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Débora pudo morir por un compuesto químico, según un avance de la autopsia

Los forenses remiten vísceras del cadáver a Toxicología para aclarar la causa del fallecimiento

Un primer avance de la autopsia practicada a Débora Catalán, la mujer de 36 años que falleció el pasado 25 de enero en el centro de estética Icema, revela que su muerte pudo deberse a la introducción en su cuerpo de un compuesto químico cuya naturaleza está aún por determinar, según informaron ayer fuentes jurídicas. Mientras hacían la autopsia al cadáver, los forenses observaron la presencia de marcas hechas con tinta de rotulador en los muslos de Débora. Los cirujanos plásticos suelen marcar en sus pacientes las áreas que van a intervenir cuando se trata de operaciones complejas, como la denominada laserlipólisis (técnica similar a la liposucción y que requiere anestesia).

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El cirujano que se disponía a intervenir a Débora cuando ésta comenzó a sufrir convulsiones y cayó inconsciente, Gerardo Raúl Senderowicz, ha asegurado a EL PAÍS que sometió a la paciente a una mesoterapia (tratamiento contra la celulitis mediante inyecciones intradérmicas, técnica ésta que no requiere anestesia). Sin embargo, en la documentación que obra en poder del juzgado que instruye esta muerte, el número 22 de Madrid, consta un presupuesto elaborado por la citada clínica para una intervención de laserlipólisis (con anestesia) a Débora Catalán.

Por ello, el juzgado instructor ha ordenado una autopsia exhaustiva del cadáver que permita aclarar la causa concreta que desencadenó la muerte de esta mujer. 'De momento, es imposible saber la causa; lo que se ha hecho', explican fuentes forenses de los juzgados de Madrid, 'es enviar vísceras del cadáver al Instituto Nacional de Toxicología para analizarlas y poder comprobar si el fallecimiento se debió a una reacción alérgica, a un exceso de anestesia o a una reacción por medicación contraindicada con otros productos'.

Semanas de espera

El mero hecho de abrir el cadáver y observar el estado de los órganos vitales no ha permitido en este caso a los forenses averiguar la causa de esta muerte. 'Es preciso', señalan los citados facultativos, 'que el laboratorio analice antes las vísceras'. 'Con los resultados del laboratorio y lo visto por los forenses al abrir el cadáver, se podrá deteminar de qué murió Débora, pero aún hay que esperar a los resultados del laboratorio'. Los citados medios afirman que los resultados pueden tardar aún semanas.

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De momento, pues, lo único que se sabe es que la muerte de Débora no fue natural ni casual, sino que su cuerpo reaccionó letalmente tras recibir un compuesto químico cuya naturaleza y alcance aún no están determinados.

El cirujano Senderowicz será interrogado mañana, viernes, por el juez instructor del caso. No es previsible que el magistrado le imponga, al menos con los difusos datos de los que dispone hasta ahora, una medida cautelar contundente, según los citados medios.

No obstante, la abogada de la familia de la víctima tiene intención de pedir al juez que retire el pasaporte al cirujano, de nacionalidad hispano-argentina, con vistas a asegurar que éste no eluda la acción de la justicia. El magistrado le imputa un supuesto delito de imprudencia profesional con resultado de muerte.

Senderowicz ha relatado a este periódico que Débora pudo fallecer a causa de un shock anafiláctico (alergia) producido por una reacción a alguno de los productos con los que fue tratada. Según el cirujano, la paciente acudió a su consulta para ser tratada de una 'reducción de muslos' mediante la técnica de la mesoterapia, intervención que no requiere anestesia. Consiste en introducir bajo la piel del paciente unos productos químicos que convierten la grasa corporal en una especie de aceite fácilmente eliminable.

Según el médico, antes de la intervención la paciente fue sometida a un análisis de sangre para comprobar su estado. 'De repente', ha explicado Senderowicz, 'comenzó a sufrir convulsiones. Por eso le administré oxígeno y le practiqué el boca a boca. Ni siquiera me puse guantes, para ir más rápido', afirmó. Durante las convulsiones, la paciente mordió inconscientemente al médico, quien, según su testimonio, avisó inmediatamente a una ambulancia del 061 de la Comunidad.

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