_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Soria

Rogaría a expertos en leyes que me sacaran de esta terrible duda, también sospecha, que oprime mi corazón ante los complicados vínculos establecidos por la Audiencia Nacional entre el caso Carmelo Soria, funcionario de la ONU, español, torturado y asesinado a todos los efectos por Pinochet y sus padrinos y secuaces, y el caso Otegi, díscolo vasco que a pesar de haber dado vivas a ETA o algo parecido, no ha sido considerado presunto delincuente por parte del Tribunal Supremo. Aunque la jerga leguleya enmascare o dulcifique el esquema lógico empleado por la Audiencia Nacional, o al menos por su mayoría natural o absoluta, lo cierto es que cualquier receptor del mensaje lo reduce a: puesto que el Tribunal Supremo no ha querido implicar a Otegi, nosotros desimplicamos a Pinochet.

Este indulto implícito al pinochetismo supone que sus señorías de la Audiencia Nacional, tal vez no todos, desde la sospecha de que la subversión ha llegado al Tribunal Supremo, deben tomar la decisión de compensar el mal ejemplo no sólo en una dimensión española, sino a niveles superiores, el más superior de todos, la libertad duradera, la cruzada globalizatoria en la que el papel de Pinochet liquidando enemigos o críticos del sistema vuelve a ser considerado un terrorismo menor, de Estado y, por tanto, necesario.

Y es que de no obedecer la decisión de la Audiencia Nacional de una responsabilidad dialéctica globalizada del orden y el desorden, se quedaría en mero desplante al Tribunal Supremo, muy en la línea del papel que el desplante está cumpliendo en la política española desde que nos gobierna esta mayoría absoluta. Rodeado por los sindicalistas, los curas vascos y el Tribunal Supremo, el PP exhibe sus mayorías absolutas allí donde se den, como aportación a una causa que vuelve a ser abstracta, que se llama España y a veces incluso España, España, España.

Pero dejan fuera de toda españolidad a Carmelo Soria, un español nada abstracto que creyó poder enfrentarse a la mayoría absoluta de una dictadura militar chilena enseñando su carnet de funcionario al servicio de la gran racionalidad universal. Y lo mataron, claro. Entonces y ahora. Y cuantas veces haga falta.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_