Reivindicación del edificio industrial
El esplendor industrial de algunas comarcas y ciudades del País Vasco y Navarra en los primeros decenios del siglo pasado llevó a la construcción de numerosas fábricas, conjuntos de edificios y hasta al establecimiento de ciudades-taller, como es el caso de Eibar. En esta localidad se reunieron hace 15 días representantes de la organización Docomomo y del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro (COAVN) para estudiar el panorama de la arquitectura industrial levantada en este ámbito durante el pasado siglo XX.
Docomomo es una organización internacional encargada de velar por la conservación del patrimonio del movimiento moderno en arquitectura. Su nombre es el acrónimo de Documentation and Conservation of building, sites and neighbourhoods of the Modern Movement (Documentación y conservación de edificios, lugares y barrios del movimiento moderno) y reivindica el valor de esas edificaciones que situaron a la arquitectura a la altura creativa que se estaba viviendo en otras artes.
Habitualmente, las aportaciones de esta tendencia en ámbitos como la vivienda o los edificios públicos cuentan con el reconocimiento correspondiente a su aportación artística. Es el caso, por ejemplo, del Club Náutico de San Sebastián, de José Manuel Aizpurua, o el grupo escolar Luis Briñas en Bilbao, de Pedro Ispizua.
Ambas obras figuraban en el primer inventario que Docomomo publicó en 1996, que incluía 166 construcciones fundamentales de toda la Península Ibérica. Ahí estaba el hipódromo de La Zarzuela, con esa cubierta característica de Torroja, o el pabellón alemán para la Exposición de Barcelona de Mies van der Rohe, referencia de la fundación del mismo nombre que en la actualidad respalda a esta organización.
Los trabajos de selección del apartado industrial están prácticamente terminados. Las reuniones de Eibar y Bilbao querían mostrar in situ a los encargados de la selección la huella industrial en territorios enteros, como ocurre en la primera ciudad. Y los visitantes quedaron impresionados ante las aportaciones de la localidad guipuzcoana. 'Lo primero que nos sorprendió fue la calidad de las construcciones que todavía permanecen en pie, pero también nos llamó la atención el peligro de desmantelamiento que tienen estas obras, ya que la mayor parte se encuentran en ubicaciones golosas', explica Susana Landrove, secretaria técnica de Docomomo.
En aquel recorrido por Eibar cautivaron, por ejemplo, la fábrica de máquinas de coser Alfa o los barrios de Matsaria y Txonta. 'Esta localidad ofrece un paisaje industrial muy peculiar en la comunidad autónoma de los que podría destacarse la configuración de barriadas enteras a partir de taller, vivienda y ciudad', recuerda Antón Pagola, presidente de la sección guipuzcoana del COAVN.
Pagola insiste en la necesidad de conservar la fábrica Alfa: 'En estos momentos parece que tiene un triste destino de derribo, pero yo creo que posee piezas, fragmentos, hay que tener en cuenta que ocupa una gran manzana, susceptibles de nuevos usos, como ha ocurrido con la casa de cultura de esta localidad'.
Ahí está la razón principal de los defensores de estas obras: son edificaciones que están en perfectas condiciones. 'No se puede olvidar que la ciudad ya está conformada; con un refuerzo de estructura y una mano de pintura ya se ha conseguido un edificio urbanizado perfectamente utilizable para usos terciarios o viviendas. Esta práctica viene siendo habitual en el resto de Europa o en Estados Unidos', explica Pagola, quien pone de ejemplo la proliferación de lofts en las ciudades con tradición industrial.
El recorrido por Eibar también sirvió para recordar algunas singularidades, como las cubiertas de agua en los talleres. 'Sobre todo, impresionó al equipo de arquitectos portugués, como una solución ingeniosa para una cubierta plana de hormigón en que el agua hace de regulador térmico', recuerda el presidente de los arquitectos guipuzcoanos.
Pero no sólo Eibar aporta un legado industrial vasco al catálogo de Docomomo. Entre el listado que se ha presentado se encuentran joyas como la fábrica Laborde de Andoain o los Talleres Mendizábal, esa construcción emblemática de Pedro Ispizua que domina la Ribera de Deusto, en Bilbao, con su imponente tigre en las alturas. Otras referencias imprescindibles de esta selección son la Unión Cerrrajera de Mondragón, localidad donde también está ubicada la fábrica Elma, o el edificio de Armas Gabilondo de Vitoria.
Pero Docomomo también trabaja en el ámbito de la investigación. De ahí que este catálogo se complete con una serie de ensayos que conformaron el segundo seminario organizado por esta institución, en Sevilla en 1999, sobre Arquitectura e industrias modernas. Allí se puede encontrar un artículo imprescindible para el estudio de la construcción industrial en el siglo XX en el País Vasco.
En él, se reconoce la obra de Luis Tolosa, delineante, pero artífice de la mayor parte de los edificios del Puerto de Pasajes y de dicha fábrica de Andoain. El texto también recuerda a Luis Astiazarán, autor de la fábrica Sacem de Villabona, en 1939, quizá una de las obras más atrevidas en la época. Y por último, se habla de Florencio Mocoroa, autor de Manufacturas Olaran de Beasain, otra de las referencias imprescindibles en ese recorrido por la arquitectura moderna en la industria vasca.
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