrece un título a diez años en esa divisa, con lo que se revierte la pesificación; los que disponían de pesos, pueden optar por un bono a cinco años y en esa moneda. Sólo los mayores de 75 años y los que cuenten con menos de 10.000 pesos (2.954 euros) pueden elegir un bono a tres años. Los títulos podrán venderse en el mercado bursátil, aunque con un valor probablemente 60% menor al nominal, teniendo en cuenta que el Estado suspendió pagos. También podrán usarse para comprar coches nuevos -pagando un impuesto del 25% de su valor-, viviendas en construcción, inmuebles del Estado en venta y acciones de empresas en Bolsa, cancelar préstamos hipotecarios y personales o pagar deudas impositivas anteriores a junio de 2001.

Dudas operativas

El plan de salida del corralito ha recibido el apoyo de las cámaras de comercio, industriales, bancos de capital nacional, constructoras y automotrices. Sin embargo, aún persisten las dudas de los empresarios sobre cómo operarán los bonos para la compra de bienes. Uno de los vicepresidentes de la Unión Industrial Argentina (UIA), Juan Carlos Lascurain, reconoce que los más perjudicados del plan bonos serán los ahorradores. El economista Aldo Abram, de la consultora Ex Ante, desconfía de que los títulos se puedan abonar en dólares.

Uno de los puntos del plan más aplaudidos por el sector privado consiste en la creación de nuevas cuentas bancarias por fuera del corralito, en las que los clientes puedan depositar fondos y retirarlos sin restricciones. En la actualidad sólo se pueden sacar 1.200 pesos (354 euros) por mes de las cuentas de ahorro, mientras que se han eliminado los límites para los cobros de salarios. El presidente de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), Jorge di Fiori, reconoce que las personas tardarán en volver a los bancos, pero las empresas lo harán porque disponen de recursos para abonar impuestos, sueldos y otros gastos operativos. El plan también permite que los depósitos puedan volver a hacerse en dólares, como había sido hasta enero. Los bancos deberán utilizar estas divisas sólo para financiar exportaciones, pero temen que se las lleven antiguos ahorradores mediante un recurso judicial. Manuel Solanet, de la consultora Infupa, vaticina que los bancos estatales lograrán captar el mayor número de nuevos depósitos porque cuentan con mayor confianza que los internacionales. A pesar de que exhiben peores balances, se supone que están respaldados por los Estados nacional y provinciales, que al menos no pueden marcharse del país.

En los mercados se vaticinaba que el 30% de los ahorradores aceptará el canje, pero Lavagna espera que sean más. Los primeros sondeos de la banca, también estiman una adhesión mayor. Además, las entidades más débiles se beneficiarán porque más depositantes aceptarán el trueque por bonos, mientras que las más saludables se perjudicarán porque mantendrán una mayor cartera de depósitos del corralito.

Uruguayos al borde de un ataque de nervios

Fue el estrés. El presidente uruguayo, Jorge Batlle, culpó a sus nervios cuando el martes pasado pidió perdón a los argentinos por haberlos acusado, en una entrevista con la agencia Bloomberg, de constituir 'una manga de ladrones, del primero hasta el último'. Ante las cámaras de televisión, el jefe de Estado de Uruguay había reconocido que su par argentino, Eduardo Duhalde, 'no sabe adónde va'. Quizá el presidente de este pequeño socio de Mercosur esté inquieto porque gobierna el país más contagiado por el efecto tango. Una misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) llegó esta semana a Montevideo para revisar las cuentas públicas antes de ampliar un acuerdo crediticio de 743 millones de dólares a 1.500 millones.

Fuga de capitales

Uruguay precisa ese dinero para reforzar su sistema financiero, que está sufriendo la fuga de capitales argentinos a Estados Unidos, y las reservas monetarias del banco central, que bajaron el 47% hasta 1.569 millones de dólares en lo que va de año porque las entidades uruguayas le retiraron colocaciones para devolver depósitos. El economista Fernando Losada, de ABN Amro Bank, considera que la ayuda del Fondo Monetario Internacional resultará suficiente en el corto plazo, pero no si empeora el enfriamiento económico de Brasil y la depresión de Argentina, que compra 75% menos importaciones de Uruguay y ha reducido los ingresos del turismo de este país a la mitad. Batlle está cumpliendo las tareas pedidas por el fondo para el acuerdo por convencimiento, no por obligación como Duhalde, según reconocen funcionarios del organismo. El Congreso acaba de aprobar un ajuste del déficit fiscal del 4,1% del producto interior bruto al 2,5%, que incluye despidos de personal y fuertes alzas impositivas en los sueldos y pensiones. Las medidas condujeron a que la central obrera uruguaya haya convocado la cuarta huelga general contra la política económica del Gobierno que preside Batlle.

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