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Crítica:Alimentaria 2002
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un escaparate del vino

La feria por antonomasia del sector agroalimentario en España es Alimentaria que se celebra en Barcelona. Este año, una vez más, ha cerrado sus puertas con cifras récord de empresas expositoras y de visitantes. Cada vez son más los metros cuadrados dedicados al vino, y han sido numerosas las bodegas que no han conseguido una plaza para exponer sus caldos. El Salón Intervín ofrece un interesante recorrido por el panorama vitivinícola mundial para todo profesional o aficionado que quiera estar al día de las novedades vitivinícolas y encontrar miles de vinos en una sola jornada.

En esta última edición se han presentado nuevas asociaciones de bodegueros de nuestro entorno. Así, el pasado miércoles la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa (ABRA) realizó su puesta de largo apadrinada por el consejero de Agricultura, Gonzalo Sáenz de Samaniego. También hay que destacar desde la Rioja Alta el desembarco de los Jóvenes Vitivinícolas Riojanos (PROVIR). La asociación comienza a hacer sus pinitos de mercadotecnia para dar a conocer los caldos de las pequeñas bodegas asociadas, tan importantes en la Denominación de Origen Calificada Rioja.

Como ya es habitual en Alimentaria, unos de los stands con mayor afluencia de público por el reclamo de sus productos fue el pabellón de Euskadi. Son contadas las ocasiones en las que se pueden degustar delicatessen en forma de bacalaos, foie, bonito, etc. Sin olvidar los productos más autóctonos, como la sidra y el txakolí, este último con sus dos consejos reguladores al frente, Guetaria y Bizkaiko Txakolina.

Fueron memorables las fiestas privadas organizadas por ciertas bodegas, como si de la Feria de Abril de Sevilla se tratara. Cabe destacar la celebrada en Can Rafols y en el Paseo de Gracia con su casa Batlló, que por un día dejo de ser admirada por los turistas nipones para dejar sitio al selecto grupo de invitados de Vila Viniteca. En estos saraos de alto copete se pudieron degustar Pingus, L´Ermita, Clos Eramus, etc. Ningún invitado rehusó probar caldos que se cotizan a 600 euros la botella.

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