Privatizar como alternativa
En 1995 fui becado por Arthur Andersen a un encuentro en El Escorial; el tema, Gestión de los servicios públicos.
En aquellos momentos había terminado recientemente la carrera de Derecho, venía de provincias y no tenía ni idea de la importancia de aquella empresa. Pastas y té en el descanso, moqueta en el suelo, chaquetas y corbatas, ordenadores portátiles... quedé impresionado.
Los ponentes del encuentro eran en su mayoría personalidades del Partido Popular que estaban o iban a tomar las riendas de España (futuros ministros, alcaldes...). Existió, sin embargo, una absoluta falta de confrontación de ideas, fue todo el tiempo una alabanza a los parabienes y eficiencias de la empresa privada en lo público: la empresa privada era el bien, y la pública, el mal; sólo una voz se alzó entre los asistentes para señalar a una futura ministra su maniqueísmo y hablar de buenas o malas gestiones en lo público o en lo privado...
Aun así, creí en los predicamentos allí expuestos y encamine mi carrera profesional hacia la empresa privada, de cuya iconografía de poder había quedado fascinado.
¿Qué ha pasado conmigo? No lo sé. Siete años después aún sigo buscando mi primer contrato indefinido; jamás en mis trabajos, a pesar de ser titulado superior, he pasado de la categoría laboral 7; mi último trabajo (con suerte), mozo de almacén...
Fueron muy amables, aparte de darme la beca, me regalaron un libro: Privatizar como alternativa.