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Reportaje:

El discutido "espíritu militar" de la teniente B.

Un general niega tiempo a una oficial para cuidar a su hijo porque 'defender a España está por encima de la protección familiar'

'Falta de espíritu militar'. Ése es el reproche que, en un escrito fechado el pasado 14 de diciembre, el general jefe del Mando de Transmisiones del Ejército dirige a una de sus subordinadas, la teniente B., quien 'incapaz de comprender las explicaciones de sus mandos acerca de la profesión militar' se embarcó en un largo pleito con el que pretendía 'que un derecho laboral esté por encima de los cometidos esenciales e inherentes a su profesión'. Lo que 'no es de recibo', a juicio del general.

Los 'derechos laborales' reclamados por la teniente no eran otros que los previstos en la ley de conciliación de la vida familiar y laboral para los trabajadores con menores a su cargo.

El 13 de septiembre de 1998, cuando nació su hijo, la entonces alférez obtuvo una hora de reducción de jornada, con la correspondiente merma en sus retrubuciones, y otra de permiso por lactancia, hasta que éste cumplió los nueve meses.

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Pese a ello, se encontró con la sorpresa de que seguía figurando en las listas para realizar guardias, lo que implicaba su presencia en el cuartel cada dos o tres semanas durante 48 o 72 horas seguidas, así como la realización de maniobras y ejercicios, de hasta una semana.

Alegando que estas actividades eran incompatibles con el cuidado de su hijo, pidió su exclusión de las mismas. El marido de B. también es militar en activo y en los últimos años ha estado dos veces en Bosnia, por lo que ella se quedó sola con su hijo más de siete meses.

No obstante, el ministro de Defensa desestimó su petición el 15 de abril de 1999. Lejos de arredrarse, la teniente, de cuyo espíritu combativo ni siquiera su general puede dudar, acudió a los tribunales. Por tres veces, los jueces denegaron sus pretensiones pero, a la cuarta, la Sala de lo Contencioso Administrativo de la Audiencia Nacional le dio parcialmente la razón, al reconocer su derecho a que 'se adopten las medidas necesarias para compatibilizar las actividades correspondientes a su destino' con la reducción de dos horas de jornada que le correspondía, una vez concluida la lactancia y hasta que el niño cumpliese seis años de edad

El coronel de la unidad estimó que bastaba con que, durante las guardias de 24 horas, se ausentase dos horas del cuartel, aunque debía estar siempre localizable a través del móvil, mientras que debía hacer maniobras 'en idénticas condiciones que el resto de oficiales'.

Disconforme con estas medidas, la teniente apeló ante la Audiencia Nacional, que el pasado 28 de febrero dio la razón a Defensa. El auto no aclara, sin embargo, si los jueces comparten las opiniones del general del Mando de Transmisiones quien, en la resolución que puso fin a la vía administrativa y en la que legalmente representaba al ministro, decía lo siguiente: 'El derecho constitucional a la protección familiar [...] es un derecho social, considerado de segundo orden, en el sentido de que los poderes públicos tratarán de favorecer los mismos en la medida en que las condiciones sociales y económicas lo permitan'.

La protección familiar, agregaba, es 'un derecho de igual rango que el disfrutar de una vivienda digna, lo que evidentemente no se traduce en la concesión automática de un piso gratuito a todo el que lo solicita'.

Pero 'por encima de ese tipo de derechos', según el general, 'están otros derechos fundamentales [...] entre los que se encuentra el derecho y el deber de defender a España'. Eximir a la teniente B. de realizar guardias o maniobras constituye, a su juicio, 'atacar la esencia de la institución militar', en la que ella ha ingresado voluntariamente. 'De reconocerse tal pretensión, la interesada quedaría exenta de realizar misiones como las de mantenimiento de la paz', concluía, sugiriendo que una militar con un niño a su cargo podría ser destinada forzosa a Kosovo o Afganistán.

Para el general, la concesión de las dos horas de ausencia durante las guardias, aunque localizada telefónicamente, supone una vulnerabilidad para la seguridad del cuartel, por lo que concedérselas fue un error atribuible al hecho de que su jefe directo actuó 'de buena fé' y no advirtió 'expresamente' de que la reducción de jornada está subordinada a los servicios, ejercicios y maniobras. En suma, la teniente debe estar agradecida por disfrutar de un privilegio 'excepcional' que no tiene ningún otro militar.

La doctrina expuesta por el general, en nombre del ministro, choca con lo que se dice en la página web oficial del departamento de Defensa. Tras reconocer que existe un vacío legal y anunciar un próximo reglamento para abordar este problema, asegura que 'los inconvenientes que puedan surgir con la realización de guardias o servicios mientras se está disfrutando de algún supuesto de reducción de jornada [por el cuidado de hijos] deben resolverse en el sentido de considerar su exclusión si las necesidades del servicio lo permiten'.

El auto de la Audiencia Nacional debería poner punto y final a la historia de la teniente B., si no fuera porque las afirmaciones vertidas por el jefe del Mando de Transmisiones en su escrito del 14 de diciembre no auguran nada bueno para ella.

Además de cuestionar el 'espiritu militar' de la teniente que tiene a sus órdenes, el general la acusa de 'falta de profesionalidad' y de 'clara falta de lealtad hacia la institución', por haber trasladado su problema a una diputada. Hasta ahora, los militares tenían prohibido sindicarse, manifestarse o hacer huelga. Tampoco pueden, según el general, dirigirse a diputados a los que votan y que también les representan.

El Ejército español, el segundo con más mujeres

Con el 8,3% de sus efectivos, España es ya el segundo país occidental, tras EE UU, con mayor porcentaje de mujeres en las Fuerzas Armadas. Aunque su presencia es muy reciente, la primera puerta se abrió en 1988 y la eliminación de cualquier discriminación no llegó hasta 1999, el crecimiento ha sido espectacular. Ya representan el 14,1% de los soldados y marineros, aunque apenas supongan el 1,5% de los mandos. La mujer con un empleo más alto es una comandante de Sanidad ascendida el año pasado. La afluencia de mujeres está salvando de hecho el proceso de profesionalización de las Fuerzas Armadas, ante la falta de aspirantes masculinos. En 2001, una cuarta parte de los candidatos a la tropa profesional eran de sexo femenino.

Ello está obligando a un rápido proceso de adaptación. Además de los cambios legales y disciplinarios, se han habilitado aseos y dormitorios separados en la mayor parte de cuarteles y buques. En fecha tan reciente como el pasado enero, el Ejército de Tierra dictó normas de uniformidad para militares embarazadas.

El proceso, sin embargo, no está exento de problemas. El síntoma más alarmante es que, según datos del Ministerio de Defensa, 1.072 mujeres militares tomaron la baja por depresión en los últimos cinco años. Sólo en 2000 fueron 481, casi una de cada veinte.

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