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Buenas noticias a pie de autobús

Los algodoneros conocieron la solución al conflicto poco antes de la hora prevista para marchar hacia Madrid

Es jueves por la noche en Trajano, pedanía algodonera de Utrera con algo más de 1.500 habitantes. Pepe Troya tiene 51 años y su coche ya está cargado para salir camino de Madrid, hacia una manifestación programada para el día siguiente contra la normativa del Gobierno para regular el sector. Pasadas las once de la noche, con sus hijos repartidos en casas de familiares, Pepe ultima los detalles del viaje. Como música de fondo, suena el programa especial de la televisión local de Los Palacios con el que los agricultores siguen el desarrollo de la reunión que sus representantes mantienen aún en Madrid en el Ministerio de Agricultura.

En el estudio, el alcalde de Los Palacios, Emilio Amuedo, y el secretario provincial del sindicato agrícola COAG, que lidera las movilizaciones que desde hace más de veinte días protagonizan los algodoneros en Sevilla y provincia. Una interrupción en el programa alerta a Troya y a tantos otros de sus compañeros, cada cual en su casa, preparando el viaje, la mayoría de ellos con plaza en los cuatro autobuses contratados para salir desde Trajano. El presentador recibe un fax. '¡Hay acuerdo!', anuncia.

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Uno de los dirigentes sindicales desplazados a Madrid entra por teléfono en el debate y confirma la noticia. Los representantes de COAG, con Miguel López a la cabeza, han alcanzado minutos antes de las once un acuerdo con el ministerio al que el resto de partes, la patronal Asaja incluida, se suma por unanimidad. La manifestación y el resto de movilizaciones quedan desconvocadas. Cambio de planes. Noche de fiesta. Trajano se echa a la calle.

Al borde de la medianoche, gran parte del poblado de colonización se reúne en la explanada frente a la iglesia. Troya, junto a Ángel Gálvez, de 69 años, y otro grupo de algodoneros, festejan la buena nueva rodeados por sus paisanos y compañeros. '¡Nos salimos con la nuestra!', proclama satisfecho Troya. 'Aunque aún no conocemos los detalles del acuerdo', le advierte un contertulio. Una furgoneta con un equipo de megafonía trata de poner disciplina en el grupo: 'Mañana, a las nueve de la mañana, salimos todos camino de Sevilla para la asamblea en Plaza de España', vocifera el improvisado locutor.

Gálvez vive en Trajano 'desde hace casi 30 años, cuando repartieron las tierras'. Considera ésta la noche más importante de la historia del asentamiento, 'que hará dos o tres años cumplió el cuarto de siglo'. Su vida está desde entonces indisolublemente ligada al algodón. 'Tengo apenas diez hectáreas con las que he sacado adelante a mis cuatro hijos', relata. Él, como muchos de sus vecinos, ya estaba preparado para salir hacia Madrid. 'No me hubiera importado ir a montarla al Ministerio, pero ahora tengo una satisfacción que no veas', afirma con una sonrisa que no le cabe en la cara y con el orgullo de haber ido a Sevilla todos los días, a todos los actos: 'También al aeropuerto y a Santa Justa. Y no me he quedado a dormir con los tractores porque tengo artrosis, que si no'.

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'¡Mañana es día de fiesta!. ¡Mañana es el Día de Andalucía por adelantado!', gritan y festejan los de Trajano. Brindan por su éxito. La noche se alarga al abrigo de la fogata que en mitad de la calle han prendido los campesinos. Entre bromas y veras, alguno ironiza con el momento elegido para alcanzar el acuerdo que pone fin al conflicto: '¡Ahora que íbamos a ir a Madrid!'

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