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CARTAS AL DIRECTOR
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Colombia

En respuesta a la carta firmada por Gervasio Sánchez, de Zaragoza, y publicada bajo el título ¿Por qué se mata en Colombia?, del domingo 31 de marzo, me permito señalar lo siguiente respecto de la responsabilidad que les cabe a EE UU y a la Unión Europea en la masacre que se vive en Colombia, mi patria, y en otros países hoy en día:

Señala el firmante que '... el dinero de la droga sería un problema menor si no hubiese políticos dispuestos a ser corrompidos'. La anterior afirmación podríamos complementarla diciendo: '... y la droga dejaría de producir tanto dinero si los Gobiernos de los países consumidores tuvieran la valentía de enfrentar su legalización'.

Y aquí es donde entra en juego la doble moral de EE UU, cohonestada por la Unión Europea, los cuales insisten estúpidamente en atacar el problema de los estupefacientes con la represión en los países productores (con su consiguiente 'daño colateral' en destrucción y muerte), mientras poco o nada hacen respecto del consumo en sus propias narices.

Con todo, está demostrado que la represión ejercida -por designio de EE UU- durante casi treinta años no ha servido en absoluto para controlar la producción y consumo de estupefacientes, que no ha hecho sino aumentar. Por eso, como única alternativa para controlar eficientemente este flagelo no queda sino la acción educativa, familiar y social.

Por favor, si la ciudadanía europea realmente quiere colaborar en algo con países como Colombia, no basta con horrorizarse ante las imágenes de masacres, arzobispos asesinados y elevar una protesta, sino que deben considerar y asumir que la única forma de acabar con la gasolina de este conflicto (y muchos otros) es eliminando su prohibición (que es lo que hace tan rentable este negocio) y dar la pelea contra los estupefacientes desde sus hogares, codo a codo con sus hijos, en sus escuelas; y no sólo en las lejanas selvas suramericanas o asiáticas, y viéndola a lo lejos cómodamente a través de un televisor.

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