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Reportaje:APUNTES

Un modelo propio de investigadores

La Oficina de Ciencia cierra un 'plan de choque' para incorporar 1.108 científicos y tecnólogos en 2002

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Unión Europea (UE) alertaban hace dos años en sendos informes que España necesitaba incorporar cerca de 15.000 científicos para igualarse a los países desarrollados. De ahí nació el publicitado Programa Ramón y Cajal lanzado en 2001 con la pretensión de incorporar 800 jóvenes investigadores en un año, para poder alcanzar en 2004 la cifra de 2.000 científicos más. Con todo, el retraso en el programa y la 'descordinación entre las distintas Administraciones públicas', constatadas en informes como el presentado en Valencia por la Fundación Cotec, revelan que los planes del Ministerio de Ciencia y Tecnología, nacido hace dos años, han sido a todas luces insuficientes. Y más, en el caso valenciano, cuyo número de investigadores en equivalencia a dedicación plena respecto de otras automías 'sigue ocupando el duodécimo puesto, el mismo que en 1987'.

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En este escenario, la Oficina de Ciencia, adscrita a la nueva Consejería de Innovación y Competitividad, culmina a marchas forzadas una especie de plan de choque para lograr la incorporación a finales de 2002 de un total de 1.108 científicos y tecnólogos al todavía débil Sistema de Innovación Valenciano (SIV). Los últimos datos del INE corroboran que 'uno de los problemas que se han detectado en el sistema valenciano es en el capítulo de recursos humanos'. Esto es, en personal dedicado a tiempo completo a I+D -7.049 censados de los 102.237 existentes en España-, lo que da un porcentaje muy bajo del 6,9%, que obviamente 'incide sobre las posibilidades de convergencia con la UE'.

Varias son las fórmulas a las que ha recurrido el subsecretario del área, Javier Quesada, para revertir este escenario. En primer lugar, la creación de tres modalidades nuevas de gestión autonómica -una para posdoctorales de 'excelencia', otra mixta para captar cinco 'grandes fichajes' este año, y una amplia bolsa para incorporar a los laboratorios universitarios y a las OPIs 200 técnicos de FP-; además de reducir la burocracia en el resto. La medida, que Quesada asume que lleva 'un retraso de año y medio', implica 'un aumento del presupuesto en recursos humanos del 42,3%'. Es decir, la oficina pasará de los 4,1 millones de euros asignados en 2001 para ello a 6,01 millones en 2002 (1.000 millones de pesetas). Pero ésta no es la única novedad.

El punto de partida de la reestructuración de la política científica, explica el subsecretario Javier Quesada, es que 'no había sólo que poner dinero, sino poner recursos especialmente en algunos capítulos, como es recursos humanos y grupos de investigación'. Aunque en la planificación y gestión de los grupos de investigación de la Comunidad Valenciana, la Generalitat ha optado por poner coto 'a la política de café para todos', puntualiza, y apostar por 'la consolidación de grupos de excelencia contrastados'. Aunque para hacerlo efectivo, reconoce, habrá que 'concentrar las ayudas' y llegar a los grupos 'con mayor instensidad'. Es decir, con mayor presupuesto y estabilidad.

La idea es que de una primera selección salgan grupos que puedan 'dar resultados competitivos en tres años', o sea, que sean capaces de 'competir por ayudas a proyectos fuera de la Comunidad, en áreas que sean prioritarias dentro del propio Plan Valenciano de I+D'. En 2002, la Oficina de Ciencia convocará ayudas para 110 grupos, lo que supone un recorte sobre los 180 que fueron financiados en 2001. Pero, con una diferencia notable: el presupuesto para este capítulo pasa de 690.000 euros el año pasado, a 2,2 millones este año (un 261% más). La estrategia pretende 'fortalecer y dar estabilidad' al trabajo de los grupos seleccionados, que deberán contar 'con dos o más doctores, además de algún 'investigador visitante'.

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'Carné electrónico'

Si para fortalecer y consolidar grupos de investigadores de prestigio valencianos ha hecho falta casi cuadruplicar las ayudas en este capítulo, la estabilidad vendrá de la mano de un 'carné electrónico' y 'registro de grupos', con el objetivo de reducir la aparatosa burocracia que envuelve al mundo de las ayudas a la investigación en España, en general, y que se reproduce por extensión en la Comunidad Valenciana.

Los grupos tendrán que presentar una memoria, lo que implica un componente de evaluación. Para ello, la Oficina consultará con expertos externos e internos el nivel de investigación 'contrastada'. Es decir, el resultado de la actividad será evaluado dentro de su nivel de investigación. También podrá optarse al Programa de Ayudas a Proyectos, que diferirán de las ayudas a grupos, ya que darán la oportunidad a que los mejores jóvenes investigadores puedan competir con los grandes -habrá una 'reserva para jóvenes o becarios de excelencia' menores de 35 años. Se trata de que compitan con su propio proyecto por unas ayudas que, además, les sirvan para 'negociar con cualquier universidad o centro la posibilidad de ser contratado para desarrollarlo en esa institución'.

Con todo, el capítulo en el que la Generalitat ha tenido que desplegar más atención y eficiencia ha sido en el de recursos humanos y formación de jóvenes doctores y tecnólogos, para revertir el déficit en investigadores en dedicación plena y el bajo puesto que ocupa la Comunidad Valenciana respecto del ranking nacional, ya de por sí por debajo de la media de la UE. Toda carrera de investigador empieza por su condición de 'becario'. En este caso, 'precario' como lo han acuñado ya a nivel autonómico y a nivel nacional los jóvenes investigadores en formación agrupados en las plataformas de Becarios/Precarios.

Para ellos, el Consell ha cambiado la apuesta lanzada hace dos años por el vicepresidente José Joaquín Ripoll de crear un 'Estatuto autonómico del investigador' y de ampliar el abanico de categorías, con la finalidad de culminar el 2002 con la incorporación de 1.108 científicos y tecnólogos al sistema. En principio, para los becarios se ha optado, pues, por subirles el sueldo un 33% (unas 165.000 pesetas) y completarlo con una mochila (200.000 pesetas para gastos de congresos, libros, fotocopias, etcétera). Aunque el problema del retraso en los pagos sigue pendiente de que 'los becarios entreguen la documentación completa y se reduzcan las incidencias', pero también de que Tesorería establezca un mecanimos más fluido de pagos.

2003 se estrenará con una bolsa de posdoctorales propios, cuya convocatoria saldrá el último trimestre. La idea es que de los 300 becarios que se forman cada cuatro años (unos 75 por año) se seleccionen unos 30 posdoctorados, con la tesis terminada, para ir creando una cantera autonómica de primer nivel. Además, está también los 85 posdoctorales que ya se han incorporado este curso a las universidades valencianas y organismos públicos de investigación cofinanciados al 50% con el MCyT, procedentes del Programa Ramón y Cajal.

La apuesta, quizá, más cara y díficil será el fichaje previsto -aunque la Oficina se niega a revelar nombres- de 'cinco investigadores seniors', antes de que acabe el año. Una fórmula que el ministerio ya tiene redactada, aunque no se ha publicado la convocatoria aún en el BOE, por el que la Comunidad Valenciana financiará el 25% de los 50 millones que cuesta cada fichaje. La incorporación de licenciados en Formación Profesional Técnica (FPT) es otra de las novedades con que contarán las universidades valencianas para, entre otras cosas, evitar que los investigadores becarios se pierdan en tareas que son propias de los tecnólogos. De momento, el sistema asumirá estos 200 licenciados, en función de las necesidades que cada universidad, OPI, CSIC e institutos están perfilando ya. 'Si el plan se cumple y mantenemos la intensidad, el Sistema Valenciano lo notará en dos o tres años', señala Quesada.

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