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Reportaje:

Pasarela multicultural

Jóvenes de Pegalajar (Jaén) protagonizan un singular desfile de indumentaria andalusí

Ginés Donaire

Fátima-Zahra y Amina Bouryila cargaron ayer sus baúles y maletas con destino a Tetuán (Marruecos) con la satisfacción del deber cumplido y el calor de la hospitalidad recibida. Los trajes, joyas y otros objetos de la indumentaria andalusí que portaban habían servido para acercar un poco más a pueblos de las dos orillas del Estrecho unidos por un nexo común: un pasado ligado a Al-Andalus. El desfile de trajes rurales tradicionales de Marruecos, protagonizado por mujeres y chicas de Pegalajar (Jaén), puso el broche final al Encuentro Mediterráneo que, durante tres jornadas, han promovido en este pueblo jiennense de la comarca de Sierra Mágina la Fundación Al-Idrisi Hispano Marroquí y la asociación vecinal Fuente de la Reja, de Pegalajar.

La Cueva de los Majuelos, un marco de excepcional belleza cuyos orígenes se remontan a la Edad del Cobre, se convirtió la noche del sábado en una improvisada, y al mismo tiempo singular, pasarela multicultural. Los trajes preparados con esmero por Fátima y Amina fueron lucidos por una veintena de mujeres de este municipio, de algo más de 3.000 habitantes. Eran trajes de los siglos XVII y XVIII combinados por auténticas joyas de orfebrería, desde el oro a la plata pasando por esmeraldas y rubíes, algunas de ellas de época morisca. 'Ha sido una experiencia muy gratificante porque las mujeres de Pegalajar han saboreado cómo se vestían sus antepasados en Al-Andalus', decía tras el desfile Fátima-Zahra, secretaria de la Fundación Al-Idrisi.

En el desfile, similar al protagonizado el pasado año en la localidad malagueña de Carratraca, tampoco faltaron los trajes y tocados de novias andalusíes. Trajes en seda bordados en oro o en plata similares a las túnicas con las que se visten a los santos y a las vírgenes. 'En nuestro país las novias son vírgenes en todos los sentidos, aún existe la tradición gitana de casarse virgen', explicaba Fátima. En cuanto a los tocados, iban adornados con perlas y diamantes. 'Las novias más pobres al menos llevan algo de plata', decía la organizadora de este insólito desfile de moda marroquí. Para que nada faltara, las modelos españolas se calzaron las tradicionales babuchas, también bordadas en seda, oro, terciopelo o de cuero.

La velada culminó con un concierto de música andalusí a cargo de la orquesta de mujeres del Conservatorio Nacional de Tetuán, todo ello en medio de la sorprendente buena acústica de la Cueva de los Majuelos.

La Fundación Al-Idrisi Hispano Marroquí se creó hace tres años para la investigación histórica, arqueológica y arquitectónica. Aunque su sede está en Tetuán, también tiene delegación en Sevilla, y acoge a catedráticos, arquitectos, arqueólogos y estudiantes de Marruecos y España, aunque también de Francia y Portugal. Su presidente, Ahmed Tahiri, catedrático de Historia Medieval de la Universidad Hassan II, también ha estado en Pegalajar al frente de una delegación de medio centenar de marroquíes para participar en este encuentro que ha servido para hermanar a dos pueblos. Antes de que el autobús de la empresa Hamadi los transportase hasta Tetuán hubo tiempo para una parada, ayer domingo, en los Baños Árabes de Jaén.

La cultura del agua

El Encuentro Mediterráneo celebrado en Pegalajar ha tenido como eje central el debate de los sistemas hidráulicos y de regadío en Al-Andalus y Al-Magreb. Y es que Pegalajar atesora el que está considerado como el ejemplo más significativo de la cultura del agua en España y un modelo emblemático de interacción entre el hombre y la naturaleza. Se trata del singular conjunto agroecológico que forman la Fuente de la Reja, la Charca y la Huerta de Pegalajar, declarado el año pasado por la Junta Lugar de Interés Etnológico inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. Se trata de un complejo sistema en el que se imbrican gran variedad de elementos singulares que tienen como nexo de unión el agua, cuyo uso y reparto están regulados por unas prácticas heredadas consuetudinariamente. En la huerta se combinan las técnicas constructivas tradicionales y unas estrategias particulares de ocupación del territorio. Así, se ha aprovechado el derrame natural del agua, adaptando y transformando una ladera de montaña silvestre en un espacio agrario de alta y diversificada productividad. El investigador marroquí Ahmed Tahiri, presidente de la Fundación Al-Idrisi, asegura que el sistema hidráulico de Pegalajar es 'el mejor reflejo de la época de esplendor de Al-Andalus'. Advierte, no obstante, de la 'violación' que sufre este tipo de elementos patrimoniales tanto en Marruecos como en España. En el caso de Pegalajar, la asociación Fuente de la Reja ha llevado a los tribunales a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir para denunciar su pasividad para frenar la sobreexplotación de los acuíferos de la zona que tiene a la popular Charca con aspecto tísico. En cualquier caso, el agua ha servido para unir dos pueblos, tan lejanos a veces y tan cercanos en su cultura. Y es que, como dice Fátima-Zahra, el agua en Marruecos es así de importante: 'Al nacer se realiza la ceremonia de lavar al bebé en el agua, al casarse la novia debe acudir a los baños árabes, antes de rezar es preceptivo lavarse y cuando alguien muere se le lava con agua antes de enterrarlo'.

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