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AGENDA GLOBAL | ECONOMÍA
Columna
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Se acentúa el debate de la política económica

Joaquín Estefanía

HACE TRES MESES, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que regula la marcha del déficit público en los países del área euro, sufrió mucho en su credibilidad: la Comisión Europea apercibió a Alemania por incumplir las proyecciones a la baja del déficit público: el desequilibrio de las cuentas públicas no sólo había crecido en 2001, sino que lo seguiría haciendo en el año en curso. El Consejo de Ministros de Economía de la Unión Europea había de corroborar la amonestación, pero no lo hizo, abriendo una contradicción entre las dos instituciones europeas. Fue paradójico observar cómo el país que hacía un lustro había criticado a España por utilizar el déficit como parte de la política económica (etapa socialista) era advertido por el comisario español Pedro Solbes, entonces ministro de Economía español.

El dilema consiste en reducir los impuestos al mismo tiempo que hay que aumentar la seguridad ciudadana, en un entorno de déficit cero. En España no se discute, pero la polémica está a punto de llegar con fuerza
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Las paradojas continúan. En la cumbre de Barcelona de la UE, del pasado mes de marzo, se pasó por encima del caso alemán y al mismo tiempo, para ocultar el problema creado, se dio un teórico paso adelante: las cuentas públicas de la UE (déficit cero) deberían conseguirse para el año 2004. Pues bien, quien hace tres meses fue un baluarte de ese paso adelante, tan retórico, pide ahora retrasarlo a 2007. Se trata del otro país grande de la UE: Francia. Chirac, recién elegido y en el trance de disputar las próximas elecciones legislativas, ha prometido dos cosas contradictorias, si se quiere cumplir el objetivo del equilibrio presupuestario a corto plazo: bajar fuertemente los impuestos y aumentar con intensidad los gastos referentes a la seguridad ciudadana. Por ello, hay que alejar en el tiempo el desiderátum del déficit cero.

Y en este momento ha sido Alemania -ver para creer- y de nuevo un coherente Pedro Solbes los que han elevado la voz sobre la incongruencia de una política económica que parece querer actuar sin tener en cuenta los ciclos. Poco antes de estos acontecimientos, la Comisión Europea había advertido a Portugal (junto con Italia, otro de los cuatro países europeos con problemas de encaje presupuestario) de que se le había acabado el tiempo de las alegrías y que los sacrificios anunciados por el nuevo Gobierno de derechas habían de ser superiores.

El antiguo presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, ha tomado partido en esta polémica: 'No comparto la obsesión por la rigidez presupuestaria', ha dicho. Es una posición razonable, pero para hacerla efectiva han de cambiar las normas ortodoxas y rígidas de las que se ha dotado la UE. Mientras existan esas normas hay que cumplirlas si se quiere que los mercados crean en lo que se está haciendo, y no se generen contradicciones adicionales entre éstos y los ciudadanos.

Y España, ¿qué opina? Aquí se sigue contemplando el déficit cero como una meta, no como un instrumento, independientemente de lo que ocurra en la coyuntura. Que, por cierto, no es especialmente buena. Algunas voces, quizá todavía con excesivo alarmismo, han resucitado el fantasma de la estanflación (escaso crecimiento e inflación alta). Pero eso no es aún una realidad, ya que la economía española, aunque afectada por el enfriamiento mundial, está viendo subir su PIB porcentualmente por encima de la mayoría de los países de nuestro entorno. Pero los datos macroeconómicos conocidos la última semana, con espectaculares incrementos de la inflación y del paro, no contribuyen precisamente al optimismo. Si a ello se le une la sensación de que con la contención del gasto hay muchos asuntos relacionados con el sector público que han dejado de funcionar o están sumamente deteriorados, el panorama se complica.

Además, en los próximos meses puede crearse una situación similar a la francesa: mientras hay una subasta en los grandes partidos sobre la reducción de impuestos, se multiplican las señales de que la inseguridad ciudadana ha aumentado de modo significativo. ¿Cómo se romperá aquí ese círculo vicioso?

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