La derecha brasileña rompe su coalición con el presidente Cardoso

El Partido del Frente Liberal (PFL, conservador), en el poder desde hace 38 años en Brasil, rompió ayer la coalición de Gobierno con el presidente Fernando Henrique Cardoso, a quien había dado su apoyo incondicional. El PFL, considerado el partido con mayor peso en el poder real del país, retiró a sus cuatro ministros del Gabinete. Permanecerá en su cargo sólo el actual vicepresidente de la República, Marco Maciel, quien afirmó ayer que éste es 'el momento más difícil de toda su vida y de los ocho años de Gobierno'.

Sin duda, se trata de la mayor crisis del Gobierno de Cardoso. La grave decisión fue tomada en realidad por la candidata a la presidencia, Roseana Sarney, hija del ex jefe del Estado José Sarney, uno de los políticos más poderosos y controvertidos del país, quien dio un ultimátum a su partido tras la decisión de la Policía Federal, avalada por el Ministerio de Justicia, de registrar días atrás el despacho de su marido, un empresario sospechoso de corrupción. La policía le encontró, además de documentos calificados de importantes, el equivalente a ocho millones de euros en billetes de banco.

En una nota oficial de prensa, el PFL afirma que su salida del Gobierno se debe a que la gobernadora de Marañón (norte del país), Roseana Sarney, 'ha sido víctima de insólita violencia con claras consecuencias políticas para debilitarla y hasta para apartarla de la contienda electoral'. La nota afirma que la actuación de la policía contra su marido, Jorge Murad, fue 'exagerada y arbitraria', y concluye que estando así las cosas 'no se justifica la presencia del partido en el Gobierno'.

La gran revelación

La candidata del PFL a la Presidencia aparece en todos los sondeos como la gran revelación ante los comicios presidenciales de octubre, casi con tantos votos como el legendario líder del Partido de los Trabajadores, Luiz Inácio, Lula, Da Silva. Sarney está convencida de que todo ha sido una estratagema del Gobierno de Cardoso para frenar su ascenso a la presidencia en favor del candidato oficialista, el ex ministro de Sanidad, José Serra. De ahí el ultimátum puesto a su partido: 'O rompéis con el Gobierno o me retiro de la campaña presidencial'.

Y el partido la ha escuchado, aunque con no pocas dudas, ya que es grave para un partido de poder como el PFL dejar no sólo los cuatro ministerios, sino los cientos de cargos que debían ser las máquinas para fabricar votos electorales en vísperas de unas elecciones tan importantes. Roseana Sarney ha llegado a hablar de 'mexicanización' del Gobierno.

Mientras, el presidente Cardoso tuvo que volver ayer deprisa y corriendo de Panamá y ha intentado minimizar la situación afirmando que en vísperas de unas elecciones presidenciales lo mejor es 'no perder los nervios' y actuar con la razón más que con el corazón.

En realidad, la Bolsa de São Paulo, que había reaccionado negativamente con una caída de 1,23%, subía anoche. Probablemente la clase empresarial no acaba de creerse que un partido como el PFL, acostumbrado desde siempre a estar en el Gobierno, sea capaz de repente de colocarse en la oposición.

Además, todos esperan que la capacidad diplomática y de diálogo del presidente Cardoso acabe llevando las aguas a su cauce y encuentre la fórmula mágica para que el PFL deje, por una parte, satisfecha en su honor herido a la hija de Sarney encontrando al mismo tiempo la forma de una recomposición de la alianza más adelante. Antes de este terremoto político todo estaba planeado para que, por lo menos en el segundo turno de las elecciones, el PFL pudiera dar los votos de Sarney al candidato del Gobierno, José Serra, ofreciendo, en cambio, la vicepresidencia a la pefelista. Ahora el escenario está cambiado y revuelto.