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Bush desautoriza la oficina del Pentágono para 'intoxicar' a la prensa

Rumsfeld ordena revisar el polémico proyecto

Enric González

La Oficina de Información Estratégica (OIE), con la que el Pentágono aspiraba a intoxicar a la prensa internacional o, según el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, 'a utilizar ocasionalmente el engaño táctico contra el enemigo', podría cerrarse antes de alcanzar el pleno funcionamiento. Rumsfeld afirmó el domingo que 'todos los planes' sobre la OIE estaban en revisión, 'incluyendo su propia existencia'. Y el portavoz de la Casa Blanca declaró que a George W. Bush no le había gustado el proyecto al conocerlo la pasada semana.

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La tormenta política que descargó sobre la OIE cuando The New York Times reveló su existencia, la semana pasada, ha puesto a la oficina de desinformación en serio peligro de muerte. De repente, el proyecto parece haber tenido un origen autónomo, del que nadie fue responsable. Tras dos meses de funcionamiento parcial y bajo el mando de un general de Aviación, Simon Warden, que ha enviado informes y propuestas a centenares de oficinas gubernamentales y privadas, además de contratar el asesoramiento de una conocida agencia de relaciones públicas de Washington, todo el mundo en el Gobierno dice haberse enterado por la prensa y se multiplican las muestras de indignación ante los planes de la OIE.

Resulta difícil de creer que Bush lo ignorara todo sobre la OIE y supiera de ella 'por un periódico' cuando se encontraba de viaje en China, la semana pasada. El portavoz presidencial, Ari Fleischer, afirmó ayer que Bush 'no había oído absolutamente nada' sobre la nueva oficina, creada en noviembre. 'Puedo decir que el presidente se sentiría inquieto si existiera una oficina cuya misión no consistiera en diseminar la verdad y los hechos', declaró Fleischer, quien no quiso hacer comentarios sobre cómo era posible que se hubiera creado un departamento dentro del Pentágono, se hubiera nombrado un general para dirigirlo, se hubiera establecido un presupuesto y se hubiera reunido un grupo de trabajo sin que el 'comandante en jefe' tuviera la menor noticia.

La portavoz del Ministerio de Defensa, Victoria Clarke, anunció por su parte que Rumsfeld había ordenado 'una revisión profunda' del polémico proyecto. 'El secretario de Defensa nos ha pedido que lo miremos todo con mucha atención, y una de las cuestiones que nos ha planteado es si realmente debe existir la OIE', declaró.

Clarke admitió que las noticias sobre el posible uso de la OIE para difundir informaciones falsas en medios de países aliados y enemigos, una idea reconocida por numerosas fuentes del Pentágono, había colocado el proyecto en una situación 'muy delicada'. Varios miembros del Congreso expresaron su oposición rotunda a la OIE, que supondría desplazar hacia el Ejército estadounidense una tarea, la desinformación, que siempre había recaído en el Departamento de Estado y en la CIA.

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El viernes pasado, la Sociedad Americana de Editores de Periódicos envió una carta al secretario de Defensa en la que advertía que la difusión de noticias inciertas supondría 'un mal camino' para un país como Estados Unidos, que intentaba mantener la superioridad moral. 'Los periodistas de este país y de todo el mundo confían en los portavoces del Pentágono. En este momento de nuestra historia, mantener esa confianza resulta de extrema importancia', decía la carta, firmada por el presidente de la asociación de editores, Tim McGuire.

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