Colombia-Usera
Me gustaría felicitarles por el artículo sobre los colombianos y el cártel de Madrid. Trabajo en proyectos de inserción de inmigrantes en el distrito de Usera (el de mayor población colombiana en Madrid); además, tengo buenos amigos dentro de ese colectivo. Creo que la percepción de que esta situación de violencia y delito ha sido propiciada, en gran medida, por la permisividad policial, se ajusta por completo a la realidad.
Pero me gustaría matizar que, al menos en el ámbito de lo local, esta permisividad es política y de ella se deriva, posteriormente, la policial.
Un ejemplo es el parque del Pradolongo, un lugar, inicialmente escogido por los trabajadores colombianos como punto de encuentro los domingos, ahora convertido en lugar de bronca continua, donde jóvenes malandros ofrecen vicio a sus compatriotas, donde se vende comida y bebida sin ningún tipo de permiso (¿podría usted, ciudadano español, ponerse a vender sangría y tortilla los domingos en el parque de su ciudad sin los pertinentes permisos?), en el que, sobre todo en verano, cientos de personas beben, y evacuan lo bebido, en plena calle y hasta altas horas de la madrugada, todo ello gestionado por una organización sin ánimo de lucro y con línea directa con el concejal del distrito.
Les aseguro que cada vez son menos los trabajadores y estudiantes colombianos que van al Pradolongo; bueno, sí, van una vez, y no vuelven más.
Esta situación, sumada a la violencia en los institutos de la zona, al cada vez más frecuente ruido de tiros, jamás antes escuchado en este distrito, ha provocado la crispación en los vecinos de este barrio obrero.
Vecinos que, además, a la más mínima queja, son calificados de racistas por ciertas asociaciones que viven de ayudar a los inmigrantes y a las que, por tanto, conviene más la no integración de los mismos.
Y el concejal (elegido por los supuestos racistas) qué dice, pues: que no va a prohibir el legítimo derecho de reunión de los colombianos, ¡toma ya!
La Comunidad Autónoma de Madrid saca una ley antibotellón...pues el concejal les legaliza los puestos, para que puedan seguir bebiendo en la calle. ¡Jóvenes, al Pradolongo, que hay botellón!
Lo más curioso del asunto es que, paralelamente, cualquier iniciativa seria presentada por las prestigiosas asociaciones de vecinos de Usera y Orcasitas (un poco de memoria histórica para recordar que la lucha del movimiento vecinal en España nació aquí) con el fin de ayudar a la inserción en el distrito de los nuevos vecinos es, o paralizada por dicho concejal o vaciada de contenido.
La única razón que se me ocurre para entender dicha actitud es una perversa y oculta intención: la de guetizar los distritos del sur de Madrid.
Los vecinos españoles, colombianos, ecuatorianos... no lo vamos a consentir.
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