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Las imágenes del hombre

'Los hombres. ¿Qué son?', pregunta Martin Maischberger, comisario de El clasicismo griego, en el texto que se publica en el catálogo que acompaña la muestra. Su exploración de las Imágenes del hombre y la virilidad en la época clásica le lleva a la conclusión de que en Grecia no existía una imágen homogénea. A través de la descripción de diversas estatuas de Dioniso, el dios del vino, del éxtasis y de la fertilidad, Maischberger demuestra la gran variedad de imágenes de la virilidad y sus contradicciones. Dioniso existe tanto en versión de 'figura paternal con barba' como de 'joven afeminado', según explica el comisario.

Algunas estatuas y cerámicas muestran al hombre, de diversos status social, con su padre, esposa o joven amante; otras subrayan su carácter andrógino. Los hombres controlaban la sociedad, y no es sorprendente, según Maischberger, que predominen como motivo en el arte griego: jóvenes, por lo general, con cuerpos atléticos y caras bien proporcionadas, que personifican los ideales de lo bello o hermoso.

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El hombre clásico está casi siempre desnudo. Es ésta una 'desnudez heroica' que simboliza las cualidades físicas y psicológicas admiradas por los griegos, según los arqueólogos. En general, la belleza física representaba en aquella época fuerza, virtud, descendencia noble, riqueza y talento de guerrero. Cómo se expresaban concretamente estos ideales, sin embargo, variaba, según demuestra el ejemplo de Dioniso.

Culto al cuerpo

El torso desnudo de un hombre de Milet (489 antes de Cristo, Museo del Louvre) expuesto en Berlín es uno de los ejemplos más representativos de la imagen viril. El desconocido artista puso máximo empeño en esculpir los músculos, un hecho que subraya el culto al cuerpo que se manifestaba en el ejercicio del atletismo. Pero la pérdida del contexto de la obra, como en tantas otras ocasiones, hace dudar de su contenido simbólico. Queda sin respuesta la pregunta de si el torso representa valentía y virilidad, o si, por el contrario, podría mostrar, según lo formula Maischberger, la ascendencia noble de alguien que brinda una ofrenda a los dioses.

Aunque el tema de la despedida del guerrero es uno de los más importantes -de hecho, se ve una cantidad enorme de hombres mayores con barba, símbolo de sabiduría, que se despiden de hombres jóvenes, casi niños-, llaman más la atención las imágenes que explican la relación del hombre con la sexualidad y, en especial, con su mismo sexo. Una cerámica (siglo V antes de Cristo, Colección de Arte Antiguo, Viena) muestra a hombres mayores que enseñan a tocar instrumentos musicales a dos jóvenes. Un tercer joven tiene en sus manos un obsequio de amor: una liebre. Estas relaciones de amor, sin embargo, giraban menos en torno al mismo acto sexual y más alrededor de la educación política, social y artística.

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