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El cierre del Concierto abre el debate sobre la Ley de Aportaciones

La negociación con Hacienda deja paso al reparto de fondos entre Gobierno vasco y diputaciones

El País

Euskadi es un foro de permanente discusión. Se cierra el Concierto y se abre la Ley de Aportaciones. Las diputaciones forales y el Gobierno vasco tienen seis meses para pactar una nueva ley que regule el reparto del dinero entre las instituciones forales y el Ejecutivo. La actual Ley, cuya vida es de cinco años, se encontraba en periodo de prórroga a la espera del nuevo Concierto. Ahora, sólo pendientes de la firma entre Madrid y Vitoria, se abre la veda a un nuevo debate: la foralidad contra la centralidad o el reparto del dinero, todos quieren más.

Las diputaciones de Vizcaya y Álava han mantenido en los últimos años que la actual ley no representa la riqueza real de los territorios y que el Gobierno recibe más dinero del que le corresponde por las competencias que tiene asumidas. La Ley de Aportaciones regula dos coeficientes: el horizontal, que se calcula anualmente y establece el peso de cada territorio para hacer frente a su aportación al Gobierno, y el vertical, que es fijo, y determina el porcentaje del total de los ingresos que corresponde al Ejecutivo autónomo.

El Consejo vasco de Finanzas, que reúne a las tres diputaciones y al Gobierno, pactó el pasado mes de octubre en Vitoria que la nueva norma se elaborará una vez que se haya cerrado la negociación del Concierto Económico y la Ley Quinquenal del Cupo entre las administraciones central y vascas. Los representantes vascos en las comisiones técnicas que han discutido con el Ministerio de Hacienda serán los encargados de negociar la nueva norma. En cualquier caso, las previsiones de aportaciones para este año se han calculado conforme a la ley actual, cuya fecha de caducidad es el próximo 31 de diciembre.

Ésta es una mera decisión técnica establecida para poder realizar los presupuestos de las cuatro instituciones. El debate está por abrirse. De acuerdo con la Ley en prorroga, el Gobierno vasco percibe el 66,25% de la recaudación total de las haciendas forales. Álava tiene un nuevo modelo en su cartera, preparado con la asesoría de una consultora externa, que pondrá sobre la mesa de negociación.

Un punto de inflexión

Más allá de lo que queda por delante, la negociación del Concierto ha supuesto un punto de inflexión en la actual situación política vasca. Las acusaciones entre la parte vasca y la Administración central sobre 'falta de voluntad' quedaron borradas por la necesidad y la presión social, en palabras del portavoz del Gobierno vasco, Josu Jon Imaz, de firmar el Concierto, el primer instrumento del autogobierno vasco. Más allá de su vigencia indefinida, la primera vez en su centenaria historia, el nuevo Concierto es sustancialmente un avance respecto al todavía hoy vigente por vía de prórroga.

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Las principales novedades (ver gráfico) pusieron de manifiesto que el Concierto Económico crea un sistema fiscal propio de carácter general que no establece discriminaciones entre los contribuyentes. A esto ha favorecido la concertación del impuesto de no residentes, de forma que se puedan acoger a la normativa foral.

La última reunión negociadora fue una especie de maratón en la que las dos partes se vieron abocadas a firmar un acuerdo bueno, que no incluía la cuestión europea. La presión social dejaba estrecho margen para que nadie pudiera evitar la firma alegando falta de voluntad de la otra parte.

Europa, cuestión abierta

El Concierto Económico se cruzó con la Unión Europea y empezó a temblar. Era un intocable hasta que un día la Unión Europea se paró a pensar en que no era un régimen fiscal general sino una ayuda de Estado. Primero el Concierto llegó ante el Tribunal de las Comunidades Europeas, con sede en Luxemburgo; después a Bruselas, a la sede de la Comisión. El Ejecutivo comunitario abrió una serie de expedientes y parecía que los días del primer símbolo del autogobierno vasco estaban contados. El lehendakari, Juan José Ibarretxe, impulsó una declaración de apoyo y todo siguió igual. El Gobierno vasco vinculo su futuro a la negociación del nuevo Concierto y se topó con el Gobierno de Aznar. Pasado el verano de 2001, en Euskadi existía un solo consenso entre las tres diputaciones -nacionalistas y populares-, el Gobierno y los empresarios sobre la participación de las instituciones vascas en la UE junto a la Administración central. Los meses de negociación y la firme oposición de Aznar rompieron el consenso. Al final el Ejecutivo vasco abandonó su posición inicial y se pudo firmar. Llegado el acuerdo con Madrid sobre el Concierto, en Euskadi ha vuelto a nacer el consenso sobre la cuestión europea. Es aún una cuestión abierta que debe ser resuelta. Euskadi ha abierto el debate sobre la participación de las comunidades autónomas ante la UE y no se va a cerrar hasta que se solucione.

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