Júlia Calvet, una joven promesa del plantel catalán de Vox para relevar a Ortega Smith
La diputada más joven del Parlament escala políticamente sostenida por un discurso abrasivo y sin esquivar la ofensa

El ingreso de la barcelonesa Júlia Calvet en la dirección nacional de Vox en sustitución de Javier Ortega Smith, relegado por la cúpula del partido ultra, confirma la ascensión de la diputada catalana en el cuadro de mandos de la formación de ultraderecha y supone otro acelerón a una carrera política precoz pero eléctrica: su fotografía sentada en la Mesa del Parlament de Catalunya, en verano de 2024 durante la investidura de Salvador Illa, llegó antes que la de su graduación en Derecho en la Universitat Pompeu Fabra. Tiene 24 años y es la diputada más joven del Parlament, donde varias de sus intervenciones las pronuncia detrás de unas grandes gafas de montura de concha que delatan problemas de vista. Pero sus discursos amañados y punzantes avalan que esa mirada apunta lejos. Y a la derecha.
“Patria y familia” son los principios que marcan el rumbo de Júlia Calvet Puig. Apellidos de indiscutible catalanidad pata negra y un entorno familiar que se ha relacionado con el nacionalismo identitario. “España por encima de todo” pregona ella por si acaso, en el encabezamiento de sus redes sociales. Durante una entrevista en RTVE llegó a acusar de “asesino” a Lluís Companys, el presidente de la Generalitat que fue fusilado por el franquismo. En el mismo espacio, a preguntas de Lluís Falgàs, el decano de la información política catalana, la diputada de Vox acusó al presidente Pedro Sánchez de ser “el jefe de una organización mafiosa”.
Cuando Júlia Calvet era todavía más joven se convirtió en la portavoz del colectivo ‘S’ha Acabat’ [’Se acabó’], desde donde se posicionó abiertamente contra el nacionalismo catalán y declaró que “en la universidad no hay neutralidad ideológica ni libertad”. Mientras, los datos reflejan que el uso del catalán en las etapas de formación académica cae en picado.
Su discurso suele permanecer en la cuerda floja del respeto y la ortodoxia, cuando no se precipita directamente al vacío. El Parlament le ha abierto un expediente por vulnerar el código de conducta, un logro que comparte con su compañero de partido Joan Garriga y con la líder de la ultraderecha independentista Sílvia Orriols.
Las coincidencias entre Vox y Aliança Catalana anidan más allá de las formas. Ambos partidos se esfuerzan por competir en las desconsideraciones hacia las personas migrantes. En una intervención en el Parlament el pasado septiembre, la diputada Calvet se las apañó para mezclar sus frescos conocimientos del mundo académico con el rechazo a los extranjeros: “Cataluña ha retrocedido casi un curso académico en catalán y matemáticas en una década (…) no es que en Cataluña no haya dinero, es que en Cataluña el dinero se gasta en otras cosas que nada aportan al bien común de los catalanes. Mientras dedicamos más de cinco mil euros por estudiante no universitario por curso, es decir, por año, un mena nos cuesta cuatro mil euros al mes; es decir, casi 50.000 euros por curso. Lo que quiere decir que acabamos casi gastando diez veces más en un mena que en un joven estudiante catalán”.
En otras intervenciones también se ha inclinado por relacionar inmigración con inseguridad: “Los delincuentes que nos atacan a nosotras, las mujeres españolas, pues, son, en su gran mayoría, extranjeros”. En realidad, en 2025 hay en España el doble de residentes con nacionalidad extranjera que hace veinte años, pero la tasa de criminalidad no ha subido con esa multiplicación de inmigrantes, al contrario: 40,6 delitos por mil habitantes, la banda más baja de la serie histórica, según los datos del primer trimestre de 2025 del Ministerio de Interior.
Para Júlia Calvet, la receta para solucionar la crisis de la vivienda también radica en relegar a los ciudadanos migrantes: “Los españoles tienen que pasar a ser los primeros de la fila”. Y abunda: “aquí no cabe nadie más, ya lo ha dicho nuestro presidente Santiago Abascal”. Por lo pronto, Abascal le ha hecho a ella un hueco en la dirección nacional de Vox.
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