_
_
_
_
_

Las telecomunicaciones caen por debajo de los mínimos del pasado 11-S

La deuda agobia a los operadores históricos

Ramón Muñoz

La crisis de las telecomunicaciones comienza a aparecer endémica. Las acciones de las principales compañías del sector vivieron una espectacular recuperación desde los mínimos marcados tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Esa subida no sólo se ha quedado en el camino, sino que incluso el desplome bursátil de la última semana, ha dejado a los títulos en mínimos históricos. Los operadores afrontan abultadas pérdidas en el mejor de los casos.

Más información
Deutsche Telekom registró pérdidas por 3.500 millones el año pasado
Vodafone y Marconi pagan sus excesos inversores con fuertes pérdidas
Marconi perdió 58.830 millones de pesetas en el primer semestre
Vodafone anuncia las pérdidas más fuertes de la historia británica
Bruselas propone la venta de licencias de UMTS para paliar la crisis del sector
La crisis tecnológica acorrala al Nasdaq

NTL, Global Crossing, UPC, Kirch e IRV se hallan al borde de la desaparición.Las telecomunicaciones atraviesan por una crisis bursátil y de resultados sin precedentes cuya prolongación amenaza con dar al traste con proyectos multimillonarios. Iniciada en el primer trimestre de 2000, la crisis pareció tocar fondo tras los atentados del 11 de septiembre del año pasado que convulsionaron la economía mundial. No obstante, a partir de esa fecha, comenzó una recuperación espectacular, con alzas bursátiles de hasta el 50%. Un optimismo que se ha demostrado sin fundamento a la luz del desplome generalizado del que se vio seguida, y que ha llevado de nuevos a los valores de los denominados TMT (tecnología, medios y telecomunicaciones) a mínimos históricos.

Las operadoras tradicionales, procedentes de los antiguos monopolios, capean al temporal a duras penas, aunque casi todas ellas marcan récord de pérdidas y deudas, y sólo la amplia cuota de mercado de la que siguen disfrutando (más del 70% en todos los casos) les permite respirar.

Sus cuentas de resultados se ven lastradas por las fuertes amortizaciones que han tenido que acometer como consecuencia de la pérdida de valor de las adquisiciones que se realizaron en pleno boom (Orange y NTL por France Télécom, Mannesmann y J-Phone por Vodafone, E-Plus por KPN, VoiceStream por Deutsche Telekom, Viag por British Telecom).

La consecuencia: Deutsche Telekom perdió 3.454 millones de euros en 2001 y sus acciones se encuentran en su mínimo histórico, con caídas de más de un 50% en los últimos doce meses; Telecom Italia presentó sus primeros resultados negativos en 20 años; la holandesa KPN tuvo casi más pérdidas (7.495 millones) que ingresos; France Télécom, que también marcó mínimos el viernes pasado, estuvo a punto de batir récords de números rojos en 2001 (8.280 millones) de una empresa gala, de no ser porque el gigante de medios Vivendi le superó en ese ránking (13.597 millones de euros); Telefónica mantuvo el tipo (2.106 millones de beneficios), lo que no impidió que los títulos se hayan depreciado un 40% en el último año, e incluso la todopoderosa Vodafone está a punto de presentar los peores resultados de su historia.

Peor aún es la situación de las operadoras alternativas, nacidas al calor de los procesos de liberalización. Ninguna de ellas ha cumplido las expectativas de negocio y en muchos casos están al borde la quiebra, incapaces de devolver los créditos o, mucho peor, los intereses de los bonos de alto riesgo con que financiaron su proyecto, y que ahora buscan canjear por acciones propias.

'Bonos basura'

El caso más paradigmático es el del operador británico de cable NTL, que suspendió pagos esta semana, con una deuda de 25.740 millones. Su única posibilidad de reflotamiento es que los accionistas, entre ellos France Télécom, acepten canjear los 10.600 millones de bonos cuyo vencimiento pesa como una losa. Lo mismo le ocurre a su competidor británico Telewest y, sobre todo, a la holandesa United PanEurope Communications (UPC), la mayor cablera de Europa, con presencia en 17 países y participada por Microsoft, sigue sin convencer a sus acreedores para cambiarles los bonos y obligaciones de 7.500 millones de euros por acciones que están a punto de salir de ser expulsadas del Nasdaq, al rozar la barrera de un dólar. Justamente eso es lo que le puede suceder también en los próximos días a la otrora innovadora WorldCom, la operadora estadounidense.

Los efectos de una posible quiebra de WorldCom, la segunda operadora de larga distancia de EE UU tras AT&T, superaría la conmoción causada por la suspensión de pagos de Global Crossing, el caso de un fallido operador de red de fibra óptica a la que se compara con Enron por sus irregularidades contables. En España, no existe ninguna situación comparable aunque Jazztel debe canjear urgentemente sus bonos por 676 millones, y Avanzit renegocia un crédito de más de 200 millones para garantizar su supervivencia.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ramón Muñoz
Es periodista de la sección de Economía, especializado en Telecomunicaciones y Transporte. Ha desarrollado su carrera en varios medios como Europa Press, El Mundo y ahora EL PAÍS. Es también autor del libro 'España, destino Tercer Mundo'.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_