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Columna
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Proteccionismo

Emilio Ontiveros

A medida que se conocen en detalle los pormenores del caso Enron también se ponen de manifiesto las estrechas conexiones del lobby energético encabezado por los antiguos responsables de esa compañía y el entorno del actual presidente estadounidense.

Si los Bush facilitaron que aquel grupo de presión orientara a su conveniencia la transición a la desregulación del sector del gas y de la electricidad, ahora, en una decisión de signo aparentemente opuesto, el hijo hace lo propio para proteger de la competencia una treintena de productores de acero, incapaces, o manifiestamente reticentes en todo caso, de adaptarse a las condiciones de la competencia internacional en ese sector, como muchos años antes trataron de hacerlo productores de esos otros países a los que ahora se trata de penalizar.

La decisión por parte de EE UU de imponer tarifas de hasta el 30% a las importaciones de acero es difícil de justificar económicamente

La decisión de imponer tarifas de hasta el 30% a las importaciones de acero (excluidas las provenientes de los miembros del área comercial común, el Tratado de Libre Comercio -NAFTA, en sus siglas en inglés-, México y Canadá, por un lado, y algunos países en desarrollo, por otro), además de una agresión al multilateralismo, es difícil de justificar económicamente.

En primer lugar, porque implica, en el mejor de los casos, retrasar un proceso de reestructuración de esa industria (de reducción del número de productores, fundamentalmente), a costa de los consumidores de acero estadounidenses: de los costes y del empleo de muchas empresas usuarias, las del sector del automóvil sin ir más lejos; al actuar así, la Administración estadounidense no sólo abre una dinámica en la que pueden entrar otros sectores de aquella economía, sino que socava también la iniciativa de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) tendente a solucionar sobre una base global los problemas estructurales a los que se enfrenta el sector del acero, dentro y fuera de Estados Unidos.

En segundo, porque al adoptar unilateralmente una medida proteccionista tal, genera un elemento de seria perturbación en las relaciones comerciales internacionales, susceptible de motivar respuestas similares por otras economías, con importantes riesgos sobre la estabilidad mundial, además de condicionar la todavía precaria recuperación económica, dentro y fuera de Estados Unidos. La evocación por algunos analistas, de las guerras comerciales que precedieron a la Gran Depresión, no son precisamente exageradas. Independientemente del impacto en cada una de sus economías, las autoridades de países como Corea del Sur, Rusia, Japón, China, Brasil o los de la Unión Europea quedan en una posición políticamente difícil, no menos que la situación que se crea en la cuestionada Organización Mundial de Comercio (OMC).

El predicamento de Estados Unidos en la defensa del libre comercio, para hacer valer los propósitos de reducción de las barreras comerciales manifestados con ocasión del lanzamiento de una nueva ronda comercial, hace unos meses en Doha, vuelve a dañarse y con él, la capacidad política para fortalecer los mecanismos de cooperación, incluso en ámbitos no estrictamente económicos.

No es fácil que los países más afectados por esa decisión se limiten exclusivamente a litigar ante una OMC que se muestra incapaz de resolver las disputas planteadas en menos de dos años. La experiencia europea al respecto está suficientemente fresca como para que las autoridades comunitarias, con independencia del respeto a esa institución de arbitraje, no se limiten a esperar sus dilatados veredictos; la Unión Europea refuerza ahora su autoridad para censurar el unilateralismo estadounidense, exhibiendo los evidentes avances en el desmantelamiento de lo que Estados Unidos consideraba la 'Europa fortaleza' su ejemplo ante la pretensión americana de hacer lo propio en torno al NAFTA.

Ese enroque proteccionista y las pretensiones de disposición del fast track, para disponer sin la mediación de las Cámaras en los mismos asuntos de comercio internacional, no son los mejores compañeros para garantizar que el crecimiento del comercio mundial en este año abandone la profunda desaceleración en la que cayó el pasado año.

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