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El Born 2010 F.

La visita al Born de Barcelona es una de las experiencias singulares más impresionantes que ofrece la ciudad. El antiguo mercado, obra pionera de la arquitectura en hierro, conserva toda la majestuosidad que le confirieron el arriesgado diseño de Fontseré y la técnica de Cornet. El conjunto cubierto, construido entre 1873 y 1876, casi alcanza los 8.000 metros cuadrados. Cuando se penetra en el interior la sensación de espacio es sublime. Fontseré, dispuesto a superar el desafío al vacío que el gótico catalán había impuesto en Santa Maria del Mar y la catedral de Girona, construyó una descomunal nave central de 28 metros de luz. El espacio cubierto impresiona por sus dimensiones y ligereza, y lo realmente importante es que la intervención que se ha realizado es absolutamente respetuosa con ese espacio. Las plataformas situadas a media altura y de manera aleatoria permiten la funcionalidad del edificio, y a su vez respetan las perspectivas de lo que es el mayor valor del Born: sus visuales espaciales interiores.

Hoy el antiguo mercado aloja el Visitor Center de la ciudad, un espacio que informa sobre la historia del casco antiguo y sobre los puntos de interés turístico del conjunto de la urbe; en fin, un lugar de donde arrancan todo tipo de itinerarios e iniciativas turísticas. A su vez el edificio es una de las sedes principales del Museo de Historia de la Ciudad, ya que en su subsuelo visible están ubicadas las ruinas de lo que fue zona urbana medieval y del siglo XVIII. Los restos están al descubierto dentro del edificio, ocupando prácticamente todo el espacio. La mayor parte de las ruinas están exentas, y otras zonas están cubiertas con cristal y ligeras plataformas. El conjunto es único y sobrecogedor por su belleza, pero también por su significado. Ese mismo lugar evoca la pujanza de la Cataluña industrial y la bravura de la ciudad que supo resistir, con valentía y honor, el asedio de los ejércitos borbónicos en 1713-1714. De hecho las ruinas hoy visibles fueron producto de la represión, cuando para construir una gigantesca fortaleza, la Ciutadella, los vecinos del barrio de Ribera, de los cuales se saben prácticamente nombre y apellidos, se vieron obligados a abandonar e incluso a derruir sus hogares.

El recorrido por el subsuelo, sobre las calles intactas del XVIII, es sobrecogedor y supone uno de los alicientes de impacto de la visita. Itinerarios de aventura por el interior del próximo Rec Comtal y los aledaños de la base de la muralla de la Ciutadella ofrecen emociones complementarias.

La planta baja, pivotando de manera dispar sobre las ruinas, acoge diversas maquetas, montajes interactivos y espacios de información para visitantes y turistas. Las plantas intermedias cuentan con espacios para espectáculos audiovisuales de gran formato, con algunas proyecciones colosales que se expanden por techos y paredes. La historia de la ciudad, en un ambiente mágico, se recrea virtualmente sobre las mismas ruinas. Los edificios crecen, enteros y a tamaño, mostrándonos a las gentes que en ellos vivieron. También desfilan las terribles jornadas del 1714: cañonazos y asaltos, entre humo y descargas, de la infantería borbónica llegan a causar más de un sobresalto a los confiados espectadores. La recreación del mercado, y del mercado de abastos, también resulta altamente interesante.

Las obras de rehabilitación del Born finalizaron en 2005. En 2008 la instalación recibió 400.000 visitantes, el pasado año se llegó a los 600.000. El Born se ha consolidado, pues, como uno de los elementos culturales más dinámicos y productivos de la ciudad, un auténtico generador de riqueza que ha contribuido a potenciar Barcelona como ciudad histórico-turística de primer orden. Un lugar donde las jóvenes generaciones aprenden y se educan en el respeto a la historia y el patrimonio.

A la vista de los resultados parece increíble que se plantearan dudas sobre su destino en el ya lejano 2002. Se dice que las administraciones estuvieron a punto de destruir parte de las ruinas y de colmatar el gigantesco espacio con una gran biblioteca. Afortunadamente alguien decidió que era más lógico, práctico y barato construir la nueva biblioteca en la zona cultural de las Glòries. Atinadamente alguien consideró que el Born y sus ruinas podían suponer una enorme riqueza para la ciudad. Pensar que todo esto podría haberse perdido, prácticamente a cambio de nada, pone la carne de gallina.

F. Xavier Hernández es presidente de la División de Ciencias de la Educación de la UB y fue coordinador del proyecto histórico-museográfico del Museo de Historia de Cataluña.

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