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Reportaje:

Nadie es perfecto

Kissinger admite en Londres que pudo cometer errores en alusión a crímenes de guerra y represión en Laos, Camboya y Chile

El ciudadano Henry Kissinger está en Londres. Ayer, antes del mediodía, el ex asesor nacional de Seguridad y secretario de Estado de los presidentes Richard Nixon y Gerald Ford, entre 1969 y 1977, se presentó en el Royal Albert Hall. Allí le esperaba un salón lleno a rebosar de ejecutivos que habían pagado 235 libras (unos 300 euros) para acudir a la Convención Anual del Institute of Directors para escuchar a Kissinger, que cobra una tarifa de 25.000 dólares (unos 27.500 euros) por cada conferencia sobre la globalización de una serie que va a pronunciar.

Kissinger, que se ha negado a declarar ante el juez español Baltasar Garzón y la francesa Anne-Sophie Chateau sobre su conocimiento de las operaciones de represión y masacre de opositores durante la dictadura del general Augusto Pinochet, reconoció a la audiencia que nadie es perfecto. 'Es posible que se cometieran errores por parte de las administraciones en las que he servido', señaló. 'Pero', añadió, 'la cuestión es si los tribunales son el lugar adecuado para determinar lo que ocurrió'. Frente al auditorio Royal Albert Hall se congregaban manifestantes para protestar contra los crímenes de guerra.

Kissinger explicó a los ejecutivos que en toda administración de gobierno se cometen errores. 'Nadie puede decir que ha prestado servicios en una administración que no cometió errores. Las decisiones que se toman en altas instancias se hacen 51 contra 49%, lo que hace muy posible que se hayan cometidos errores'. Pero el ex secretario de Estado no cree que sea posible esclarecer los hechos que tuvieron lugar. 'El tema es si 30 años después de ocurridos los tribunales constituyen el ámbito adecuado para dilucidar si se hizo bien o no'. Kissinger dice que será imposible hacer un recuento de cada uno de los miles de casos que él ha llevado en el día a día cuando ejercía su cargo. Y añadió: 'Yo no me niego a responder preguntas sobre el pasado'.

Es la primera vez que Kissinger admite que la política que él contribuyó a diseñar a finales de los sesenta y la primera mitad de los años setenta para la Administración de Nixon pudo ser errónea. Hasta ahora, se había limitado a señalar, al referirse al general Pinochet, por ejemplo, que en la época de los setenta el tema de los derechos humanos no era tan relevante como lo es en la actualidad.

Kissinger atacó duramente al juez Garzón durante los 17 meses de arresto de Pinochet en Londres, entre octubre de 1998 y marzo de 2000. Kissinger se alineó con el recientemente fallecido general Vernon Walters, ex director de la CIA, y con Margaret Thatcher, quienes justificaron lo que pasó en Chile por la existencia de una presunta amenaza comunista sobre dicho país durante los años del presidente constitucional Salvador Allende. En ese contexto, Kissinger escribió un ensayo en la influyente revista norteamericana Foreign Affairs en el que cuestionaba al juez Garzón y los intentos de aplicar la jurisdicción universal en el castigo de crímenes contra la humanidad.

La lista de jueces que han buscado el testimonio de Kissinger no ha dejado de ampliarse en los últimos años. El primer juez que recientemente intentó tomar declaración a Kissinger fue el francés Roger Le Loire, quien en mayo de 2001 envió a un miembro de la brigada criminal al hotel Ritz, donde se alojaba el ex secretario de Estado, para entregarle una citación a fin de que diera testimonio en relación con las actividades de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) en la desaparición de cinco ciudadanos franceses. Kissinger se negó a declarar en París y pidió que se le citara por comisión rogatoria a Estados Unidos. Poco después, el juez chileno Juan Guzmán envió un exhorto a Washington con una serie de preguntas para Kissinger. Estaban relacionadas con la desaparición y asesinato de Charles Horman, el periodista independiente cuya historia fue narrada en un libro y llevada al cine por Costa Gavras con Missing en 1982, va a hacer 20 años el 15 de mayo próximo. Y finalmente, el juez Garzón y la magistrada Chateau han intentado tomarle declaración, sin éxito, en Londres.

El Ministerio del Interior británico ha respondido al juez Garzón el pasado lunes 22 que Kissinger se negaba a declarar en Londres, pero, añadió, las autoridades norteamericanas dicen que si la petición se les dirige a Washington 'la respuesta podría ser diferente'.

Lo cierto es que el juez Guzmán espera desde hace un año las respuestas que pidió a Washington. Garzón, un aspirante a Nobel de la Paz en el año 2002, seguirá los talones del Nobel de la Paz de 1973 en Washington. Quizá sus influencias consigan algo más que el juez Guzmán, quién sabe. En todo caso, la causa que ha instruido en la Audiencia Nacional muestra que hubo algo más que errores en la política de Washington a partir de 1971 en Chile. El 8 de junio de 1976, Kissinger visitó a Pinochet en Santiago y le dijo, según el memorándum desclasificado y publicado por EL PAÍS a finales de febrero de 1999, lo siguiente: 'Tenemos mucha simpatía en Estados Unidos por lo que usted está intentando hacer aquí...'.

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