Tambores de guerra
La UE y América Latina se alían contra el proteccionismo de EE UU
La renovada política proteccionista de Estados Unidos, con frentes comerciales abiertos en el acero y la agricultura, ha suscitado fuertes dudas sobre el cumplimiento del objetivo de concluir la octava ronda de liberalización del comercia mundial en enero de 2005. Mientras la Unión Europea (UE) y América Latina, principales afectadas, amenazan con represalias, la Organización Mundial del Comercio (OMC) intensifica sus esfuerzos para poner fin a la disputa.
Que los 142 países de la OMC se pongan de acuerdo para avanzar en la apertura de sus mercados al exterior, como se acordó en la cumbre de Qatar en noviembre pasado, no es fácil. Si además hay guerra comercial de por medio, la tarea se complica aún más. 'La prioridad es acelerar el proceso iniciado en Qatar para cumplir con las fechas previstas', indica Supachai Panitchpakdi, que se convertirá en director general de la OMC el 1 de septiembre.
Cuando se celebre en Cancún (México) la próxima conferencia ministerial de la organización, en septiembre de 2003, las negociaciones tendrán que haber hecho un 'progreso sustancial', advierte Supachai, de visita en Madrid la semana pasada invitado por la Fundación Rafael del Pino.
Uno de los obstáculos para las buenas relaciones es la nueva política proteccionista iniciada por EE UU con la llamada guerra del acero, que ha derivado en fuertes tensiones en el sistema multilateral de comercio. Washington decidió incrementar, a partir de marzo, entre un 8% y un 30% los aranceles que gravan las importaciones de acero para dar un empujón a su industria en crisis.
Esta medida viola los acuerdos internacionales, dicen los países afectados. La UE, Brasil, Corea, Japón, Nueva Zelanda, Noruega, China y Suiza ya han enviado sus quejas a la OMC. Algunos, como la UE, China y Japón, ya tienen preparada una lista de represalias. Washington alega que el alza de las tarifas se ajusta a las reglas de la OMC, que prevé acciones temporales de salvaguarda cuando las importaciones caen.
El proteccionismo de EE UU, criticado por la UE y América Latina en la pasada cumbre de Madrid, llega poco después de que los ataques del 11 de septiembre sembraran el miedo al terrorismo. Aunque la OMC reconoce que los costes logísticos se han encarecido tras el 11-S, también urge 'la construcción de una coalición contra el terrorismo', es decir, abrir los mercados.
Las sanciones contra Washington llegan, además, en un momento delicado para el partido republicano, que se enfrenta a unos comicios no presidenciales en noviembre. Naranjas, textil y acero, cuya producción se centra en estados clave desde el punto de vista electoral como Florida, se apuntan como objetivo de la represalia europea, que podría activarse el 18 de junio. El incremento de aranceles para estos productos en las fronteras comunitarias será de hasta el 100%.
Mientras el conflicto del acero se dirime en la sede de la OMC, en Ginebra, se ha abierto otro frente: el de la agricultura. Argentina y Brasil anunciaron esta semana una alianza para denunciar ante la OMC el aumento de los subsidios agrícolas que el Senado estadounidense acaba de aprobar y que incrementa las ayudas en 31.000 millones de dólares hasta 2007. Brasil estima que esta medida le costará 2.400 millones de dólares. Argentina, sumida en una grave crisis, calcula que sus pérdidas serán de 1.400 millones de dólares anuales.
'EE UU está comprometido con la reducción de los subsidios agrarios', responde Supachai. La fecha límite es marzo de 2003. Para la guerra del acero, la organización propone una 'solución global' que culmine en la reestructuración de la industria, con problemas de sobreproducción.
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