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Reportaje:

Una mirada ecuánime al pasado

El Museo del Ejército equilibra la sala dedicada a la guerra civil con documentos, banderas y condecoraciones republicanas

La sala dedicada a la guerra civil del Museo del Ejército va a ser diseñada con un nuevo criterio, el de reescribir la historia. De manera positiva. Y ecuánime. Tal es el desafío que -con 'deportividad', según reconocen- afrontan los miembros de un equipo de jóvenes historiadores del Arte pertenecientes al Museo del Ejército de Madrid. Su propósito es el de equilibrar con iconografía, documentos, carteles y enseñas del bando republicano esta significativa sala. Hasta el presente y desde 1939, se hallaba ornamentada con escudos, retratos, maquetas y uniformes del bando que se alineó con el general Francisco Franco.

Durante cuatro décadas, la estancia fue llamada Sala de la Cruzada, pero tal denominación no volverá nunca más a ser empleada para nombrarla. Hoy contiene fragmentos de la memoria histórica española tales como un trozo del fuselaje del avión en el que perdiera la vida el general José Sanjurjo; un capote de invierno del propio Franco o un retrato del general ferrolano atribuido al retratista Manuel Benedito. Junto a ellos se alinea un cuadro de fusilamientos en la localidad madrileña de Paracuellos en noviembre de 1936. El lema Españoles, perdonad pero no olvidéis ya no figura al pie de este cuadro, que ocupa todo el muro.

Hasta ahora, la sala se hallaba unilateralmente repleta de objetos del bando que se alineó con Francisco Franco

En esta sala del Museo del Ejército dedicada a la guerra civil no hay referencia alguna a documentos o recuerdos del otro bando, español también, republicano. A partir de ahora, la misma sala, que conservará muchos de sus materiales anteriores, se verá presumiblemente complementada con piezas tales como una bandera tricolor, bordada primorosamente en seda con la inscripción '24 Brigada Mixta, 16 División', donada por un particular desde Suiza. Junto con otros objetos de gran valor, como manuscritos de Dolores Ibárruri (la dirigente comunista Pasionaria), Manuel Azaña, Indalecio Prieto o Buenaventura Durruti -por cierto, fallecido muy cerca del Museo del Ejército, en el hotel Ritz, convertido en hospital de sangre durante la guerra-, el emblema tricolor lucirá en la sala renovada.

A la tarea de hallar, recibir o adquirir los nuevos objetos y a la de disponerlos junto con los ya existentes de manera estética e históricamente armoniosa se han encomendado Sofía Rodríguez Bernis, directora técnica del museo; Karina Marotta, historiadora del arte; Salvador Nadales, responsable del patrimonio documental, y la licenciada Carmen García Campa. Todos cuentan con la aquiescencia del director del museo, el general de Brigada José A. Rivas Octavio.

'El único problema es que casi carecemos de objetos y recuerdos del bando republicano', confiesa Karina. 'Naturalmente, estamos dispuestos a admitir donaciones de combatientes republicanos o particulares que quieran enriquecer este museo de historia militar, que es, por cierto, uno de los mejores del mundo', añade con una sonrisa.

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Se trata, pues, de aplicar un diseño equilibrado, 'informativo y descriptivo', remarca Karina, para hacer justicia a la pluralidad que caracterizó aquella fase de la historia de España. Pero el museo tiene, además, otros retos: 'Culminar el salvamento de las ochocientas banderas que se hallaban en muy mal estado', añade; 'encarar el traslado del museo a Toledo, objetivo decidido y fijado por el Gobierno', y, además de todo, 'reinsertar el museo en la ciudad de Madrid, de la cual se hallaba algo aislado'.

Así, por impulso del general Rivas Octavio, el museo ha emprendido un ciclo de exhibiciones de los fondos que atesora: desde la tienda de campaña empleada por el emperador Carlos V en Túnez, hasta una mascarilla mortuoria de Napoleón Bonaparte o las pistolas de duelo del belicoso duque de Montpensier. 'Dos veces al mes conversaremos en público sobre esta riqueza', indica García Campa.

Como ejemplo de la riqueza de los fondos, sólo en armas cortas de fuego hay más de 5.000 unidades. La colección de piezas de artillería es, quizá, la mejor del mundo. Además, acaba de culminar una fase de limpieza y desabigarramiento de muchos de sus espacios, hasta hace poco llenos de objetos de confusa comunicación. El museo acaba de enviar 48 de sus más preciados fondos a una exposición en el Imperial War Museum, en Lambeth Road, en Londres, comisariada por el hispanista británico Paul Preston. La muestra coincide con el 67º aniversario de la llegada a España de los brigadistas internacionales. Nuevos tiempos.

Bandera de la Vigésima Cuarta Brigada de la Decimosexta División del Ejército republicano.
Bandera de la Vigésima Cuarta Brigada de la Decimosexta División del Ejército republicano.MUSEO DEL EJÉRCITO

En busca de testimonios

El mensaje es transparente. El Museo del Ejército admite donaciones de testimonios iconográficos del bando republicano, tanto procedente de partidos e instituciones como de particulares. Y ello con el propósito de incorporar los más valiosos, los que más informen, a la sala de la guerra civil. 'Las armas nos preocupan menos, ya que la panoplia de ambos bandos no era tan diferente', explica Salvador Nadales, conservador responsable de la documentación del museo. 'Lo que más apreciaríamos sería la cartelería, señaladamente de Josep Renau y similares, así como la documentación histórica' admite. 'La oferta no implica que se vaya a aceptar todo tipo de objeto', precisa, 'sino que cuantos sean presentados se examinarán delicadamente, sobre todo aquellos que más significación e información puedan aportar a los futuros visitantes del museo para permitirles hacerse una idea, lo más plástica y tangible que quepa, del mayor número de acontecimientos acaecidos entonces'. La nueva filosofía dinamizará más aún al museo de la calle de Méndez Núñez, que ha acometido sucesivos cambios desde el comienzo del régimen constitucional en 1978. Así, por ejemplo, la denominación guerra de liberación ha desaparecido de los recorridos museísticos. Muchos adjetivos que calificaban las cartelas de los objetos expuestos han sido sustituidos por sustantivos informativos, si bien queda aún terreno por recorrer. El destrozado vehículo Dodge Dart de color negro en el que fuera asesinado el almirante Luis Carrero Blanco el 20 de diciembre de 1973, que durante años se exhibió al público en el museo, fue retirado hace años.

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