Precisiones sobre la esquizofrenia
En su edición del 17 de abril de 2002, aparece un artículo del profesor Francisco J. Rubia bajo el título de 'Un científico esquizofrénico' que requiere algunas precisiones. La esquizofrenia ha sido descrita como el cáncer de la mente. Ambos tipos de enfermedades se juegan en los límites de la naturaleza humana, unas a nivel mental, otras a nivel biológico y por este hecho resultan muy atractivas para las mentes inquietas. El estudio y contemplación de lo morboso ayuda a conocer cómo somos, cómo funcionan nuestro organismo y nuestra actividad mental. Sin embargo muy por encima de ello, son enfermedades que conllevan una enorme carga de sufrimiento y el riesgo de la destrucción del individuo psíquica o físicamente. La persona con esquizofrenia o con un cáncer, tarde o temprano, sabe que se enfrenta, con poderosos mecanismos autodestructivos que pueden terminar con su razón o con su vida. Por eso es injusto frivolizar con la creatividad que estas enfermedades pudieran tener. El caso de John Nash es muy ilustrativo. Sus investigaciones no son consecuencia de sus delirios. Su vida refleja una enorme lucha personal contra la enfermedad, que le ha permitido recuperar gran parte de la creatividad que perdió durante
unos años en los cuales estuvo gravemente enfermo. Su evolución no es excepcional ya que las personas con esquizofrenia alcanzan niveles de recuperación muy importantes a lo largo de la vida. John Nash ha descrito como el pensamiento matemático se mueve en las fronteras de lo patológico (J. Nash: 'Rational Thinking: Is it Easy or Hard?' En: One World, One Language. J. J. López-Ibor, F. Lieh-Mak, H. Visotsky, M. Maj (Eds.). Hogrefe & Huber, 1999) y esto mismo cabe decir de la actividad científica o artística de otras muchas personas. Sin embargo, la obra es el resultado de la persona y de su lucha contra la amenaza de lo irracional.
No se trata de una iluminación existencial, entre otras cosas porque delirio encierra al sujeto en sí mismo y muy rara vez trasciende de la manera en que lo hace la creatividad.
Hölderlin ha escrito textos que se encuentran entre los más maravillosos jamás escritos. El día en que enfermó desapareció su creatividad, desapareció Hölderlin, que vivió desde entonces confinado en una buhardilla. La enfermedad es fuente de un sufrimiento inefable y de una carga enorme para quienes la padecen y sus allegados.
El cerebro no nos engaña, más bien permite que construyamos un mundo de valores y realidades en las que sobrevivir y convivir. Cuando enferma sí puede engañarnos pero no hasta el punto de que el enfermo deje de saber lo que le esta pasando y por lo tanto de sufrir y de enfrentarse contra fuerzas que, aún procediendo de sí mismo, son más poderosas que él mismo.
Del mismo modo, el cuerpo no nos mata. La vida procede de él, y lucha encarnizadamente contra las enfermedades, incluso contra las células cancerosas, que proceden del propio organismo y que, por lo tanto, comparten con él la mayor parte de sus mecanismos biológicos.
Las posturas ingenuamente románticas de los años 70 están superadas. La comunidad científica internacional reconoce a la esquizofrenia como una enfermedad destructiva y la propia Organización Mundial de la Salud ha dedicado sus mayores esfuerzos en el año pasado a llamar la atención de gobiernos y ciudadanos sobre la enorme carga de las enfermedades mentales para los millones de individuos que las padecen, para sus familiares y para la sociedad en general.
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