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Reportaje:

La agente Rowley no pudo con el laberinto del FBI

La burocracia de Washington obstaculizó la investigación de la oficina de Minneapolis sobre el único imputado por el 11-S

Al final resulta que el FBI sufre del mismo mal que cualquier gran organización: la plúmbea inercia de su burocracia y la discreta ineptitud de sus funcionarios. Un nuevo informe, esta vez de la oficina de la agencia federal en Minneapolis (Minnesota), ha acusado a los jefes en Washington de obstaculizar la investigación sobre Zacarias Moussaoui, el francés de origen marroquí detenido antes de los atentados, sospechoso de terrorismo. Los mandos llegaron incluso a criticar a los agentes que llevaban el caso por pedir ayuda a la CIA.

Estas revelaciones ocurren días después de que un agente de otra oficina del FBI, en Phoenix, informara al Congreso del informe que redactó en julio del año pasado sobre las actividades sospechosas de islamistas radicales en una escuela de aviación en Arizona. La pregunta que circula por Washington estos días es saber si con estas informaciones se hubieran podido evitar los atentados del 11 de septiembre y sus más de 3.000 muertos. Antes de que alguien conteste, el que puede se quita responsabilidades. Y así empiezan las filtraciones.

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En una carta de 13 páginas, dirigida al comité del Congreso que investiga la actuación del Gobierno en los atentados, la agente Coleen Rowley, la abogada de la oficina del FBI en Minneapolis, acusó a sus jefes en Washington de bloquear la investigación sobre Moussaoui después de su detención el 16 de agosto. El francés de origen marroquí sigue siendo la única persona detenida por su complicidad con los 19 terroristas de los atentados y en estos momentos espera a ser juzgado en Virginia.

El director del FBI, Robert Mueller, reaccionó ayer trasladando el asunto al Departamento de Justicia para que investigue posibles responsabilidades y abriendo una investigación interna sobre el caso. 'Estoy convencido de que necesitamos un nuevo método y una cultura distinta que nos convierta en una agencia diferente después del 11-S. No hay sitio tras los atentados para el tipo de problemas y actitudes que cohíben nuestros esfuerzos'.

Rowley asegura en su carta que los agentes de Minneapolis llegaron a sentirse tan frustrados con el total estancamiento de Washington que rompieron la cadena de mando y recurrieron a la CIA en búsqueda de información sobre Moussaoui. Las oficinas centrales 'amonestaron entonces a los agentes por realizar aquella notificación directa sin la aprobación de sus superiores'.

La oficina de Minneapolis intentó entonces conseguir una orden de registro para indagar en el ordenador de Moussaoui. Washington hizo de nuevo oídos sordos. Por su cuenta, los agentes intentaron recurrir a una ley especial (la Foreign Intelligence Surveillance Act), que pemite al Gobierno realizar pesquisas en casos de espionaje o terrorismo. No hubo forma.

El ordenador de Moussaoui sólo se registró días después del 11-S y reveló información sobre el tipo de aviones que fueron utilizados en los atentados y avionetas que esparcen pesticidas.

Varios diarios añaden que uno de los agentes que interrogó a Moussaoui recogió en sus notas que éste parecía interesado en estrellar un avión contra las Torres Gemelas. El FBI de Minneápolis poseía además el testimonio de un compañero de escuela de Moussaoui en el que aseguraba que a éste 'no le gusta nadie que no sea musulmán' y que 'aprueba matar civiles'.

Según The New York Times, Rowley también critica directamente las declaraciones del director del FBI, Robert Mueller, cuando afirmó que no tenía información suficiente sobre los complós terroristas antes del 11 de septiembre. Hace poco, en el Congreso, Mueller reconoció que 'los agentes de Minneapolis realizaron un trabajo excelente e hicierion todo lo posible con Moussaoui', pero añadió: '¿Vimos una conspiración que nos hubiera llevado al 11 de septiembre? No ¿Podríamos haberla visto? Lo dudo mucho'.

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