El tigre de Tasmania
La noticia de que un grupo de científicos pretende clonar el tigre de Tasmania, extinguido hace 75 años, me llena la mente de muchas reflexiones. La primera es el gran debate que existe en la sociedad sobre la investigación con embriones humanos, que tanto rechazo ético y moral suscita en un amplio espectro antropocentrista. Discutimos hasta la saciedad sobre investigar no digo sobre seres humanos, sino sobre embriones, que ni sufren ni padecen, y no tenemos ningún problema ético ni moral en clonar cualquier tipo de animal no humano.
Después me pregunto con qué fin se pretende 'resucitar' a un animal extinguido probablemente por la acción del hombre. El ser humano presenta aspectos muy preocupantes en su conducta: extermina irracionalmente especies y después, no sé si por cuestiones de arrepentimiento, excentricidad o de pura megalomanía, los resucita, vaya usted
a saber sobre qué maquiavélicos experimentos científicos. ¿Es necesario que exista una especie extinguida? Supongo que solamente para satisfacer nuestros deseos de convertirnos en pequeños dioses. Otra cuestión que me viene a la mente es el destino que tendrán estos nuevos tigres de Tasmania.
¿Los utilizarán para experimentar con ellos?
¿Estarán destinados a mostrarlos indignamente en zoológicos?
¿Conocerán el infierno que el ser humano ha creado para el resto de animales? En fin, el proyecto tiene previsto finalizar en el año 2010, lo que dice mucho también sobre las cantidades astronómicas de dinero que requerirá.
Claro que, para evitar molestas controversias, el dinero lo aportará una cadena privada de televisión. Es la nueva coartada de los gastos astronómicos y extravagantes.
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