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El otrora 'joven caníbal' Niccolò Ammaniti publica una novela sobre los miedos de la infancia

Niccolò Ammaniti (Roma, 1966) fue uno de los jóvenes caníbales lanzados hace cuatro o cinco años por una antología destinada a descubrir nuevos valores de las letras italianas. Algunos de aquellos jóvenes han dejado de escribir, otros siguen siendo promesas y un tercer grupo ha conseguido dar el salto al gran público. Ammaniti pertenece a estos últimos. Su nueva novela, No tengo miedo (Mondadori, en castellano, y Empúries, en catalán), ha vendido 80.000 ejemplares en Italia y ha recibido el aplauso de la crítica. En No tengo miedo, Ammaniti adopta el punto de vista de un niño de nueve años para narrar una historia en la que encontramos un verano caluroso lleno de niños y bicicletas, una familia que no es lo que parece y el descubrimiento de algo que lo cambia todo. 'En este libro me interesaba entender cómo reacciona un niño cuando se produce un gran cambio a su alrededor', cuenta Ammaniti. 'Y también buscaba comprender cómo un niño se ajusta a lo que pasa por medio de los monstruos de su imaginación. Es por eso que lo he escrito desde el punto de vista de Michele, el niño protagonista'. Ammaniti ha utilizado en No tengo miedo un estilo seco, de frases cortas, adaptado a la mentalidad de un niño. Aunque en el centro de la novela está el 'horror', el autor ha querido insistir en el proceso de iniciación de Michele. 'Se trata de una iniciación muy dura y muy difícil', afirma el autor. 'El niño descubre que sus padres no son como imaginaba. Descubre que su padre tiene debilidades y lados oscuros y aprende que los adultos no son seres planos, sino que tienen una profundidad compleja'. El estilo de Ammaniti en No tengo miedo es totalmente distinto del de sus libros anteriores. 'Es algo nuevo, en efecto', admite. 'Antes escribía con una mirada externa y ahora he querido hacerlo desde el punto de vista de Michele. Es como si el niño llevara una cámara en su interior. Todo se ve a través de él'. La novela 'trata del descubrimiento del mal y de la pérdida de la inocencia', añade. 'Esta pérdida se hace normalmente de un modo suave, pero Michele se ve forzado a dar un salto muy grande. En el fondo, me interesa ver cómo el mal se esconde en los lugares más inesperados. Es como cuando vas por un camino y te dicen que no levantes una piedra, ya que puede haber una serpiente debajo'.

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