Sharon viaja a EE UU con un plan de paz que excluye a Arafat
La Casa Blanca cree que Israel no tiene más remedio que negociar con el líder palestino
El primer ministro israelí, Ariel Sharon, viajó ayer a Estados Unidos con un singular plan de paz bajo el brazo, con el que pretende deshacerse del presidente Yasir Arafat, reemplazarlo por una dirección palestina más 'democrática', con la que tiene intención de pactar un programa de concesiones mínimas que serán dosificadas en el momento oportuno.
La fórmula no parece convencer a la Casa Blanca, que ya ha anunciado a través del periódico The New York Times su decisión de continuar apoyando al actual presidente palestino, aunque pidiéndole ciertas reformas en su Gobierno.
'Se equivocan los que creen en la posibilidad de llegar hoy a un acuerdo definitivo en el conflicto israelo-palestino. En las condiciones actuales sólo es posible llegar a acuerdos parciales', explicaba ayer la ministra de Educación israelí, Limor Livnat, a los periodistas que acompañaban al primer ministro Ariel Sharon en su viaje a Estados Unidos.
Limor Livnat, una propagandista de primera línea del Gobierno de Ariel Sharon, describía con estas palabras la filosofía del singular plan de paz que el primer ministro presentará el martes al presidente norteamericano George W. Bush, cuando se entreviste con él en la Casa Blanca.
La ministra explicó a los periodistas que para que este plan pueda llevarse a término es imprescindible deshacerse del líder palestino Yasir Arafat, y colocar en su lugar una 'dirección alternativa, más democrática y más transparente, con la que Israel, en un momento dado, pueda abordar las negociaciones' para relanzar un proceso de paz.
Ariel Sharon tratará de demostrar a Estados Unidos la 'maldad' del presidente palestino con un documento de 100 páginas titulado Expediente Arafat, en el que desde hace meses han estado trabajando los servicios secretos de Israel y con el que, según ellos, se aportan pruebas de los vínculos del veterano líder palestino con la 'red terrorista', los ataques contra los civiles israelíes y los atentados suicidas.
Según el informe, las subvenciones que regularmente han venido otorgando Estados Unidos, la Unión Europea, Arabia Saudí y otros países han servido para financiar las actividades de cerca de 500 radicales.
Estados Unidos, sin embargo, ha respondido ya a la maniobra de Ariel Sharon a través del periódico The New York Times, al asegurar que Israel no tiene el derecho ni la capacidad para elegir al líder de otro pueblo, y que de una manera u otra Ariel Sharon deberá acabar hablando con Yasir Arafat.
La Casa Blanca, sin embargo, olvidaba ayer que Ariel Sharon es quizás un hombre de ideas equivocadas, pero fijas, y que en otoño de 1998, en la cumbre de Wye Plantation, a la que acudió como miembro del séquito de Benjamín Netanyahu, se negó a estrechar la mano de Yasir Arafat, al que siempre ha considerado un 'criminal'.
Tres niños muertos
El viaje de Ariel Sharon a Estados Unidos, el quinto que efectúa desde su llegada al Gobierno hace poco más de un año, se vio ayer sacudido por el estruendo de los tanques israelíes y los disparos de los soldados, que volvieron a actuar en el norte de Cisjordania, donde por error mataron a tres niños, de tres, cuatro y ocho años.
Dos de los menores fueron abatidos a tiros con su madre, cuando se encontraban en el campo y los soldados dispararon sobre una multitud de 'sombras sospechosas', después de que un carro blindado israelí fuera atacado en las proximidades. Horas más tarde, otro blindado disparó contra un niño de ocho años, en un campo de refugiados, alcanzándole en el pecho. El Ejército de Israel se ha disculpado.
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